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Una cruz que de momento sigue

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Vecinos de Callosa custodian la Cruz de los Caídos para evitar que sea retirada.

Y me alegra mucho.

http://www.diarioinformacion.com/vega-baja/2017/11/24/juzgado-suspende-sentencia-permite-ayuntamiento/1961260.html

Siento la retirada de cualquier cruz. Me hiere. Fueren cuales fueren los motivos de su erección.

Y si para conmemorar a los asesinados, sí, asesinados, en un momento trágico de nuestra historia, pues añado dolor. Cierto que hubo otros muertos, ejecutados o incluso asesinados algunos, que no tuvieron cruz. Pero es que no pocos de ellos no la querían. Hasta la odiaban. Incluso derribaron o quemaron las que estuvieron a su alcance.

Han desaparecido de muchas de ellas símbolos políticos del pasado. Vale. La Cruz de Cristo no debe tener símbolos políticos. Él abraza a todos  desde ella a los que se quieren dejar abrazar. Carrasco Formiguera, por ejemplo. Y otros muchos que en el último momento, con culpa o sin ella, quisieron morir bajo sus brazos amorosos. Para todos estaban abiertísimos los de Aquel que murió por nuestros pecados.

Nunca he sido josentoniano aunque respete la memoria de un joven adornado de notables cualidades que murió ejecutado por sus convicciones. Aunque pueda compartir algunas. Siempre me pareció un error que la lápida de los muertos en tantas parroquias de España, católicos en su inmensa mayoría o muertos en el frente de batalla en aquellas que no estuvieron bajo el dominio rojo, estuviera encabezada por el fundador de Falange. Los tiempos fueron los que fueron y el error debe corregirse. Me parece muy bien. Allí José Antonio Primo de Rivera no pintaba nada. Y la gran  mayoría de los asesinados, o de los muertos, no tenían nada que ver con él. No pocos ni sabrían de su existencia.

Creo que ese error, débil de nuestra Iglesia, aunque pudiera ser comprensible entonces su debilidad, no tiene hoy el menor sentido. Y que su nombre debería figurar, como muchos, entre los muertos de su parroquia. En ninguna más.  Se me podrá decir que en esa parroquia hubo más muertos de los que figuran en la lápida caso de que los hubiere, que no lo sé. Pero la lápida, de existir, la pusieron unos y no otros. Y los que figuraran serían en gran parte católicos y los ausentes más bien no. Del catolicismo de José Antonio, más o meno practicante, que eso no lo sé, no hay dudas. Ni en sus últimos momentos.

Me he extendido demasiado en la persona del fundador de la Falange. Pienso que no pinta nada en ninguna parroquia de España salvo en la suya. Y que no debió estar. Que desaparezca su nombre me trae sin cuidado. Que los suyos, entre los que no me cuento, lo guarden como quieran, es cosa que respeto. La memoria de los asesinados, católicos en su inmensa mayoría, los fieles de hoy la deberían conservar. Y una cruz, siempre.

Parece que la de la entrada de momento se ha salvado. Dios quiera que por muchos años.

 

 

Comentarios
8 comentarios en “Una cruz que de momento sigue
  1. Simplocio: Sus adhesiones valen en lo que valgan. Inasequibles al desaliento. Son suyas, las ha expuesto y fin. Yo no las comparto aunque pueda entenderlas en cualquiera. Hoy poquísimos. Usted y cuatro más. Son muy dueños de ellas. Pero este Blog no es, ni quiere serlo, una exaltación de José Antonio. A quien puedo tener respeto pero ninguna vinculación. No me ha movido en ningún momento de mi vida. Su amores falangistas, que es muy dueño de tenerlos, en sus ambiente. Aquí, simplicísimamente, usted está de más. No me gusta nada. Adiós, muy buenas.

  2. Amigo de la Cigoña:
    Pues usted se lo perdió. O se lo hicieron perder aquellos jesuitas. Quizá de aquellos polvos vienen estos lodos.
    Pero está a tiempo de vivirlo, quizá por primera vez. De experimentar el inmenso orgulloso de ser español y vivir el patriotismo en su máxima expresión, de sentir una emoción inigualable, de contemplar el mayor espectáculo patriótico del mundo entero. Vaya usted a la Plaza de Oriente un 20-N.
    En cuanto a los nombres en las iglesias de toda España, la razón es justificadísima. Aquella Iglesia de España había vivido la mayor persecución de toda la Historia de la Iglesia Católica. Aquella Iglesia había vivido una Cruzada contra los enemigos de la Fe y de la Patria y había vencido. El número de mártires y de caìdos fue enorme. Era muy natural que sus muros lo dijeran. De forma sencilla, por otra parte. Una Cruz, una lista de nombres encabezada siempre por José Antonio, la expresión «Caidos por Dios y por España» y un ¡Presentes!
    Lo mismo lo hay en todas las Iglesias de Europa, con las listas de sus muertos en la I Guerra Mundial y en la II Guerra Mundial si eran del bando vencedor. Sólo que aquellos muertos no lucharon en una Cruzada ni lo hicieron por salvar a la Iglesia.

  3. Don Luis H.
    José Antonio fue el primero. No cronológicamente, sino en la gradación, como «Primus inter pares». Es evidente de todo punto que José Antonio representó el espíritu de una época de Cruzada y de Caídos. De una Resurrección Nacional que primero exige la muerte sacrificada y redentora. Su nombre, junto a la Cruz, encabezaba los nombres de los Caídos en miles de iglesias. Su nombre rotulaba las principales calles y plazas de todos los pueblos de España. Su tumba, primero ante el Altar Mayor del Monasterio del Escorial y luego ante el Altar Mayor del Valle de los Caídos, tenía y tiene el mismo significado. Bajo la Cruz más alta del mundo. En el mayor monumento funerario del mundo. En la obra arquitectónica más grandiosa del siglo XX.
    Posiblemente por nadie se hayan celebrado más funerales en todo el mundo. Su doctrina, su palabra, su obra y su misión empapaban todo el suelo y el subsuelo de nuestra Patria. Su retrato en las escuelas, su pensamiento en la Formación del Espíritu Nacional que se daba en las clases, en la Sección Femenina por la que pasaron casi todas las mujeres expañolas para hacer el Servicio Social. En los campamentos del Frente de Juventudes y de la OJE, en el Auxilio Social, en los Sindicatos Verticales, en las Jefaturas y locales del Movimiento. Incluso después de muerto Franco y hasta el día de hoy. Su figura, su himno, sus emblemas, han traspasado las fronteras. El «Cara al sol» es el único himno capaz de competir con «La Internacional» en todo el mundo.
    Son millones de personas las que han seguido y admirado a José Antonio Primo de Rivera.
    Decir que su pensamiento se contradice con la doctrina de la Iglesia es un despropósito. Jamás el Magisterio Eclesiástico, bien exigente entonces, dijo tal cosa.
    Por el contrario, el Estado Nuevo que surgió de todo aquello, preñado de su ideal de justicia social y grandeza patria, fue del todo conforme con el Derecho Público Cristiano y la Doctrina Social de la Iglesia. Difícilmente se hallará un Estado más católico.
    Por contra, la CEDA era una cosa provisional, sin sustancia propia, un malminorismo, un posibilismo, que no han dejado huella ni emoción.
    El carlismo sí, claro. Es que el carlismo es la España vieja que se resiste a morir, es la Tradición, es la España de siempre que se piensa y se reconoce en su Historia. Por eso los cimientos y la estructura exterior del Régimen era tradicionalista y el carlismo le dio a la guerra el espíritu de Cruzada y su constitución final como Monarquía Católica, Tradiconal, Social y Representativa. Y en el interior, en la justicia social, la empresa y el trabajo, la seguridad social, la representación sindical, la protección a la familia, el ordenamiento era falangista, hecho por falangistas.

  4. Simplicio, se equivoca de quilla a perilla, con todo respeto. Ni José Antonio fue el primero ni buena parte de su doctrina es compatible con la fe católica. No dio tiempo, pero la Iglesia había aprendido ya del error de la convicción política que considera bien a la Iglesia porque es un «elemento de orden». Eso le había pasado a Charles Maurras y su Acción Français en el país vecino. Cierto que Maurras no tenía fe, luego recibió el don, y José Antonio, por tradición y convencimiento, la tenía. Pero el totalitarismo por el que aboga Falange ni estaba en la tradición política española ni tenía un fondo cristiano. Otra cosa es que por ser la España que era, el catolicismo de quienes lo formaban le diese un carácter singular. Pero ni comparar, sin ir más lejos, con la gente que formaba parte de la CEDA o del carlismo. Ni comparar.
    Y este problema de instrumentalizar políticamente la fe también se da hoy. Ojo avizor con el tema.

  5. Simplicio: Tiene usted gran simpatía y admiración por José Antonio Primo de Rivera. Es muy dueño de ello y eso es cosa suya. Yo nunca fui falangista. En mi casa no lo eran, aunque si de Franco, y los jesuitas con los que estudié de 1949 a 1956 tampoco. Jamás en el colegio, en los años en los que estuve, se cantó el Cara al Sol. Seguramente años antes sí. Pues crecí sin esos fervores y jamás me pusieron, ni luego me puse, la camisa azul. Aunque naturalmente sí camisas azules. Me he referido siempre a José Antonio con respeto y no creo estar obligado a más. Ni como católico ni como español. El caso de otras personas, como usted, también me parece respetable, y más en estos días, pero esas banderas no son las mías, sólo tengo la de España, ni haz con flechas ni más rosas que las que le puedo regalar a mi mujer o las que veo muy hermosas en los rosales. Pues desde esa posición pienso que José Antonio no pintaba nada en todas las iglesias de España, excepto en la catedral de Sevilla pues el cardenal Segura, que no era ningún rojo, no lo permitió. Los tiempos vinieron como vinieron y se pueden entender fervores del momento en unos y condescendencias en otros. Pero ni Franco, ni Castaños, el gran duque de Alba, Daoíz y Velarde, Agustina de Aragón, los héroes de Baler, Carrero Blanco, Hernán Cortés o Don Marcelino Menéndez Pelayo pintarían nada en los muros de todas la iglesias españolas. Y creo que Franco hizo muchísimo más por la Iglesia de España que José Antonio. Que este por la Iglesia hizo bien poco salvo manifestarse católico y morir como tal.
    Puedo entender que en un templo que Franco reconstruyó haya una placa recordándolo, que en la iglesia de los jesuitas de Serrano pudiera haber otra en memoria de Carrero, asiduo a misa diaria en el templo ante cuyos muros fue asesinado precisamente cuando regresaba de misa, que en la catedral de Santander esté enterrado Menéndez Pelayo y en la de Granada los Reyes Católicos, que Franco y José Antonio esperen la resurrección en el Valle de los Caídos, que en el claustro de la catedral de Vich esté enterrado Balmes y en el de la de Ávila Sánchez Albornoz y Adolfo Suárez. Todo me parece bien. Como los nombres de los parroquianos asesinados en sus parroquias respectivas no pocos por ser simplemente católicos. Sólo digo que el nombre de José Antonio en todas las iglesias de España siempre me pareció excesivo.

  6. Por cierto, que la mayoría de los Caídos que figuran en la Cruz de los Caídos de Callosa de Segura lo fueron porque intentaron liberar a José Antonio de la cárcel de Alicante.

  7. Tu quoque, Brute, fili mi?
    Tú también, Cigueña de mi Torre, lanzas cagaditas contra los santos nombres de mis muros?
    Aquellos nombres gloriosos de quienes dieron su vida por Dios y por España. Mucho más gloriosos que aquellos nombres que se esculpen en las iglesias de toda Europa para recordar a quienes fueron carne de cañón de intereses masónicos y mundialistas. Esos europeos no sabían por qué morían. Los nuestros, los Caídos por Dios y por España, sí que lo sabían.
    Y al frente de todos ellos, el más importante, el más glorioso, el Caído por antonomasia, para el resto de sus compañeros Caídos, para los españoles que combatieron en la Cruzada, para la España Católica que volvía a resurgir, José Antonio Primo de Rivera.
    Por su figura, por su obra, por su Falange, por su Doctrina, por sus ideales, que dieron forma política, estética, moral y patriótica a la Revolución Nacional, a una guerra que fue liberación y salvación, para una reconstrucción nacional que llevaba su sello y su estilo.
    Cuando hay varios mártires la Iglesia nombra al primero y al resto como compañeros mártires: San Carlos Lwanga, San Mauricio, San Pablo Miki. Y lo mismo en las Beatificaciones: Y 115 compañéros mártires. Y 55 compañeros mártires.
    Pues el primero de 113.178 compañeros mártires fue José Antonio Primo de Rivera. Así lo sintió y así lo vivió toda una generación patriótica, la mejor generación de españoles que hemos tenido en mucho tiempo. Y así lo seguimos sintiendo muchos, no sólo en España.
    Por eso fue justificadísimo. No fue ningún error. El error, el olvido, la traición, el perjurio, son de ahora, no de entonces.
    José Antonio Primo de Rivera ¡¡¡ PRESENTE !!!

  8. Esa cruz debería ostentar una placa en honor a los sacrificados callosinos que se están dejando media vida en protegerla y defenderla de la furia del «Ayuntamiento del Odio». Es un esfuerzo de fe maravilloso, constructivo y pacífico que ya sólo estaba en los libros.

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