Esta astracanada absurda que jamás debió producirse en la que todos han quedado de marrón parece que llega a su fin. Jamás he justificado la conducta del sacerdote riojano-asturicense. Por los motivos que fueren se excedió bastantes pueblos. Movido por lo que fuere. Que ni lo sé ni me importa. ¿Afanes de salvar al Papa Francisco de la protervia de sus enemigos? ¿Infantilismos emuladores de Superman que la mayoría de los infantes superan en la adolescencia? ¿Afanes meritorios para lograr una mitra que nunca llegaba? ¿Sucumbir ante encantos femeninos que el celibato hace creer que sean los que poco tienen de ello? ¿Simplemente haber hecho lo que creía, con acierto o sin él, que era lo que la Iglesia y el Santo Padre le reclamaban?
Ya digo que no lo sé. Y tiene escasa importancia para el mundo aunque no para su propia conciencia. Y ella dilucidirá, repito que con acierto o sin él, lo que en el foro interno corresponda. Cosa que no tiene la menor trascendencia eclesial. Sólo personal.
Vallejo se pasó pueblos en el cumplimiento de sus obligaciones. Lo que, una vez averiguado, le debió llevar a la pérdida del cargo y a su devolución a su diócesis de origen. Y punto. Sin que se enterara apenas nadie. Querer montar un Vatileaks II después del ludibrio del I, como el gran escándalo eclesial de los últimos tiempos y hasta de toda la historia de la Iglesia, ni al que asó la manteca. Eso no pasaba de una falta administrativa, cierta, sancionable sin duda, pero sin trascender niveles internos.
Tenemos montado ya el gran juicio a no se sabe qué. Pero todo estaba en el horizonte. Un Papa maravilloso al que una Curia corrompida se lo quería cargar al precio que fuera. Hasta es posible que el del veneno como ya había ocurrido con Juan Pablo I. Si no lo decían tan claramente, lo apuntaban. Pues ni el Papa era tan maravilloso, la Curia no estaba tan corrompida, de las intenciones de Vallejo seguimos sin saber nada cierto y todo resultó un trampantojo sin pies ni cabeza.
El juicio del siglo se iba convirtiendo en poco más que un proceso de faltas leves. Con unos imputados que ni la justicia de Maduro, el venezolano, se atrevería a instrumentalizar. Dos periodistas italianos que no había hecho otra cosa que informar de lo que se enteraban. Y además era poquísimo lo enterado. Un empleado de bajísimo nivel que naturalmente resultó inocente. Una señora, que además estaba embarazada, y de la que dicen, vayan ustedes a saber, que se valía de sus encantos, no excesivos, para encenderle las pajarillas y tal vez otras cosas a un monsignore vaticano. Pero o se las encendía poco o el vaticano apenas soltaba prenda. Y la Mata Hari hodierna, en vez de ser pasada por las armas, como la anterior, resultó condenada a la durísima pena de diez meses de condena, que ni tuvo que cumplir.
Pero nos queda el malo de la película. El falso, el traidor, quien revelaba altísimos secretos que dejaban a la Iglesia, al Papa y al Sursum Corda a los pies de los caballos. Pues, nada de nada. Y el responsable de tan atroces crímenes fue condenado a la durísima pena de… dieciocho meses de cárcel. No es que los montes hubieran parido un ratón, ni siquiera una musaraña.
Ante ese monumental columpiazo pienso que procedería haber declarado la suspensión de la condena de la que ya se había cumplido el año de los dieciocho meses de la misma. Pues, impasible el ademán. Los asesores ternes en su asesoramiento y dejando colgados de la brocha tanto a la misericordia como al Santo Padre.
Aquello era absolutamente impresentable, más en días navideños, y por fin llegó la misericordiecita. Tampoco como para echar cohetes. Mierdecilla aunque bienvenida sea. Francisco rico en misericordia no ha sido. Más bien algo rácano.
Ahora viene el postparto. Que Dios quiera que sea bueno. El marrón le ha caído al obispo de Astorga y me alegra muchísimo que sea en esa persona. Sensata, eclesial, acogedora… Pienso que el suyo fue un excelente nombramiento para aquella diócesis. Hace unos días viajó a Roma y los medios dijeron que ello no tenía nada que ver con Vallejo Balda. Porque lo normal es que el obispo de Astorga, aburrido de la tranquilidad de su diócesis, una tarde decida irse a tomar el te a Londres como un Pinochet cualquiera, y al siguiente irse a jugar un mus con Francisco que el uno está aburrido en Roma y el otro en la capital de la maragatería.
Ahora está clarísimo que fue a recibir instrucciones como era lo normal. Si se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.
Pienso que a Vallejo le va a recibir en Astorga su obispo y con acogida de padre. Aunque él hubiera llegado a la diócesis cuando Vallejo ya estuviera en Roma. ¿Qué ocurrirá después? Uno no es profeta. Desearía que todo ocurriera bien y que Vallejo volviera a ser un miembro más de un presbiterio astorgano en el que todos son necesarios. Y más que llegaran. Pero eso se verá después. De momento, pedir a Dios que eso suceda.
http://www.religionconfidencial.com/en_voz_baja/Astorga-Vallejo-Balda-ministerio-sacerdotal_0_2842515738.html
A la Magdalena: Vete y no peques más?
Pues va a ser que no: Eso se lo dijo N. S. a la mujer adúltera, se conoce que aquel alma no daba para más.
A la Magdalena lo que dijo fue: Mucho se le perdona porque mucho ha amado.
Así que la diferencia es abismal: A una se le dijo que no pecara más y punto y a la otra le perdonó todos los pecados por el inmenso amor que albergaba en su interior.
Es evidente que Sta. María Magdalena sí estaba arrepentida de sus pecados.
No hace falta ningún comentario. Magister ha dicho muy bien las cosas
Sandro Magister, como casi siempre (por no decir siempre), magistral.
Gracias Echenique.
¨Vendrán tiempos en que los hombres no soportaran la sana doctrina, antes bien acudirán a una caterva de doctores según su gusto, que alaguen sus oídos y se amolden a sus desordenados deseos¨ (2da a Timoteo, capítulo 4, versículo 3)
Eso no es palabra un hombre, esa es la Palabra de Dios.
Las directrices del Papa Francisco expresadas en Amoris Laetitia permiten que dos personas adúlteras que viven en pecado público, que no están arrepentidas y que tienen la voluntad de seguir pecando, puedan recibir la Santísima Comunión en dicho estado, sin propósito de enmienda alguna.
Eso no es el Evangelio, eso no es misericordia, eso es crueldad.
Un papa no puede convertir un pecado en una virtud. Puede cambiar las letras en papel, puede cambiar la ley, pero no puede cambiar la verdad.
Los números no hacen la verdad. Esta se puede ignorar, se puede negar pero no se puede cambiar. La verdad no tiene ni pasado, ni presente ni futuro.
La verdad no cambia, la verdad es eterna como eterno es el Evangelio de Cristo.
Su misericordia es infinita pero el abrazarla supone arrepentirse, levantarse del sepulcro del pecado. Si no hay arrepentimiento no hay conversión, si no hay conversión no hay redención. No podemos adaptar los mandamientos de Dios a nuestras necesidades personales. La felicidad del ser humano consiste en cumplir los mandamientos de Dios.
La misericordia es el odiar el error pero amar al que yerra. El reafirmar al pecador en su estado es lo contrario a esto. Misericordia no es engañar al cristiano haciéndole creer, para así supuestamente reconfortarlo, que lo que está mal puede de algún modo estar bien. Misericordia son las palabras de Jesús a la Magdalena: ¨Vete y no peques más¨
Ahora,a Brandmuller le van acusar de prostituirse cada noche en un garito
del Trastevere,a Cafarra de ser el jefe del crimen organizado en Marte,y al cuarto de ser el cerebro instigador de la inminente tercera guerra mundial…
Todo muy creíble.
Empezó la guerra sucia que esperábamos.
Y que da al Vaticano el triste honor de haber arrancado,a Palermo y a Nápoles,la capitalidad de la cosa nostra y de la Camorra.
Luz y taquígrafos,que en los sacros Palacios,…todo vale!
Qué Dios se lo demande!!!
No dice nada D. Cigoña de lo que ha pasado en una Institución presidida por el Cardenal Burke?… o mira hacia otro lado? o tambien piensa que la responsabilidad de lo que ocurrio es del Papa? O quiza no haya leido Infovaticana estos últimos dias…
Téngase en cuenta a los intervinientes en este Imbroglio a la italiana y se deducirá que no hay torpeza de ninguna clase, antes por el contrario se le ha encausado al cura Vallejo como ejemplo y aviso para navegantes. No hay misericordia de la buena y aún menos agradecimiento para quienes se aferran a la condición de solo católicos en conciencia, por el contrario aplicación de la misericordia implacable de la defenestración y las tinieblas exteriores.
En este caso los del tribunal sui generis no llamaron como testigos entre otros, al cardenal Tauran que recomendó a la Chaouiqui como cara representativa de la modernidad vaticana dentro de sus éticas financieras; ni a Bertone que dió la concesión a una compañía especializada israelita del control de las comunicaciones digitales del Vaticano al exterior; ni al marido de la dama Chaouqui que era precisamente el ingeniero informático responsable del sistema.
¿Culpable el cura Vallejo de las filtraciones y los secretos papales que no se predican desde las terrazas con entera transparencia? ¿Secretismos confesables o inconfesables ahora que ya ni se lleva el secreto de confesión porque no hace falta detallar los pecados sino presentar un fardo sin desenvolver?
Como quiera que se quiera abordar el caso de esta víctima propiciatoria los modos y maneras del actual Vaticano tras el segundo concilio de su nombre, no saben ni huelen a procedimiento y conductas católicas. Si acaso a interconfesionales. Y aún más a interreligiosas de quienes se han enquistado en a Curia romana tras la invasión descatolizadora.
Dime con quién andas….
Todo este episodio es una vergüenza que demuestra la ineptitud del Vaticano para resolver los problemas más simples.Se diría que Roma está plagada de imbéciles.Al lado de esta gente, hasta Abundio y Pichote eran eminencias.El Vaticano parece un prostíbulo mal dirigido, que es lo peor que puede pasarle a un lupanar, donde la «madame» se las sabe todas (digo esto sin ánimo de ofender).Vayamos a lo importante: mañana cumple noventa años el cardenal Medina, chileno; ya son casi treinta los nonagenarios.La estadística de difuntos en el Sacro Colegio puede ser demoledora en 2017, pues en el presente año sólo han muerto seis purpurados, cuando lo habitual suele ser que fallezcan entre diez y doce.Permanecemos a la expectativa.
Sandro Magister :
Riavvolgiamo il nastro e torniamo al 22 dicembre del 2012., quando la segreteria di Stato diramò il seguente comunicato:
«Questa mattina il Santo Padre Benedetto XVI ha fatto visita in carcere al Sig. Paolo Gabriele, per confermargli il proprio perdono e per comunicargli di persona di avere accolto la sua domanda di grazia, condonando la pena a lui inflitta. Si è trattato di un gesto paterno verso una persona con cui il Papa ha condiviso per alcuni anni una quotidiana familiarità.
«Successivamente, il Sig. Gabriele è stato scarcerato ed è rientrato a casa. Benché non possa riprendere il precedente lavoro e continuare a risiedere in Vaticano, la Santa Sede, confidando nella sincerità del ravvedimento manifestato, intende offrirgli la possibilità di riprendere con serenità la vita insieme alla sua famiglia».
Oggi invece ecco la scarna nota che la sala stampa della Santa Sede ha inoltrato via mail ai giornalisti accreditati, nella serata di martedì 20 dicembre:
«Considerato che il Rev. Vallejo Balda ha già scontato oltre la metà della pena, il Santo Padre Francesco gli ha concesso il beneficio della liberazione condizionale.
«Si tratta di un provvedimento di clemenza che gli permette di riacquistare la libertà. La pena non è estinta, ma egli gode di libertà condizionale.
«A partire da questa sera il sacerdote lascia il carcere e viene a cessare ogni legame di dipendenza lavorativa con la Santa Sede; rientra nella giurisdizione del Vescovo di Astorga (Spagna), sua diocesi di appartenenza».
Questa volta nessuna «visita in carcere», nessun «perdono», nessuna «grazia», nessun «gesto paterno», nessuna «fiducia nella sincerità del ravvedimento», nessuna «estinzione della pena», ma solo un «provvedimento di clemenza» per una «libertà condizionale».
Per non dire dell’assenza di qualsiasi cura per dare al reo – rispedito in patria – «la possibilità di riprendere con serenità la vita».
Eppure era stato papa Francesco, dando retta ai suoi improvvidi consiglieri, a promuovere monsignor Lucio Ángel Vallejo Balda – assieme all’ineffabile Francesca Immacolata Chaouqui – al ruolo cruciale di segretario della Pontificia commissione referente sull’organizzazione della struttura economico-amministrativa della Santa Sede. Con tutto ciò che ne è seguito, fino al processo e alla condanna dei due, lo scorso 7 luglio, per appropriazione e divulgazione illecita di documenti riservati, lo stesso reato per il quale era stato condannato quattro anni prima il maggiordomo pontificio Paolo Gabriele.
Ora monsignor Vallejo Balda non è più nella cella della gendarmeria vaticana. Ma colpisce il gelo con il quale è stato restituito a una semilibertà.
Un gelo che non reca la minima traccia del fervore con cui papa Francesco ha predicato durante il giubileo l’opera di misericordia corporale «visitare i carcerati» (udienza generale del 9 novembre) ed ha accolto in Vaticano una folta rappresentanza di detenuti (messa, Angelus e incontro pomeridiano di domenica 6 novembre), arrivando a dire: «Ogni volta che entro in un carcere mi domando: “Perché loro e non io?”.