Monta un número para recoger firmas contra el nombramiento de Jorge Fernández Díaz como embajador de España ante el Vaticano y consigue, éxito inenarrable, 12.579 firmas. Entre más de cuarenta millones de españoles. O de ocho millones de catalanes. La caca de una mosca es de magnitudes inconmensurables comparada con la nadedad de los 12.579 opositores al actual ministro del Interior en funciones.
Y de esa colosal cifra, colosal en la miseria, habrá que deducir los repetidos, los inexistentes, los del cachondeo… Es como para pensar si quienes se han hecho eco de tal ridículo no tendrán algún agravio contra la página y la hayan querido retratar en su miseria. Sin duda la Secretaría de Estado Vaticana ante tan descomunal y clamoroso rechazo negará el placet al señor Fernández visto el abrumador consenso de los españoles que no le quieren como su embajador ante la Santa Sede.
A mí Fernández Díaz me produce notabilísimas incompatibilidades como católico. Me parece que su disponibilidad a tragarse sapos asquerosos a cambio de una cartera ministerial, desempeñada por otra parte con una más que notable incapacidad, no le hacen acreedor ni al más mínimo entusiasmo por mi parte. Lo he expresado repetidas veces. Sin embargo pienso que pese a sus carencias, tantas, en el fondo es de los míos. Comparte mi fe aunque, como tantos otros, de modo incoherente y cobarde. No tendría el menor reparo en darle la paz en una misa ni en tomarme una cerveza con él. Y en este último caso no le montaría ningún número. Hablaríamos del tiempo o de la Diada de septiembre. Y hasta de la Virgen. Seguramente con no escasas coincidencias. No es el caso de la Cifuentes, la Villalobos y no pocos más del PP que me producen absoluta repulsión. Y con los que no coincido en nada. O más bien discrepo en casi todo. Tampoco le encomendaría la gestión de mi escasísimo patrimonio pues me arriesgaría a quedarme sin él.
¿Embajador en el Vaticano? Alguno ha sido mucho peor. Y no es tema que me preocupe que le nombren o no. Un enemigo de la Iglesia no iba a serlo. Y la oposición de Esglèsia Plural es casi un recomendación. O sin el casi. Pero ya hemos visto lo que esa inquina vale. Absolutamente nada. Puro perroflautismo.
De momento sigue siendo ministro del Interior. Ayer habló en la 13, en el Cascabel. Le preguntaron si en el próximo paso de la locura secesionista, se suspendería la autonomía de Cataluña. Y salió por los cerros de Úbeda.
Es tradición de los gobiernos liberal-masónicos nombrar un embajador de la «secta».
Recordemos que este santurrón apenas iniciado su mandato unos minutos antes, se entrevistó en su despacho, «discretamente», con ZP. También que declaró de untilidad pública entidades reconocidamente aborteras.
No firmé la petición, pero estoy de acuerdo. Yo no quiero a Fernández Díaz como embajador de mi país ante el Vaticano… Ni ante la Cochinchina. Es una persona salpicada por la corrupción en un caso que le dejan en evidencia como demócrata y como católico.
No tiene que ver con el tema del post, pero lo comento aquí porque no tengo su dirección de correo para mandárselo y es una noticia importante. Ya hay prefecto para el nuevo Dicasterio para los Laico y la Familia. Es monseñor Kevin Farrell, obispo de Dallas y ex curial antes de que Juan Pablo II le mandara a Estados Unidos. No tengo datos sobre su línea, pero a Dios gracias no es Blase Cupich. Por su procedencia, imagino que en su nombramiento habrá tenido mucho que ver el cardenal Wuerl. Me parece muy significativo que el Papa haya escogido para este dicasterio a un obispo estadounidense cuando se suponía que la Iglesia de ese país era la que más se le resistía. En cualquier caso, como será «prefecto» y no «presidente», eso significa que ya tenemos un capelo seguro para el próximo Consistorio.
El tal Fernández tiene menos luces que un apagón.Y yo que pensaba que al Opus sólo iba la flor y nata.