| 24 septiembre, 2023

Por el blog Le Salon Beige hace unos días, me enteré de la existencia de un
obispo malayo, nombrado cardenal el 9 de julio, Sebastián Francis.
Sus palabras en medio de tanta oscuridad son una luz y guía pues nos dice que
“debemos mirar… hacia arriba, hacia el Reino de Dios en los cielos… Fiat voluntas tua,
sicut in caelo et in terra.
En Asia, el Cielo y la Tierra se funden en una sola realidad en
el Reino de Dios. La parábola de la semilla de mostaza nos recuerda que incluso la más
mínima cantidad de fe puede mover montañas, y la parábola de la levadura enseña que
el Reino de Dios puede tener comienzos humildes, pero crecerá y ejercerá su influencia
desde adentro y no desde afuera”.
“Por eso, los católicos actuarán desde adentro de una cultura… cambiando
gradualmente la cultura… para integrar los valores de Cristo y su Evangelio. Debamos
vivir en con nuestra identidad cristiana en medio de la diversidad cultural y religiosa.
¡Es Asia!”
Hijo de indios, pues de la India emigraron sus abuelos, su nombramiento fue
festejado en ese país. Y con respecto a su origen familiar dice: “Acepto mis raíces indias
y estoy feliz de que también haya alegría y júbilo en la comunidad católica india. La
palabra ‘católico’, proviene de la palabra griega ‘katholikos’ que significa ‘universal”.
La universalidad de la Iglesia Católica hace de la Iglesia un solo cuerpo”.
Es un mensaje que llega desde el lejano Oriente como una música. Ninguna
ambigüedad, ningún término confuso que necesita aclaraciones. Ninguna referencia a
pecados “ecológicos”; ninguna invitación a cuidar la “casa común”; ninguna alusión al
cambio climático, ninguna convocatoria a diálogos inútiles.
Pero sí una respuesta responsable ante la realidad del mundo actual, con los pies
en la tierra y la mirada hacia el cielo. El mensaje de siempre: alabanza a Dios y a su
nombre, que venga su Reino… dos parábolas siempre vigentes y oportunamente
recordadas.
Es lo que necesita un Occidente que fue cristiano y hoy se hunde en la apostasía.
Gracias, hermano de Oriente, por este mensaje que prueba la asistencia de Cristo a su
Iglesia, cuando ella lo predica, sin vergüenzas ni respetos humanos. Por eso, hoy en
Asia el catolicismo crece.
Bernardino Montejano
Conservar la esperanza en estos tiempos es sumamente difícil. Hasta no hace mucho hubiera llamado la atención el caso de algún cardenal que no hablara de Dios. Hoy por desgracia la noticia es la contraria. Las referencias continuadas del papa a temas extra eclesiales, y sus ominosos silencios sobre los que verdaderamente le son propios suponen un insulto a la razón. Falta saber que sucederá en el momento que finalice el actual pontificado. Existe la posibilidad de una reacción -de eso no cabe duda- y sin embargo esa posible reacción no hará más que descalificar aún más a un colegio cardenalicio cobarde e incoherente. Haría bien el próximo papa en tomar buena nota de los actuales aplaudidores, de los pelotas y pusilánimes que cargándose la tradición de la Iglesia han seguido los dictados del mundo. Los cambios en la Iglesia resultan a veces sorprendentes por lo rápidos, de unos papas santos hemos pasado a un activista ecológico, regañador de los propios y alabador de lo ajeno. Hemos pasado de la sabiduría a la opinión infundada, y como resumen de todo a un régimen de pánico generalizado en el seno eclesial, puesto que ha desaparecido el mérito y en su lugar se ha instalado la afección o desafección al huesped de santa Marta. Todo ello se inició en el mismo momento de la elección del cardenal Bergoglio. No hubo tiempo de pausa ni proceso de cambio, todo vino de golpe y el tiempo no ha hecho más que manifestar lo que en principio pudiera haber quedado escondido. En fin, esperemos aún un poco más si es que lo aguantamos, no nos queda más remedio.
Algún cardenal católico queda.
La semilla que plantó san Francisco Javier hace cinco siglos empieza a dar sus frutos…