Un cura que ojalá llegue a los altares

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00 20453375 Un querido amigo, lector del Blog, me da a conocer un sacerdote de cuya existencia no tenía ni idea y que me parece verdaderamente notable. En días de escándalos sacerdotales, sumamente minoritarios pero aireadísimos en los medios, creo que es de la mayor importancia que el pueblo de Dios sepa de otros muchos que han vivido y viven su sacerdocio con gran dignidad y algunos, más de los que podríamos pensar, con notable santidad. Éste fue uno de estos últimos. En el Blog aparecen desgraciadamente casos de indignidad sacerdotal. Bueno es que también vengan a él los buenos ejemplos. Como el de este cura riojano trasplantado a Cádiz y que dejó por donde pasaba el buen olor de Cristo. Ojalá la iniciativa de su canonización prospere pero si no llegara a feliz término que nos quede al menos la memoria de un excelente sacerdote que afortunadamente no fue rara avis sino uno más de los muchos que han vivido admirablemente su entrega a Cristo y a sus hermanos. Las diócesis se esfuerzan en mil cosas inútiles y algunas contraproducentes. Bueno sería que se esforzaran algo en mostrarnos los tesoros de santidad desconocidos que han vivido en ellas. Durante muchos siglos y también, gracias a Dios, hoy. Todos agradeceríamos saber que esos, y esas, eran de los nuestros. O, mejor dicho, que nosotros, con tantas imperfecciones y pecados, somos, pese a nuestras miserias, de esos. De ahí nuestro orgullo, nuestro santo orgullo, de ser de su Iglesia. Esto me escribe mi amigo: Estimado Paco Pepe:     En adjuntos le envío el borrador que desde Cádiz me envía el sobrino de un gran párroco de Huércanos para el inicio de su proceso de Beatificación y Canonización, con el objeto de hacer las sugerencias que estime oportunas. Se trata de D. FRANCISCO GONZÁLEZ METOLA, natural de Santo Domingo de la Calzada y que, tras servir a la diócesis calagurritana diez años, desarrolló una gran labor social, educativa y religiosa en los campos gaditanos de Jandilla. Llama la atención como un sacerdote que salío de Huércanos en 1938 todavía es recordado con veneración por los que todavía vivos le conocieron y, en general, por la mayoría del pueblo que hemos oído a los mayores de su bondad y recto proceder. Tras 76 años D. Paco, como aquí se le conocía, es alguien cercano para muchos y nos alegra enormemente que su estela de santidad sea motivo del inicio del proceso para su reconocimiento por parte de la Iglesia. Si todos los sacerdotes fueran así, sacerdotes según el Corazón de Jesús, otro gallo nos cantara. http://www.lavozdelnajerilla.com/18/02/2015/huercanos-se-inicia-el-proceso-de-beatificacion-y-canonizacion-del-padre-francisco-gonzalez-metola-que-fue-cura-parroco-de-1933-a-1938/ Reciba un cordial saludo, Por saludado me doy, querido amigo, y muy agradecido por haberme dado a conocer a Don Paco. Os recomiendo que entréis en el enlace que señala y que os permitirá conocer mejor a un gran cura. Pero conocedle en la seguridad de que no fue un caso extraño sino que como él ha habido bastantes siempre. Incluso hoy. Nuestro cabreo, justificadísimo, por tantas vergüenzas de la Iglesia, sería masoquismo imperdonable si no tuviera en cuenta también los ejemplos de santidad eclesial. Cierto estas palabras con el escrito gaditano pidiendo se abra el proceso de canonización: Excelencia Reverendísima, Señor Obispo de Cádiz y Ceuta Don Rafael Zornoza Boy:   Don Jesús Benítez Bédia, como presidente de “La Asociación para la Beatificación y Canonización del Siervo de Dios Reverendo Padre Francisco González Metola”, al objeto de promover la causa de Canonización del referido sacerdote y a tenor de la Const. Apostólica “Divinus Perfectionis Magister” de 25.01.1983 y de lo que describe las “Normae  servandae in inquisitionibus ab Episcopis faciendis in causis sanctorum”, de 7 febrero del mismo año (nn. 11-15), se digne introducir dicha causa. Como consta a V. Excª, la fama de santidad que ya tenía en vida el Padre Francisco González Metola y su espíritu siguen vivos después de su muerte en 1.967. El siervo de Dios sigue siendo recordado con amor y devoción entre los fieles que lo trataron, tanto en sus destinos en la provincia de Logroño entre 1.928 y  hasta Mayo de1.938, fecha en la que se incorporó a la Diócesis de Cádiz y Ceuta, especialmente en la zona rural de la Janda, hasta 1.964 y particularmente en el Seminario Diocesano San Bartolomé de Cádiz, del que fue su Rector a 1.967. Son muchos los religiosos y seglares que lo recuerdan como un hombre de Dios, misionero, misericordioso y caritativo. En sus destinos de La Rioja, perdura hasta nuestros días su labor, destacando haber evitado derramamientos de sangre durante la guerra civil y haber cultivado las vocaciones en jóvenes, hasta conseguir ingresarlos en Seminarios y Noviciados, de los que algunos tenemos sus testimonios. Estos hechos están publicados en los libros “Huércanos sus sacerdotes y religiosas” y “Aquí nunca pasó nada”. En su destino de la zona rural de la Janda, por su grado de Santidad, junto a sus inquietudes pastorales y misioneras, al comprobar las grandes miserias e ignorancia espiritual, religiosa y cultural, fundó y atendió las Escuelas y Misiones Rurales de Jandilla, Libreros, Nájara, Cantarranas, Los Badalejos, La Oliva, Zahora, El Palmar, El Soto, Manzanete, La Muela, La Torre, Algar, Naveros, Santa Lucía, Cañada Ancha, La Barca de Vejer y Patria, cubriendo también la zona de Ceuta y hasta el protectorado de Larache.  Siendo responsable de más de cuarenta centros escolares, que inició en chozas, durante la segunda mitad de la guerra civil y los penosos años de la posguerra. El 13 de Noviembre de 1.945, gracias a su deseo e iniciativa, construyó y fue Consagrado el Monumento al Sagrado Corazón de Jesús, en la finca Jandilla. Por su magnífica y Santa trayectoria como Misionero, derramando religión y cultura sobre todo en la zona de la Janda, a petición popular, el Gobierno de España le impuso en 1.950 La Gran Cruz de Alfonso X El Sabio. En 1.955 fue nombrado Conónigo de la I. e I. Catedral de Cádiz. Desde 1.957, a petición del Sr. Obispo D. Tomás Gutiérrez Diez, asumió la dirección de todo el catecismo de la Diócesis, y la inspección de los quince Colegios de Segunda Enseñanza, así como la de los tres Institutos Nacionales de Cádiz, Algeciras y Ceuta. Se calculó que dependieron de su obra unos diez mil alumnos, esparcidos por un territorio de unos 1.500 kilómetros cuadrados y como medio de transporte tuvo un caballo, los primeros 16 años. Durante toda esta época, se preocupaba de atender también a estas familias con alimentos, ropa, calzado e incluso ayuda sanitaria. Como resultado de tan cristiana y sacrificada misión, a muchos de sus alumnos, gracias a las ayudas económicas que conseguía, pudo convertirlos en Sacerdotes, Religiosas, Médico, Peritos, Maestras Nacionales, Enfermeras, Profesores y Maestros Industriales, así como Técnicos de diversas especialidades. De la Secretaría de Estado del Vaticano, con fecha 23 de Abril 1.963, con motivo de su 25 aniversario de su llegada a la región Andaluza, recibe de Su Santidad su paternal benevolencia por las actividades que viene desarrollando y le envía dos medallas conmemorativas de plata, facultándole, con el consentimiento del Exmo. Sr. Obispo, a impartir una vez, la Bendición Papal en la ceremonia religiosa jubilar. En su etapa como Rector del Seminario Diocesano San Bartolomé de Cádiz, desde 1.964 hasta Febrero de 1.967, que falleció en Barcelona después de una intervención quirúrgica, también dejó huella de Santidad, entre los seminaristas y sacerdotes que se ordenaron en esa época, según manifiestan en la actualidad y están dispuestos a transmitir sus testimonios, aunque muchos están redactados en su blog Compañía 19, donde lo catalogan como “El Padre de todos”. Estos testimonios y datos, están recogidos en el libro “Padre Jandilla”. A todas estas virtudes como Sacerdote y Misionero, se deben añadir sus cualidades personales de carácter moral y espiritual, tales como alegría, afabilidad, bondad, sano sentido del humor, tierna y gozosa piedad al Sagrado Corazón de Jesús y veneración a La Inmaculada Virgen María, su alto grado de obediencia, pobreza y castidad. Sobresalía su alto grado de penitencia y mortificación, al usar un cilicio en su pierna cuando iba montando a caballo y estando a solas empleaba la disciplina. Pero sobre todas esas virtudes, sobresalía su inmensa  caridad, hacia todos los necesitados. Queda demostrado por los ayunos de la época, que cuando volvía por las noches, después de sus Rosarios, Misas, Catequesis o Misiones, le había dado su almuerzo a algún necesitado y no había tomado alimento desde la noche anterior. Su alma de Siervo de Dios, se hace manifiesta nada más llegar a sus destinos, ante mayores, jóvenes y pequeños, quienes empezaron a reconocer sus cualidades sacerdotales, religiosas, humanas y sobre todo su gran amor al prójimo. De igual modo, en su funeral el 27 Febrero de 1.967, en Cádiz, la capilla ardiente se preparó en una de las salas de visita del Seminario y según el seminarista que lo amortajó, D. Joaquín Mariscal Márquez, le puso los ornamentos como para celebrar la Eucaristía,  y dijo: “su cara de bondad y santidad no la olvidaré jamás y nos sentiremos huérfanos sin su presencia. Cuando acompañaba el féretro a la Sta. Iglesia Catedral, hablaba con él, sobre lo que había supuesto para su vida personal, su contagio”. La canonización del Padre Francisco González Metola, contribuiría a confirmar el valor de la caridad, el amor al prójimo, la misericordia y el valor de Dios. El Padre, conocido como Don Paco, Padre Jandilla o Padre Metola, según los destinos que fue teniendo, ya es ejemplo de comportamiento, de una vida sacerdotal vivida al servicio de los más necesitados y de caridad constante hacia los demás. Sus hermanos de religión, verían con satisfacción la culminación de su proceso, porque han testimoniado su merecimiento. A pesar del tiempo transcurrido desde su fallecimiento, los nietos de los que estudiaron o colaboraron con el Padre González Metola, han recibido el legado espiritual, religioso y cultural  que recibieron de sus padres, siendo conocedores de sus cualidades y reconociendo la herencia. Por los escritos que se conservan, dirigidos mayormente a fieles de sus anteriores destinos y de contenidos sencillos y cotidianos, no se prevén obstáculos ni problemas de especial dificultad, para la introducción de la causa. Confiamos, que V. Excª Rvª, hechas las oportunas investigaciones y obteniendo el “nihil obstat” de la Santa Sede, procederá lo antes posible a dicha introducción, con el fin de poder interrogar a los testigos, la mayor parte de bastante edad, como aparece en la lista que presentamos. Además de la lista de los testigos, envío a V. Exma. Rvdma. una biografía del Siervo de Dios, escrita por miembros de esta Asociación, a partir del libro “Padre Jandilla” y  documentación archivada por su hermano y también Sacerdote, Rvdo. D. Luis González Metola, así como de los libros “Huércanos sus Sacerdotes y Religiosas” y “Aquí nunca pasó nada”.     Fdo.- Jesús Benítez Bédia Presidente Asociación para el proceso de                                            Beatificación y Canonización del Siervo de                       Dios Reverendo Francisco González Metola.

Comentarios
0 comentarios en “Un cura que ojalá llegue a los altares
  1. Tras un siglo sin aparecer –provocado el asunto a partes iguales por la pereza de tanto cambio de sistema de comentarios (ahora parece que hasta tengo que convencer a un robot de que no soy uno de ellos), por que en el iPhone esta web no siempre se abre, por las compañías que a veces hay que sufrir por aquí, y por el retiro de muchos de los “históricos”, especialmente de uno con quien tan bien me-lo pasaba– me acerco hasta esta nueva torre movido por la alegría que da leer este post de justicia. Traté, y mucho, al hermano del beatificando, don Luis, también sacerdote, que murió hace unos años aquí en Jerez.
    Es el que aparece a la derecha: http://fotos.miarroba.es/fo/e6ab/1C4E58BFBE204DF780122B4DF77F3C.jpg

  2. Tras un siglo sin aparecer –provocado el asunto a partes iguales por la pereza de tanto cambio de sistema de comentarios (ahora parece que hasta tengo que convencer a un robot de que no soy uno de ellos), las compañías que a veces hay que sufrir por aquí, y el retiro de muchos de los «históricos», especialmente de uno con quien tan bien me-lo pasaba– me acerco hasta esta nueva torre movido por la alegría que da leer este post de justicia. Traté, y mucho, al hermano del beatificando, don Luis, también sacerdote, que murió hace unos años aquí en Jerez.

    Es el que aparece a la derecha: http://fotos.miarroba.es/fo/e6ab/1C4E58BFBE204DF780122B4DF77F3C.jpg

  3. Sin duda hay muchos más buenos sacerdotes que malos y tengamos en cuenta que los nuevos son muy buenos.
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    Pero me da la impresión que santos hay pocos.
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    Santos como el ejemplo que nos trae el bloger, que la gente veía algo especial, no sé cuantos hay hoy día a los que la gente llama santos. Me temo que muy pocos, si es que hay alguno. Y la Iglesia necesita santos que den ejemplo y convivan con la gente, que es la mejor manera de llevar almas al Cielo.
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    Creo que eso es lo que nos falta, pero con tanto buen cura como hay, seguro que pronto se verán esos santos.

  4. Es bueno, muy bueno, dar a conocer la vida de sacerdotes ejemplares y santos, reconocidos o no, pero en ningún caso creo que sea bueno hablar de ellos como si fueran excepción en el presbiterado. Estoy firmemente convencido que existen infinitamente más sacerdotes buenos que malos. Creo conocer a un número significativo de los sacerdotes de mi diócesis, y si pusiera a los que pudiera considerarse malos en un plato de la balanza, al poner a los buenos en el otro, los primeros saldrían despedidos por la gran diferencia de peso (número) respecto de los segundos. El problema es que los malos hacen mucho más ruido. No pretendo quitarle mérito alguno, por supuesto, al sacerdote motivo de este post, al contrario, sirva su ejemplo de acicate y estímulo, simplemente quiero reivindicar la existencia callada y humilde de muchísimos con iguales méritos y además aún entre nosotros.

  5. Mi madre lo conoció de chica, y si ella aprendió a leer y escribir fue gracias a el, como también las semillas de la fe junto a lo que mi abuela le enseñó- y que a su vez me ha transmitido a mí-. Me ha hablado siempre de el y en unos términos cariñosos, como también las misas que daba en delante de la casa de algunos de los habitantes de Zahora-alguna choza por lo general- o de lo que servía de colegio; la bondad que para con a mi madre tenía y ella el cariño hacia el; las centenares de veces que aparecía a lomos del caballo hiciese sol, o lloviese a cántaros; cómo cuidaba y se desvivía por los niños si eran objeto de algún castigo injusto por parte de las maestras, etc.
    Y el libro que aparece en el artículo lo tengo ahora junto a mí, tras años de haberlo visto por casa de mis padres.
    Gracias, blogger, por este post, y que Dios quiera que lo veamos elevado a los altares pronto, muy pronto.

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