Quién iba a decir que llegaría un papa indocto. Charlatán. Paupérrimo. Subjetivo. Totalitario. Sin estudios. Sin cultura. Sin nociones fundamentales en teología y filosofía. Con altibajos mentales. Mal vestido (véase siempre su sotana ligera y mal puesta). Sin presencia. Sin liderazgo. Codeándose sólo con algunos, no con todos, esto es: sectario. Abyecto. Rencoroso. Vengativo. Preocupado, muy preocupado por lo que se dice de él. Más fuera que dentro de sí. Incoherente. Inesperado. Sin apariencia de bien. El que habla con el dedo índice. El que habla detrás de rejas. El que trata la fe como un paquete de logística. El carrerista por antonomasia. El interesado y sectario en el nombramiento de cardenales. El que cuando no le interesa no sabe, y sí sabe cuando le interesa. El que hace desplantes a los buenos. El que ayuda a unos pero no a todos. El oscilante. El pendular. El de los fuegos artificiales. El esloganero barato. El transformador de la realidad y el forzador de la Verdad. El parcial. El ladino. El político peronista. El que no tiene biografía ni fotos bonitas. El de pasado oscuro y triste. El que deja correr la herejía sin preocuparse. El revoltoso con las congregaciones religiosas fieles a la Fe católica. El alérgico a la buena Iglesia de Cristo. El que usa la mascarilla poco y nunca dice el por qué de sus acciones. El que no da cuenta a nadie mal usando su poder absoluto. El de rostro cansino. El encantador de mensos.

Todo esto a bote pronto. Si se hace un estudio saldría algo mejor.