| 20 junio, 2015
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Ayer daba cuenta del fallecimiento de un obispo uruguayo a quien le habían aceptado una renuncia precipitada por causa grave. Y he tenido dos o tres correos que me mueven por razones de pura justicia a traerle de nuevo al Blog. La fotografía que le hice era exacta pero incompleta. Algo así como si en una biografía de San Pablo la concluyéramos en el momento en el que guardaba las vestiduras de quienes apedreaban a San Esteban. Cierto que cuando escribí la primera entrada no sabía más de Francisco Domingo Barbosa da Silveira, obispo emérito de Minas, así figura en el Annuario Pontificio, pero sabiendo ahora bastante más de él creo que debo contarlo.
Aceptada su renuncia, por turbios motivos, vino a España donde llevó una vida ejemplar de retiro, oración, entrega a los necesitados… Pronto, vista su conducta, volvió al ministerio sacerdotal, no al episcopal, con una entrega admirable. Era el P. Pancho, querido por todos, y la mejor prueba de ello fue el funeral celebrado en Aravaca que abarrotó la iglesia. Y la gran mayoría de las personas asistentes, sin duda por cariño al sacerdote fallecido, ignoraban su carácter episcopal. Que él jamás mencionaba.
Edificó a todos y más si cabe a quienes conocían su historia. Quien le trató mucho me decía que él en más de una ocasión había pensado sobre Pancho, por supuesto que salvando las distancias, en lo de la felix culpa que trajo los frutos que trajo.
Un cáncer galopante se lo llevó casi sin enterarse nadie y con plena aceptación por su parte del inminente desenlace de su paso por este mundo.
Me alegra muchísimo dar cuenta de este final de una vida que lavó ante Dios cualquier fracaso anterior. No todos los implicados en hechos semejantes terminan de un modo tan ejemplar. Y pienso que sería muy injusto que lo que quedara en el Blog de «Pancho» fuera solamente la entrada anterior.
No es un «confiar,y haz lo que quieras»;
Es un constante empeño en mejorarse.
Es una lucha asidua en que embarcarse,
Que va a durar por siempre hasta que mueras…
Es un combate sordo con mil fieras
Que quieren de tu ser apoderarse….
Es un trillón de veces confesarse,
Limpiandote del fango que tuvieras….
Y piensa que si, así,logras muy poco,
Satán lo que pretende es que no luches
Haciendo de tu vida un lodazal…
!Serias el más grande de los locos!
Tan grave tentación jamás escuches,
Pues » no luchar» es siempre el peor mal.
¡Muchas gracias! El triunfo de la misericordia de Dios y el valor de la conversión, la enmienda y la penitencia. Así no más. Saludo y oración desde este rincón del mundo.
Don Francisco José siempre me gusta, pero hoy se ha superado a sí mismo con creces.La historia demuestra el infinito poder de la gracia y cómo cualquier pecado, por horrendo que sea, es lavado gracias a la sangre que Nuestro Señor Jesucristo derramó, porque no vino al mundo para salvar a los justos sino para redimir a los pecadores.
Un consejo:
Incluya este texto en la entrada anterior. Internet es muy ‘cruel’ y dándole a los buscadores (hoy, mañana, o dentro de 10 años) puede que aparezca sólo la primera entrada y no ésta. Quien la lea se llevará la impresión sólo de la entrada previa …. lo cual ud. mismo reconoce que no es correcto.
Saludos
Don Francisco, sabe que le sigo desde el principio, cuando escribía ocasionalmente en rumores de ángeles.
Aprovecho este post para decirle, que aunque ud. puede escribir de lo que quiera, que como dice el blog es suyo, cuando escribe entradas como estas, lo hace mucho mejor, y sabe tocar la tecla para conmover, y edifican más que las otras.
Gracias, Paco Pepe, por el final de esta historia real. Y ha sido un acierto contarla en dos tiempos. Es como un apólogo sobre la penitencia y, más aún, sobre la misericordia: esa cualidad divina tan falsificada hoy día y cuyo correlato humano, necesario, es el arrepentimiento. Es muy consoladora esa posibilidad de «un punto de penitencia» en la hora de la muerte que libra al Tenorio del infierno. Pero es mucho más grande la misericordia de Dios cuando concede al pecador un largo «tiempo de verdadera penitencia» y reparación en esta vida. La iconografía católica nos presenta tipos de Magdalenas y Jerónimos penitentes, en su cueva y con la calavera, pero —con el mismo espíritu— el penitente puede ser un curita sencillo que ejerce su ministerio lejos de su patria.
Muchas gracias Sr. director por su muy justa y necesaria aclaración
Gracias, don PacoPepe, por este post tan justo y edificante, muestra de la misericordia de Dios y del gran corazón que usted tiene.
Que Dios le bendiga.
Me parece que es interesante recoger las palabras escritas por el actual Obispo de Minas sobre el fallecimiento:
http://www.desdelverdun.org/2015/06/sacerdote-para-siempre.html
Muchas gracias!
Cigüeña, rectificar es de sabios,
empecinarse, de necios
pedir perdón y disculpas, de cristianos honestos.
……
PS/
El cura de mensajeros es un empecinado.
y hasta el último día no esta dicha la última palabra para nadie. Ese es el mayor regalo de amor del Padre… La libertad de adherir a la Gracia, único vehículo de salvación disponible. Dios lo tenga en su Gloria!
Blogger
Deberías traer a la Torre más historias de salvación como esta,en las que puede palparse como el Señor-tambien en tiempos recios-limpia,sana,perdona,arranca del fango…
Lejos de la misericordina demagogica-que caricaturiza y deforma el auténtico Rostro divino,y que no pasa de ser un voluntarismo barato-,el Señor obra en cada uno de nosotros una metanoia…!si nos dejamos!Porque El si se toma en serio la libertad que nos regalo,y la respetara hasta el final…
Pues si
Félix culpa!!!
Donde abundo el pecado,sobreabundó la Gracia.
Bendito Médico y Salvador el que tenemos,que es capaz de curar cualquier afección por dañina que sea.
Ya el leproso suplicó:Si vis,potes me mundare…!
Y ya lo creo que quiso!…:Voló,mundare.
Pero también bendito Hospital,la Iglesia,que más allá de sus cloacas cuenta con magníficos medios para curar…
Me ha encantado
Preciosos post!!!