Triste muerte de un joven sacerdote francés

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El arzobispo de Rouen lamenta el suicidio de un joven sacerdote acusado de abusos sexuales

Encomendadle a la infinita misericordia de Dios. Yo ya lo he hecho.

http://www.bvoltaire.fr/a-rouen-disparition-tragique-du-pere-jean-baptiste-sebe/

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http://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=33165

 

 

 

 

Comentarios
10 comentarios en “Triste muerte de un joven sacerdote francés
  1. Analizemos hechos, no intenciones. A Dios sólo le corresponde el juicio último y sabe de misericorida pero también «es terrible caer en manos del Dios vivo». Y los hechos son que hay al parecer una caída de la castidad pero, para resarcirla, se opta por una peor solución: pecado de suicidio. El suicidio, en sí, es un pecado gravísimo y, teniendo en cuenta todos los estudios psicológicos y psiquiátricos que se quiera, no se puede decir que «no pasa nada». No pasará nada en este caso y el de más allá, pero hay que saber de qué hablamos. Ante una acusación, fundada o no, la humildad , mejor el sentido común, no busca salidas fáciles, sino que se enfrenta y paga si es culpable, con gallardía y agradecimiento posterior por poder compensar. Lo otro es un acto de soberbia (hablo de lo externo). Que Dios la habrá acogido en su misericordia es posible , pero no demos todo por bueno, con esto se confunde a los cristianos y se minusvalora la moral objetiva, en definitiva «populismo religioso» en que todo vale y en que el castigo, el Purgatorio, el Infierno, no existen. Repito, sólo a Dios le pertence el juicio, pero no nos equivoquemos. Tal vez, como el famoso caso de la viuda de un suicida, en la vida del Cura de Ars, al que él la dice que se ha salvado, será también así. Revisemos vidas, estemos atentos si somos obispos o sacerdotes ( o seglares), y sepamos qué es cada cosa.

  2. TRADUZCO EL TEXTO DEL PRIMER ENLACE (y pido disculpas por los posibles errores). Creo que nos hará reflexionar…
    Dos años después del trágico asesinato del padre Hamel, la diócesis de Rouen se encuentra conmocionada de nuevo. El martes 18 de septiembre de 2018, un joven sacerdote de Rouen puso fin a sus días. Un extraño suceso que suscita una profunda incomprensión.
    Jean Baptiste Sèbe, el mayor de una familia numerosa, tenía 38 años. Sacerdote desde 2005, encarnaba una nueva generación de clérigos libres de las viejas costumbres de sus mayores. Bien formado, profesor de teología en el Instituto católico de París, había recibido el encargo de una parroquia del centro de la ciudad, marcada durante mucho tiempo por lo que el espíritu democristiano tenía de peor. Y, no sin dificultades, críticas, a veces con rectificaciones, pero siempre con perseverancia, estaba reconstruyendo una comunidad centrada en Cristo, y no en sí misma. Apreciado por todos, mostraba una apertura de espíritu sin acepción de personas.
    El antiguo scout de Francia se había convertido en el asesor religioso de los Scouts de Europa. El pasado sábado, ante cientos de jóvenes reunidos con motivo del comienzo de curso del distrito, predicó una hermosa homilía sobre el tema « Toma tu cruz y sígueme”. Una cruz que llevaba sin duda, sin que nadie se diese cuenta.
    El suicidio es un drama. El de un sacerdote lo es más todavía. Su vocación libremente elegida le dispone de modo natural a predicar sobre la vida, el amor, la esperanza y la misericordia. A imagen de Cristo, con quien se ha configurado, consuela a los afligidos, visita a los enfermos, perdona los pecados, y celebra diariamente la Eucaristía, es decir, el sacramento de la muerte y resurrección de Cristo. Que un sacerdote ponga fin a sus días es un misterio.
    El sacerdote no deja de ser un hombre, sujeto a la angustia, la depresión, la enfermedad, las preocupaciones cotidianas. No se vé libre de ellas. Su labor es realmente abrumadora. Incluso en la ciudad, donde no debe realizar continuos desplazamientos, la responsabilidad de una parroquia resulta un trabajo agotador. Son numerosos los que, a base de trabajar 70 horas semanales, sin tomarse un tiempo de descanso físico y espiritual, se agotan y se rompen. E incluso si las familias le invitan a menudo – y el padre Sèbe estaba con frecuencia en casa de unos y de otros – nadie imagina el cansancio que experimenta, sin ningún reconocimiento social, y con la vida sencilla que le imponen unos ingresos mensuales de 800 euros.
    Afortunadamente, la Iglesia ya no niega las exequias a las personas que han atentado contra su vida. El progreso de la psicología y la psiquiatría han puesto en evidencia que el suicidio no siempre proviene de una voluntad firme y deliberada, sino que puede explicarse también por una pulsión repentina en un contexto particular. Jean-Baptiste Sèbe se veré rodeado, en su funeral, por el arzobispo y sus hermanos de presbiterio. Y, sin duda alguna, por centenares de cristianos que rezarán por este hombre del que algunos, no sin ligereza mundana, decían que tenía madera de obispo…
    Creyentes o no, reflexionemos un instante sobre el comportamiento que tenemos hacia estos hombres que consagran su vida a Dios y a sus hermanos. Sean cuales sean los escándalos deshonestos que salpiquen a una minoría, recordemos sencillamente que estos hombres se entregan por entero y para toda la vida. Que nuestras críticas incesantes hacia algunos, las agresiones a otros, les resultan insoportables. Sólo Dios sabe por qué Jean-Baptiste Sèbe ha puesto fin a sus días. Pero nuestra mirada sobre estos sacerdotes – tan rápidamente denigrados sin otro motivo que un viejo resentimiento – nunca es ajeno a semejante drama.
    Descanse en paz.

  3. Por supuesto no sé lo que ocurrió con el sacerdote y la chica. Bien puede ser que la chica faltaba de afección y que el sacerdote sucumbió a una tentación que la chica sin provocarla, no hizo nada para que no existiera. Los sacerdotes son también varones y nosotros también tenemos que ayudarles en el sentido de la cruz y no el sentido de lo presumido normal, sobre todo en este siglo de la impiedad y de indecencia institucional. Un mundo al revés, lo que matan a los inocentes, son alabados (leyes contra los no nativos, eutanasia, etc.) y un sacerdote, se ahorca… Por supuesto no creo condenar a la joven, sino que me interrogo sobre nuestra actual civilización.
    Hoy en Romanía se beatifica a una joven católica romana del noreste de Romanía que murió en 1958 por defenderse contra un hombre… Se llamaba Veronica Antal ver
    http://www.ercis.ro/actualitate/viata.asp?id=201803118

    1. Se ahorcó en su propia iglesia.

      Le escribo ahora porque creo que cualquier hombre que actúe según su recta conciencia puede alcanzar la santidad, lo importante es amar a Dios plenamente, las actuaciones de los hombres están sujetas a imperfecciones, pero Dios es Perfecto y así quiere que sea nuestro amor por Él.

      Nuestro paso por esta vida es bastante efímero pero sus consecuencias son eternas.

      Así que mis mejores deseos sean con usted y espero encontrarle en el Paraíso.

      ¡A Dios le pido que le guarde siempre!

  4. Llamada y Respuesta

    Fray Cyril Stola OP
    21 de Septiembre de 2018

    “Al pasar Jesús, vio a un hombre llamado Mateo sentado en el mostrador de los impuestos. Y le dijo: Sígueme. Y él se levantó y lo siguió.” (Mt 9, 9).

    Poco más se nos dice del Apóstol Mateo en los Evangelios. Gran parte de lo que sabemos de él se infiere de su ocupación anterior.
    Probablemente era rico: Tenía una casa lo suficientemente grande como para celebrar un banquete para Jesús y los medios para alimentar a todos los invitados (Lc 5,29).
    Sirvió al temido Imperio Romano, y debido a esto, sus compatriotas lo despreciaron. Como recaudador de impuestos, su salario provenía de agregar una parte a elegir por él, a la cantidad que debían pagar sus compatriotas al Imperio.
    Este sistema fomentaba la avaricia y el robo, y para empeorar las cosas, esos impuestos financiaban un imperio que Israel detestaba.
    Por lo tanto, en razón de su oficio, Mateo era considerado como un pecador público, que vivía fuera del ámbito de la respetabilidad religiosa.
    La profesión de Mateo, el publicano, hizo de él una persona vitanda, y de hecho los fariseos criticaron a los recaudadores de impuestos como Mateo, por su avaricia a costa de sus conciudadanos.
    Sin embargo, cuando Jesús llamó a Mateo a alejarse de ese estado despreciable a una vida de sacrificio y rectitud, él respondió con docilidad.
    Por la gracia, supo que la llamada de Jesús era de mayor entidad que todo lo demás, y por esto «se levantó y lo siguió.»

    En otra parte del Evangelio de Mateo nos encontramos con un hombre que vivía con rectitud y de quien se hubiese podido esperar que fuese más adecuado para predicar el Reino de Dios, un hombre conocido por nosotros como el joven rico.
    El joven rico era bueno y buscaba ser mejor. Una vez que oyó hablar de Jesús, tuvo la iniciativa de ir a Su encuentro y preguntarle qué debía hacer para obtener la vida eterna. Al principio, Jesús le dijo al joven rico que debía guardar los mandamientos, pero, los observaba tan bien como cualquier hombre temeroso de Dios.
    Luego, le preguntó si le faltaba algo en su empeño. Y es aquí cuando Jesús le dijo al joven rico: «Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que posees y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. Y luego, ven, sígueme.» (Mt 19,21). Pero, no estaba dispuesto a aceptar esta carga. Se fue triste. Quería ser un hombre espiritualmente fuerte, y con este fin se le ofreció un regalo de mucho mayor valor de lo que jamás hubiese podido esperar: La compañía de Cristo. Sin embargo, cuando se le propuso este obsequio, descubrió que prefería mantenerse en su propio camino y aferrarse a sus cosas en vez de pagar el precio de ese regalo: el abandono a la voluntad de Dios.

    Tanto San Mateo como el joven rico fueron llamados a renunciar a sus riquezas y seguir a Jesús para heredar la vida eterna. El joven rico explícitamente deseaba la vida eterna, y sabía que era necesario seguir los preceptos de Dios.
    El joven rico vivía virtuosamente, pero su corazón estaba dividido. Quedó separado de Dios, no porque cometiese pecado, sino porque tenía un apego desmedido a la riqueza y a las comodidades. En cambio, San Mateo, fue dócil. No puso condiciones a Dios. Cuando San Mateo respondió a la llamada de Jesús, asumió la necesidad de alejarse de una profesión pecaminosa, y renunció a todo lo que tenía.
    Tenía que hacer ambas cosas, y con ese doble abandono, del pecado y la riqueza, pudo entregarse totalmente a Jesús, y ahora vive con Él en la eternidad.

  5. L´abbé Jean-Baptiste Sebe fue encontrado ahorcado en la Iglesia Parroquial San Juan XXIII en fecha 18 de Septiembre. El día anterior, le había llamado el Arzobispo, Monseñor Lebrun, y le dijo que había contra él una denuncia por abusos. Al citarle el nombre de la chica -que ya no es menor de edad- Jean-Baptiste admitió el hecho, y una conducta «inconveniente» según cuenta el arzobispo en una conferencia de prensa.
    No era ningún impresentable compulsivo, sino que tuvo un mal momento. No sabemos lo que ha pasado por su mente en el lapso de un día. Queda tan sólo, como ha hecho nuestro bloger, encomendarlo a la infinita misericordia de Dios para quien toda criatura vive.

  6. Papólatra: Yo no puedo decir si la acusación es verdadera o falsa porque no lo se. Me gustaría que fuese falsa pero sólo puedo decir eso. Y el triste desenlace tanto lo puede producir lo uno o lo otro. La vergüenza por verse denunciado verdadera o falsamente. Ambas cosas pueden desquiciar a una persona.

  7. ¿Sería mucho pedir que se contara también lo que le llevó al suicidio: una falsa acusación de abuso sexual? ¿Y que no ha sido, ni mucho menos, el único caso en el que ha ocurrido esto?

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