Un monasterio femenino que no se muere: se expande

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Monjas cistercienses de Boulaur

La abadía iba a cerrar hasta que intercedió una joven ahora en proceso de beatificación

El fenómeno de Boulaur: una abadía a reventar que ha vuelto a la esencia monástica de la Edad Media

Si no tuvieran cerebro de anémona a otras se les ocurriría copiar y pegar.

Porque su sistema solo tiene una salida. La muerte irremisible y ya en  puertas. Pero dec¡didas al antes muertas que observantes lo suyo no tiene arreglo.

Pues hay casos de vida.

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Como estas monjas francesas.

https://www.religionenlibertad.com/personajes/834037319/abadia-boulaur-vocaciones-jovenes-edad-media-xxi.html

 

Comentarios
8 comentarios en “Un monasterio femenino que no se muere: se expande
    1. No. Celebran la liturgia post conciliar, muy cuidada y con mucho gregoriano. Son buenas.
      La actual abadesa ha sido recientemente visitadora apostólica de alguna comunidad tradicional en proceso de ‘’misericordiación’’.

  1. Como siga esto así, al final la Iglesia retornará de un modo natural a la Tradición abandonada: con abundancia de vocaciones en los institutos fieles a la Santa Fe, los únicos que crecen. Y si la FSSPX estuviera regularizada canónicamente, tendría un crecimiento exponencial. Lo aseguro.

  2. Digámoslo claro: identifican su compromiso de vida y la asunción martirial (qué rima con marcial) del carisma a través del vestido religioso que implica además una evangelización pasiva para miles o cientos de miles de personas que las ven.

    Las órdenes progresistas sin el hábito y con actitudes mundanas están irremisiblemente condenadas a la desaparición de la extinción: son muerte.

    Desde el Concilio Vaticano segundo, hace más de sesenta años, han demostrado que su opción es equivalente a la muerte, y no solo suya, no, ni de la Iglesia, sino de toda la sociedad circundante al monasterio o convento, la cual queda protegida por las oraciones del monasterio.

    Una monja con hábito que asume su carisma no es una bendición solo para su orden o para la Iglesia, para nada, es una bendición para la sociedad que está a su entorno, esté integrada o no por católicos. Es la función social de la religiosas, que procede de esta evangelización del orar, vestir y sufrir.

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