Un hermoso día en Burgos (I)

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IMG_2275 Nos lo tomamos con calma. Salimos mi mujer y yo el viernes con destino a Burgos. Visitamos Melgar de Fernamental, que ya conocíamos, con su monumental iglesia, de aspecto catedralicio, naturalmente cerrada a cal y canto. El exterior muy hermoso. Comimos muy bien en El Castillo, de Olmillos de Sasamón, que tiene además un castillo hermoso y por la tarde la gozada de volver a admirar la espléndida iglesia de Sasamón, a dos o tres kilómetros de Olmillos. Es verdaderamente extraordinaria. Y allí unos jubilados, amabilísimos, se la muestran a los visitantes. No os perdáis, los que puedan, visitar Sasamón. El sábado, Burgos. La catedral está preciosa. ¿Es la más hermosa de España? Arquitéctónicamente, es decir su continente, sin duda. Ya en cuanto a su contenido yo me inclinaría por Toledo. Y Sevilla en tercer lugar. Los exclusivistas del románico, por supuesto Santiago. Para nosotros afectivamente la primera. Y que en el peor de los casos no bajaría de la cuarta. Para retablos, Toledo. Pórticos, Santiago. Cimborrios no hay ninguno como el espectacular de Burgos. Pero la visita en esta ocasión no era artística. Tomaba posesión de la archidiócesis Don Fidel Herráez. En olor de multitudes. Nos ha sido gratísimo comprobarlo. Don Fidel tiene una extraña virtud que ojalá fuera la de todos los obispos. Se hace querer porque es bueno. Tiene otras cualidades, naturalmente importantes, es doctor, tiene una extensísima experiencia como administrador diocesano efectivísimo, es culto, de educación exquisita, afable, simpático, humilde, agradecido, fiel, piadoso, de buena doctrina… pero sobre todo es bueno. ¡Qué mejor para un obispo que lo que tiene que ser es el Buen Pastor! Pues por su bondad fuimos muchos de fuera y pienso que el pueblo católico de Burgos se lo sospechaba porque acudió multitudinariamente hasta abarrotar la catedral. Y no es una catedral pequeñita. Muchísimos obispos. Entre ellos cuatro cardenales. Rouco, Cañizares, Amigo y Blázquez. He leído que cuarenta obispos. Que muchos son. Aunque estaba en un lugar privilegiado para ver la procesión de entrada, la de salida fue un desmadre, me fue imposible reconocer a todos. Y además a algunos me es imposible reconocer porque desconozco sus caras: el arzobispo de Mérida-Badajoz, el obispo de Tarazona, los auxiliares de Sevilla y Pamplona… No sé si estarían pero si hubieran estado no sabría quienes eran. Y a algún otro que en una parada hubiera reconocido en la procesión me era imposible. Sí vi a los arzobispos de Madrid, Sevilla y Oviedo, al electo de Barcelona, al castrense, a los obispos sufragáneos de Madrid, Alcalá y Getafe, a los sufragáneos de Burgos, Iceta, Melgar y Asurmendi, a los de Lugo, Santander, Ciudad Rodrigo, Córdoba y Segovia, al auxiliar de Madrid, Martínez Camino, que comienza a ser impresentable que no le encomienden una diócesis, al emérito de Segovia, que siempre me alegra verle y en lo precipitado de la procesión tal vez reconocí a alguno más que ahora no recuerdo. A los que me dirigieron una sonrisa, mi agradecimiento. Leo que más de cuatrocientos cincuenta sacerdotes. Cifra verdaderamente espectacular. Burgaleses y venidos de fuera. Con alguno, alto cargo y muy amigo, de Don Fidel y mío,  en un arzobispado próximo, me tomé un café previo a la ceremonia. A otro, que a mí me parece el cura más listo de la Iglesia hispana, qué no sé donde nació pero que merecería ser gallego, me lo tropecé a la entrada y la salida. Cordialísimo como siempre desde que nos hemos conocido no hace muchos años. Si me llegara a leer un saludo. Al fidelísimo secretario de Don Fidel, otro abrazo. Y de lejos vi a otro cura al que encontré gordísimo. Y eso que las albas disimulan. Salvo que se hubiera puesto una de monaguillo alto. Había curas gordos pero tanto… Entre personalidades civiles vi a Álvarez del Manzano, a Lucas y me pareció reconocer a Romay, el presidente del Consejo de Estado. Las autonómicas y locales las desconozco. Un compañero de silla me dijo que creía que iba a venir la señora Cifuentes. Pero creo que no vino. Como me desagrada verla pues no tuve ese desagrado. El arzobispo emérito, todavía como administrador apostólico, que con el nuncio fueron los cocelebrantes principales, le dirigió unas palabras muy propias. Creo que Don Francisco Gil Hellín fue un más que discreto arzobispo de Burgos y su entrega de la diócesis sólo merece alabanzas. Muy bien todo lo que dijo. La homilía de Don Fidel muy hermosa y muy en su estilo. «Para que tengan vida» es su lema episcopal. Y viene dispuesto a darla para lograrlo. Lo va a hacer. Es lo que ha hecho en toda su vida episcopal. Cuando a las once de la noche le encontrabas en su despacho siendo el único habitante, desde hacía muchas horas en las oficinas de Bailén.  Horas que eran para todos. A disposición de todos. Os la enlazo. http://www.archiburgos.es/2015/11/28/primera-homilia-de-don-fidel-herraez-vegas-como-arzobispo-de-burgos/ La procesión de salida ya dije que desmadrada. Don Antonio María Rouco y Don Carlos Osoro quedaron atrapados entre la multitud que acudía a felicitar a Don Fidel y como muchos eran madrileños les paraban en su salida. Creo que a ambos tuvo que gustarles tanta cordialidad de la gente. Don Fidel, ya a unas hora intempestivas pues la de comer estaba muy pasada, recibía multitud de abrazos y saludos. Se paraba con todos y algunos parecían notablemente pesados. Nosotros salimos de la catedral a las tres y media. Y había gente detrás. Pues a comer y camino de Madrid tras un día gozoso. Enhorabuena, Don Fidel. Qué gran arzobispo se lleva Burgos.    

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