1 comentarios en “Un dominico francés contra la Fiducia”
Magnífico artículo, Paco Pepe. Hace unos días comentaba que echaba de menos la labor teológica que su añorado Victorino Rodríguez hubiera desarrollado a propósito de ese bodrio doctrinal del binomio-Fernández-Bergoglio. Perrier es de la Facultada de Teología de Toulouse, una escuela de teología donde sentaron cátedra Labourdette, Gagnebet, Nicholas, ahora Bonino. Editores de Révue Thomiste fue el foco de dinamismo teológico de Francia que ponía base teórica al historicismo de los teólogos de la escuela de Le Saulchoir. Me honré con la amistad de Jean-Marie Mérigoux, formado en Toulouse y experto en teología islámica, que trabajó duramente en Irak y Egipto. Me regaló «Les grandes amitiés», de Raisa Maritain, para darme a entender cómo entendía él ese afecto mutuo.
Por fin, ha aparecido un trabajo teológico serio que pone al descubierto las perversiones de un escrito ayuno de razones, por más que se le quiera envolver en el celofán de la misericordia. Contrasta ese trabajo serio con el de los teólogos dominicos españoles Gelabert y Osuna, perdidos en paabrería vana, que hubieran enrojecido de vergüenza, aquél a Llamaera y éste a Ramírez, Urdánoz, entre los moralistas españoles. No sólo no abordan la teología de la bendición, sino que se pierden, para defender lo indefendible, en ataques al oponente y en el humo espeso de la bendición y la maldición.
Magnífico artículo, Paco Pepe. Hace unos días comentaba que echaba de menos la labor teológica que su añorado Victorino Rodríguez hubiera desarrollado a propósito de ese bodrio doctrinal del binomio-Fernández-Bergoglio. Perrier es de la Facultada de Teología de Toulouse, una escuela de teología donde sentaron cátedra Labourdette, Gagnebet, Nicholas, ahora Bonino. Editores de Révue Thomiste fue el foco de dinamismo teológico de Francia que ponía base teórica al historicismo de los teólogos de la escuela de Le Saulchoir. Me honré con la amistad de Jean-Marie Mérigoux, formado en Toulouse y experto en teología islámica, que trabajó duramente en Irak y Egipto. Me regaló «Les grandes amitiés», de Raisa Maritain, para darme a entender cómo entendía él ese afecto mutuo.
Por fin, ha aparecido un trabajo teológico serio que pone al descubierto las perversiones de un escrito ayuno de razones, por más que se le quiera envolver en el celofán de la misericordia. Contrasta ese trabajo serio con el de los teólogos dominicos españoles Gelabert y Osuna, perdidos en paabrería vana, que hubieran enrojecido de vergüenza, aquél a Llamaera y éste a Ramírez, Urdánoz, entre los moralistas españoles. No sólo no abordan la teología de la bendición, sino que se pierden, para defender lo indefendible, en ataques al oponente y en el humo espeso de la bendición y la maldición.