Traigo poco a este obispo emérito a la torre de esta cigüeña. Más bien nada. Recientemente ha tenido un grave episodio de salud y pienso que es momento de que se la encomendéis a Dios. http://www.adndigital.com.py/index.php/impreso/pais-impreso/2588-mons-livieres-fue-sometido-a-implante Con buenísima voluntad intentó levantar una diócesis en Paraguay y los resultados parecían espectaculares. Por los mismos, por otros motivos, o por unos y otros, se vio desposeído de su diócesis. Con intervención decisiva del cardenal Santos Abril. Si hubo, o no hubo, aquel rey que lo que tocaba se convertía en oro no es precisamente ese el caso del cardenal aragonés que mejor sería que no tocara nada, a mí lo que ese cardenal decida me inclina a defender lo contrario. Continúo sin manifestarme incondicionalmente por monseñor Livieres aunque reconozca muchas cosas buenas de su pontificado. Lamenté su defenestración en pro de la basura episcopal aunque Livieres me pareciera también excedido por el otro extremo. Ahora está enfermo y abandonado. Pues como para rezar por él. Y, si se hubiera equivocado en algo, que pienso que sí, el propósito era excelente. Lo que no se puede decir de otros obispos que se equivocan en todo y sus propósitos son pésimos.
Sobre la salud de monseñor Livieres, obispo emérito de Ciudad del Este
| 27 junio, 2015
Me gustaría que van este vídeo para sacar conclusiones. Es corto y desde el minuto 6 al 8 dice todo lo interesante. https://youtu.be/7vXlHhWgtrA
Creo que era de Paraguay, ¿no?
A monseñor Livieres, obispo católico, confesor y mártir de su FE Católica y su oficio episcopal, no lo van a indultar porque en realidad ha sido defenestrado por demasiado católico y no consentir en desconfesionalizarse siquiera un poco. Ni siquiera decaer de la MORAL católica y no tragarse eclesialmente la homosexualidad que parece ser endémica en determinadas actividades y alturas clericales. ¿Alguien lo duda?
No se podía consentir un obispo clamando públicamente frente a la ética talmúdica que se va a imponer en el Sínodo-Miniconcilio de una manera o de otra. Ya vemos que están dispuestos a laminar galantinamente cuanto se les oponga con la apisonadora de la proximidad que requiere también la inclusión «para que todas las cosas sean como deben ser». ¿O tal vez D. Antonio Lasierra siempre atento y el óptimo Rvd Canali pueden buscar explicaciones satisfactorias a la decapitación de Mons. Livieres aun en el caso de considerar una temeridad que metiera la cabeza en las fauces del león vaticanista?
Una mala historia que decisiones vaticanas y más aún que manifestaciones de Francisco necesiten explicaciones y reacomodos de sentido católico como los antedichos contertulios, tan estimables y estimados, realizan en esta misma entrada. Porque resulta que las frases chocantes cuando no hirientes que Francisco deja caer en ocasiones quedan dudosamente como píldoras del día después en medio de exhortaciones asimilables y edificantes. En la homilía de referencia ha dejado caer esta frase: «Siendo igual a Dios, no estimó esta divinidad un bien irrenunciable, se aniquiló a sí mismo” que no hay por donde cogerla y que resulta una extorsión del aserto de San Pablo en Filipenses 2, 6 dado que la naturaleza divina de Cristo no podía considerarla «bien renunciable» porque es el basamento de la Persona Divina de Cristo Jesús, la esencia misma de su Revelación, por lo mismo de nuestra FE y la razón de ser de la fundación de la Iglesia. Por esa frase distorsionada se comprende que Francisco diga que «Jesús» inserta al excluido en la Iglesia y lo inserta en la sociedad en un parangón confusionista siempre referido a la acción samaritana de un Jesús sanador de las miserias humanas sin mira trascendente sobrenatural ni sobrenaturalizadora de santificación.
Se comprende que se quiera sacudir las conciencias porque no basta el pietismo, pero la desacralización no es admisible.
Toda la simpatía para Mons. Livieres y que el Señor le pague su fortaleza de confesor al que sus colegas corresponsables no tienen el gusto de contar entre sus pares. Diabético, con problemas cardíacos y ahora hepáticos se puede decir que en un cuerpo enfermo hay un alma de fervoroso discípulo de Cristo, sucesor auténtico de los Apóstoles, obispo de la Iglesia SANTA de Dios.
Recemos por su salud y por que Dios le ilumine. Y espero que a nadie se le ocurra decir que ha sido un castigo de Dios, como se ha dicho en otros casos
haber sacado a patadas a monseñor livieres de su diócesis de ciudad del este (paraguay) es una muestra de lo déspota y siniestro que puede llegar a ser bergoglio cuando algo o alguien le molesta sobremanera, y lo mas doloroso fue la humillación a la que fue expuesta la anciana madre de monseñor livieres, al ser expulsada de la residencia episcopal. definitivamente bergoglio tendrá que dar cuenta a DIOS por esta maldita vergüenza eclesial.
No deseo entrar en valoraciones de personas.
Por mera justicia aquí se puede encontrar
más información sobre el caso sobre el «caso Livieres»
……………..
https://es-es.facebook.com/notes/mons-rogelio-livieres/resumen-explicativo-de-la-visita-apost%C3%B3lica/1480044405597919
…………….
RESUMEN EXPLICATIVO DE LA VISITA APOSTÓLICA
16 de octubre de 2014 a las 5:13
Oficialmente, el Nuncio Apostólico en Paraguay avisó en conferencia de prensa el 2 de julio de 2014 que la Diócesis de Ciudad del Este recibiría una inminente Visita Apostólica «a fin de ofrecerle una asistencia para el bien de aquella Iglesia particular».
Oficiosamente, los medios de prensa dijeron que se trataba de una verdadera «intervención a la Diócesis», es decir, de un proceso que culminaría, o con la renuncia, o con la destitución de nuestro Obispo y el stop a la obra que viene concretando.
Presentamos ahora un resumen explicativo que enmarca los hitos de esta coyuntura con sus hechos y documentos probatorios. Lo hacemos en el estilo llano y directo del Pueblo de Dios, y con la honestidad y transparencia a la que nos tiene habituados Mons. Rogelio.
1. LUGO Y LIVIERES
El Obispo paraguayo más famoso, sin duda, es el «padre-Obispo» Fernando Lugo, ex-Presidente de la República. Asumió como Presidente en agosto de 2008, luego de haber sido dispensado de sus obligaciones como consagrado y volver al estado laical. Fue destituido en 2012, tras un juicio político en el Congreso.
Lugo y la minúscula pero inteligente izquierda del país jamás habrían llegado al poder, derrotando al Partido Colorado, sin una alianza con la primera minoría, el Partido Liberal, y el apoyo masivo (expreso o tácito) de la Iglesia jerárquica. Desde hace décadas, en Paraguay han sido sistemáticamente designados como Obispos sólo candidatos de cierta tendencia anti-Partido Colorado y, además, embebidos en una formación difusa en los derivados ideológicos de la Teología de la Liberación.
Como toda regla, tuvo su excepción: Mons. Livieres alzó la voz (muy públicamente) para oponerse a la candidatura de Lugo, quedando así como el único defensor de la postura del Vaticano. Las críticas que señaló fueron de dos tipos. Por una parte, se opuso a la confusión fundamentalista entre religión y política causante de que Lugo y tantos otros consagrados abandonaran sus compromisos evangélicos para «meterse en política». Por otra, advirtió sobre la irresponsabilidad moral y administrativa del candidato, encubierta por tantos eclesiásticos y religiosos, pues «todos sabían».
2. LA «COMUNIÓN ECLESIAL»
La polémica en torno a Lugo no fue la primera ocasión en que Mons. Livieres revolvió el Obispero. La acusación de que «rompía con la comunión eclesial» comenzó antes incluso de que pusiera un pie en la Diócesis y, por lo tanto, de que pudiera «meter la pata». Efectivamente, la Conferencia Episcopal escribió a san Juan Pablo II expresando su vivo desacuerdo con el nombramiento del nuevo hermano que ni siquiera había estado en la terna de los candidatos, siendo «impuesto» por Roma. Algunos líderes laicos también se hicieron eco de estas protestas. La Santa Sede no cedió. Y después, contra viento y marea, como la barca del Evangelio, sostuvo al nuevo Obispo en su gestión.
Pero la Conferencia Episcopal no olía tan mal. Definitivamente, Mons. Livieres, del Opus Dei, representaba una orientación eclesial distinta al férreo modelo dominante. En honor a la verdad, hay que reconocer que él nunca pretendió imponer sus lineamientos pastorales a los otros Obispos. No tomó una actitud de contraposición sino de complementariedad enriquecedora de la Iglesia. (Con frecuencia, se confunde a la unidad en la fe y el amor, la auténtica «comunión eclesial», con uniformidad impuesta.)
Un momento particularmente difícil para la convivencia episcopal se produjo con la filtración de una carta confidencial y personal que Mons. Rogelio entregara en manos del Papa Benedicto XVI, a pedido de Su Santidad, durante la visita «ad limina». Como ocurriera después con el «Vatileaks», fue filtrada a la prensa desde el mismo Vaticano (¿por algunos de los agentes que buscaron hacerle daño al Papa emérito?). La carta insistía sobre la necesidad, si se quiere de veras superar la crisis de la Iglesia, de elegir a los futuros Obispos entre los mejores candidatos desde el punto de vista de la vida de la fe y la idoneidad litúrgica, sapiencial y de gobierno; y no entre aquellos «aceptados por todos» para mantener el statu quo.
El Obispo de Ciudad del Este, digno hijo de su padre exiliado seis veces por el gobierno militar de Stroessner, resultó ser un infatigable peleador por su libertad religiosa y la de sus fieles.
3. LOS RELIGIOSOS
Los desencuentros se dieron también con la Conferencia de Religiosos del Paraguay. No se debieron a una incomprensión de la vida religiosa, que claramente ha fomentado Mons. Rogelio en su Diócesis, sino más bien a la profunda crisis de identidad y disciplina que sufren muchas comunidades, especialmente de origen o formación europea.
Buena parte de los religiosos a nivel nacional se identificaron con la actuación de Lugo. Además, cuando se produjeron casos de agudas crisis sociales, como fue la masacre de Curuguaty en esta Diócesis, puntapié que precipitó la caída política del ex-Obispo, emitieron pronunciamientos y asumieron posturas en cierta disonancia con la fe. Citando al derecho canónico, Livieres prohibió so pena de sanciones la instrumentalización política o ideológica de la pastoral social. También objetó una falsa «pastoral indígena» que, en contraposición a los santos misioneros de tantos siglos, quiere impedir el derecho de los nativos a que se les predique la Buena Nueva del Evangelio.
Los numerosos sacerdotes, seminaristas, religiosos y laicos que el Obispo sí ha movilizado durante crisis sociales y catástrofes naturales han intervenido con energía, pero siempre desde lo estrictamente espiritual y humanitario. El principio seguido ha sido sencillo: «a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César».
4. EL CLERO
Varios de los 16 sacerdotes diocesanos que encontró a su llegada Mons. Livieres tuvieron reservas frente a las nuevas líneas pastorales y a la renovación de la disciplina eclesial. La incomprensión llegó a tal punto que, con el sostén de algunos Obispos, 10 de estos sacerdotes escribieron al Papa Benedicto XVI pidiendo «la intervención». Pocos meses después, unos 150 sacerdotes del resto del país, en su mayor parte religiosos, hicieron lo mismo. Fue el Arzobispo de Asunción, fino y distinguido opositor de Mons. Rogelio, quien acercó a Roma la protesta. El Papa, sin embargo, no respondió y, en cambio, sugirió a Mons. Livieres que era necesario «formar un nuevo clero». La propuesta fue un sabio consejo: la inmensa mayoría del clero diocesano, ahora joven y numeroso (un poco más de 70), sienten al Obispo como a su Padre, lo ven como a su Pastor y comparten sus orientaciones pastorales.
En cuanto a los laicos locales, sólo un grupo muy reducido, aunque vociferante y sostenido desde afuera de la Diócesis, mantuvo una actitud crítica, particularmente un tal Javier Miranda, de quien hablaremos al final. Sin contar con algunas excepciones, los laicos y sus dirigentes, tanto de los movimientos ya aprobados a nivel nacional o internacional, como de los numerosos que fue reconociendo, promoviendo y guiando Mons. Rogelio durante su ministerio, todos apoyaron y apoyan a su Obispo, que tanta libertad y espacio de acción les dio «para hacer lío» y avanzar en la evangelización y la misión continental de Aparecida.
5. NUEVOS SEMINARIOS PARA EL TERCER MILENIO
Cuando el 3 de octubre de 2004 Monseñor Livieres asumió como Obispo de Ciudad del Este, no tardó en descubrir el mayor desafío que lo esperaba: disponía de poco más de 70 sacerdotes (entre religiosos y diocesanos) para atender espiritualmente a una población de alrededor de 1.000.000 de almas, es decir, 1 pastor para más de 10.000 ovejas. La perspectiva a futuro era todavía peor, con apenas una decena de seminaristas diocesanos formándose en el Seminario Nacional de Asunción.
No es preciso explicitar la gravedad de la situación a quienes reconocen con humildad «teocéntrica» que la Iglesia fundada por Jesucristo «vive de la Eucaristía», es decir, de los sacramentos en los que Él «está con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo», y cuya administración fiel encomendó a los sacerdotes.
Sin rentas y sin estudios de factibilidad, Monseñor tomó de inmediato la decisión estratégica de asumir como primera prioridad de su ministerio lo que le señalaban el Directorio para los Obispos y el Código de Derecho Canónico: aprobó la apertura de su propio Seminario diocesano.
Pronto se descubrió por qué el Dueño de la Viña lo había elegido como Obispo: el Padre Rogelio había atraído y cultivado numerosas vocaciones al Opus Dei. Lo mismo hizo en su Diócesis, donde la pastoral vocacional no es delegada. Cada domingo, con la cooperación de un grupo animado de formadores, el Obispo atiende en su propia casa a todos aquellos interesados en considerar una vocación sacerdotal. Un poco de deporte, una charla de formación, dirección espiritual y confesión, adoración al Santísimo y rezo del Rosario, una tertulia con preguntas «a quemarropa» y una ansiada merienda hacen al mágico resultado de unos 130 interesados por año, de los cuales son admitidos un promedio entre 30 y 40. El secreto del éxito, además del interés directo y personal del Obispo, está en el entusiasmo con que los mismos aspirantes y los seminaristas salen a pescar vocaciones entre amigos, parientes y conocidos (marketing viralizador…).
El Seminario Mayor San José ha sido ya evaluado positivamente por la Santa Sede en reiteradas cartas, y ha ordenado a más de 60 sacerdotes al cabo de 10 años. Pero Mons. Rogelio, preocupado por mejorar la calidad de sus pescas y la crisis del sistema educativo general, creó en 2012 el Seminario Menor San Andrés. Paralelamente, buscando una aplicación más radical de los lineamientos del Concilio Vaticano II y los documentos posconciliares sobre la formación sacerdotal, inició la experiencia del Instituto de Formación Sacerdotal San Ireneo de Lyon. Por el momento, esta casa de formación sólo funciona en su ciclo propedéutico, basado en la enseñanza de las artes liberales clásicas y la discusión en clases-seminario de los Grandes Libros de la cultura occidental.
6. LA PIEDRA DE ESCÁNDALO
La decisión de formar a sus propios seminaristas como un padre educa a sus propios hijos tomó por sorpresa a la Iglesia en el Paraguay. Los Obispos se resistieron de entrada a esta peregrina idea, pues rompería (y rompió) el esquema monolítico de formación sacerdotal (tanto de diocesanos como de religiosos) que había sido acordado con la creación del Seminario Nacional y su Instituto de Teología, el siglo pasado.
En vano la Santa Sede les recordó el derecho y la conveniencia de que cada Obispo cuente con su propio Seminario cuando esto es posible. «¿Para qué un nuevo Seminario, si siempre ha habido uno solo?», se plantean los que aún hoy no parecen haber reflexionado sobre la indicación del nº 33 de «Evangelii Gaudium»: «abandonar el cómodo criterio pastoral del ‘siempre se ha hecho así'».
7. EL PADRE CARLOS URRUTIGOITY
Un capítulo aparte en esta historia de oposición a nuestro Obispo y al nuevo Seminario es, sin duda, el ataque contra el Padre Carlos. Llegó a la Diócesis en 2005, junto con otros sacerdotes y laicos que después establecerían las Comunidades Sacerdotales de San Juan. Vino recomendado por algunos Cardenales con funciones en la Santa Sede (uno de ellos, elegido pocos días después Sucesor de Pedro). Traía a cuestas una dura campaña de difamación y calumnia en EE.UU., sobre la que Mons. Livieres escribió una detallada carta aclaratoria.
Desde un comienzo probó ser un cercano colaborador del Obispo. Por eso mismo, su caso fue utilizado como un caballito de batalla para cuestionar los logros pastorales en la Diócesis y, especialmente, la formación del nuevo clero, ya que él ayudó en los comienzos a formar el nuevo Seminario. Después dejó esa actividad para asistir al Obispo en la Curia diocesana.
No obstante los reiterados desmentidos desde el Obispado, una prensa repetitiva y autorreferencial siguió citándose y recitándose sobre supuestas «acusaciones de pedofilia» que, en realidad, jamás existieron. En Paraguay, estas campañas han sido generalmente encabezadas por el mismo periódico que, anteriormente, había forzado la renuncia de otro Obispo Livieres. (La justicia, también en este caso, dejó posteriormente en claro la falsedad de esas acusaciones, hechas por testigos pagados en una maniobra destituyente.) La prensa, en el caso del Padre Carlos, fue azuzada por los opositores eclesiásticos paraguayos que ya mencionamos, y que tienen influyentes contactos en EE.UU. y en Roma, con los cuales comparten idénticas tendencias y lobby.
De todo, en fin, menos pruebas de pedofilia. Porque, mal que les pese a los detractores, no hay acusación de víctima alguna, sino un refrito de calumnias hechas por terceros interesados. Por eso nunca prosperó proceso penal alguno, ni condena en tribunal de ningún país ni de la Santa Sede. Y para colmo de bienes, su heterosexualidad ha quedado confirmada por dos evaluaciones psicológicas independientes, una en los EE.UU. y otra en Canadá, que también descartaron la presencia de psicopatías o desórdenes de personalidad.
Tampoco es cierto que se hayan ido sumando cada vez más acusaciones, aunque siempre sin poder probarse. Todas se reducen a la repetición testaruda de las inventadas hace varios años, no por presuntas víctimas, sino por dos perseguidores ideológicos del Padre Carlos quienes, uno en Argentina y otro en EE.UU., alimentaron sendas campañas: una, conventual; y la otra, mediática y cibernética. El primero fue un sacerdote «sedevacantista» argentino que no reconoce a ningún Papa desde san Juan XXIII hasta Francisco I y que, además, se hizo «consagrar obispo», inválidamente para la Iglesia católica. El segundo fue un norteamericano, un ex-empleado descontento porque el Obispo de Scranton, Mons Timlin, lo había apartado de un proyecto educativo del que quería adueñarse.
La única acusación presentada contra el Padre Urrutigoity ante el fuero penal americano (en nombre de una persona adulta llamada Michael Prorock) fue desestimada in limine (de entrada) por las investigaciones independientes de dos fiscales en Pennsylvania.
Quedan en claro, entonces, dos conclusiones clave: 1ª) que la acusación contra el Padre Carlos no implicaba un caso de pedofilia, pues el denunciante era mayor de edad cuando habrían ocurrido los supuestos hechos; 2ª) que, a causa de la desestimación de los fiscales, nunca se inició una causa penal en los EE.UU..
En los tribunales de la Iglesia, la Congregación para la Doctrina de la Fe negó la posibilidad de abrir un proceso canónico penal por la misma razón: no había ninguna acusación de pedofilia.
Este fracaso de la acusación penal perjudicó seriamente a los abogados del acusador en su propósito de obtener una suculenta indemnización en el fuero civil como es habitual en los EE.UU., adonde acusaron de diversos delitos al Obispo James Timlin, a la Diócesis de Scranton y algunos de sus sacerdotes, a la Fraternidad San Pedro, a la Academia Saint Gregory’s, y a la Society of Saint John, fundada por el Padre Carlos.
Para las personas no habituadas a los intríngulis legales, es necesario aclarar que, por un mismo motivo, pueden iniciarse dos juicios independientes: uno en el fuero penal y otro en el civil. El éxito de este último, es decir, el monto de dinero a obtener como reparación por daños y perjuicios, queda muy debilitado si fracasa la denuncia penal.
Pero en los EE.UU., vale la pena intentarlo porque, aunque las acusaciones en el fuero penal ni siquiera hayan llegado a juicio –por falta de hechos o inexistencia de pruebas– hay en su sistema legal más posibilidades de lograr algún dinero a través de una causa civil. En efecto, como los costos para defender la inocencia ante la justicia civil americana son elevadísimos (se estima que, en promedio, una Diócesis debe gastar un promedio de U$ 2.000.000 en cada caso), es norma de hecho llegar a un acuerdo prejudicial con aprobación del juez del caso.
La Society of Saint John, que se negó en principio a llegar a un arreglo, fue forzada por la Diócesis de Scranton, ya dirigida por Mons. Martino, a sumarse a un acuerdo total por U$ 450.000, de los cuales le correspondía aportar U$ 55.000, una cifra insignificante para los montos usuales en estos casos y que se explica porque los abogados acusadores carecían de pruebas mínimamente sólidas para pretender más dinero de la Society o para desechar el acuerdo propuesto e iniciar el juicio civil. La Society of Saint John impuso como condición para firmar el acuerdo que los acusados dejaran asentada por escrito, una vez más, su inocencia, y que el acusador, por su parte, renunciara de igual modo a cualquier otra campaña posterior de acusaciones u a otra acción civil.
Se ve que en todas partes, «por la plata baila el mono», sin importar el engaño al público ni el descrédito de los inocentes. Yendo ahora a los bailarines de Ciudad del Este, el 23 de julio de este año, en la causa 2014-6130 del Juzgado Penal de Garantías Nº 6 de Alto Paraná, la fiscal a cargo, María Graciela Vera Colmán, ha solicitado se desestimen y archiven, por carecer en absoluto de cualquier sustento probatorio, las acusaciones iniciadas ¡telefónicamente! ante la Fiscalía por una radio de Asunción contra el Presbítero Urrutigoity «por supuesto abuso sexual en niños, no mencionando nombre de víctimas… además de no identificar… dirección y/o fecha (o) lugar en que ocurriera el hecho denunciado». Todo provino de las diatribas hechas – y grabadas – en un programa de Radio Unión por el conocido denunciante serial Javier Miranda quien, intimado por la fiscal a comparecer para «declaración testifical», jamás se presentó ni envió evidencia alguna, confirmando así sus innegables condiciones actorales.
Pastor, y no mercenario que huye ante lobos, Mons. Livieres se mantuvo siempre inflexible en la defensa de inocentes. En el caso del Padre Carlos, lo hizo incluso frente a aquellos que, aún reconociendo la justicia del caso, encontraban imprudente, primero su recepción en la Diócesis, y, luego, su promoción a distintos cargos, ya que tales acciones implicarían poner en peligro la imagen de la gestión y la «carrera eclesiástica» del Obispo. Sin embargo, Monseñor Rogelio juzgó más realista y acertado aprovechar los recursos humanos concretos que la Providencia le ponía a mano.
A pesar de la ocasional algazara mediática y protesta clerical, el Vaticano respetó la decisión del Obispo y, luego de un prudente tiempo de espera y experiencia en la nueva Diócesis, autorizó la incardinación del Padre Carlos en Ciudad del Este por medio de su Representante, el Nuncio Apostólico en el Paraguay, con el consentimiento del Obispo excardinante. Además, ese mismo año emitió la carta laudatoria dando su consentimiento a la elevación como Sociedad de Vida Apostólica de las Comunidades Sacerdotales de San Juan.
En lo que respecta al juicio del Pueblo de Dios en la Diócesis, los seminaristas, sacerdotes, religiosos y laicos de la Diócesis en su conjunto apoyaron y apoyan al Obispo y al sacerdote, siendo después de casi 10 años testigos directos de su ejemplar ministerio y sus cualidades humanas y honestidad moral. Estos apoyos no hay que suponerlos. Han quedado plasmados, para quien quiera examinarlos, en manifestados escritos y firmados a la prensa y al público general. Lo que es más, cuando llegó la hora de nombrar a un nuevo Vicario General, consultados los sacerdotes y los dirigentes laicos, casi por unanimidad propusieron al Padre Carlos como el candidato de su elección. Aunque él mismo se opuso a la idea por parecerle imprudente, el Obispo confirmó respaldó la decisión de su presbiterado y laicado.
Cabe destacar finalmente que, cuando Mons. Livieres se enfrentó a verdaderos casos de corrupción o violaciones del celibato sacerdotal, en cualquiera de sus formas, no dudó en proceder, incluso frente a fuertes presiones, conforme a derecho, castigando proporcional y medicinalmente a los culpables.
8. MONS. PASTOR CUQUEJO
El Arzobispo de Asunción se sumó públicamente a una nueva ola de ataques contra el Padre Carlos, al afirmar ante la prensa que su caso no estaba claro y que podría, en calidad de Arzobispo Metropolitano, solicitar a la nueva administración en Roma que reabra la investigación de la Congregación para la Doctrina de la Fe cerrada in limine bajo Benedicto XVI por falta de acusación de menores.
Indignado, Mons. Livieres le respondió en el terreno en el que se había pronunciado el Arzobispo. Lo hizo porque sus reiteradas aclaraciones eran descreídas abiertamente y porque se pedía contra toda justicia la reapertura de una investigación sin que hubiera nuevas acusaciones ni nuevos elementos de juicio. La piedra tirada por Mons. Cuquejo estaba dirigida no sólo a poner en duda la probidad de lo actuado por Mons. Livieres, sino de la misma Santa Sede.
Sin rodeos de su parte, aunque quizás con exceso, señaló al Arzobispo la incongruencia de alegar escándalo y solicitar investigaciones públicas cuando el mismo Mons. Cuquejo había sido no sólo acusado, sino procesado por actividad homosexual, y no por terceras personas, sino por implicados directos.
9. NUEVAS COMUNIDADES
Como suele criticarse a padres con más de dos hijos, se ha cuestionado el número de vocaciones sacerdotales y de los nuevos carismas laicales y religiosos, planteando una falsa oposición entre cantidad y calidad. Incrédulamente, algunos se preguntan si es posible que Dios bendiga tan generosamente a una Diócesis, o si la multiplicación es más bien fruto de la negligencia y el afán de estadísticas.
El árbol se juzga por sus frutos. El juicio del pueblo sobre sus nuevos pastores es muy positivo y están encantados con los variados servicios que les proveen las comunidades religiosas y los movimientos laicales. Claramente, siempre se puede hacer más y mejor. Seguramente la Visita Apostólica aportará sugerencias y correcciones que permitan llegar aún más lejos.
Pero es innegable que Ciudad del Este, hasta hace poco conocida por su contrabando y otros tráficos, se ha ido convirtiendo en un centro de vitalidad espiritual, religiosidad y cultura reconocido en el país. Es difícil recorrer las calles de la ciudad sin observar jóvenes sotanas y hábitos religiosos. Cada fin de semana, hay unas 2.000 personas que salen de sus periferias y pobrezas humanas para participar de retiros de conversión y formación, organizados mayormente por laicos acompañados de sus capellanes. Por su parte, los múltiples cursos de formación para dirigentes sobre Biblia, liturgia y catequesis cuentan con gran participación de asistentes.
…………….
Qué pena en lo que se ha convertido Infovaticana desde que tiene a la Cigoňa… Ese seňor que se atreve a opinar de todo, absolutamente de todo, como si supiera más que el Espíritu Santo…
Y ya cuando empieza a hablar del Papa en ese tono… Y esto tiene el nombre de Vaticana??? En fin una pena.
Hagan algo por favor.
Dudo mucho que el Papa tenga gesto reconciliador con Mons. Livieres. Si fuera progre, protestante, ortodoxo o musulmán seguro que sí, pero no lo es.
La jerarquía más alta de la Iglesia va a la deriva total y esto termina mal…y será pronto.
Dentro de unos díez días, precisamente, el Papa parte de visita a Paraguay. A ver si, al reunirse con los obispos del país, está Mons. Livieres y hay algún gesto reconciliador. Aunque no creo.
Bergoglio llama “Impuro” y “pecador” a Nuestro Señor Jesucristo (http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=/francisco-hacer-bien-sin-mancharse-las-manos-jesus-se-mancho-la-43286),
y nadie se ofende…. ¿Hay alguien ahí?…. ¿Queda algún católico celoso de la dignidad de Cristo? Aparte de jugar a la lotería con los nombres de los obispos y los cardenales, dudar de la buena voluntad de Livieres, repartir cromitos en las diócesis al caballo ganador, apostar por el cleriman, y criticar a BXVI para rebajar el cisma que trae padre Jorge, ¿ tienen ustedes sangre católica en las venas? Repito: QUE HA LLAMADO “PECADOR” E “IMPURO” A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. Oigan, qué después de esto, qué le queda por decir a Bergoglio????. Ohhhh… es que “Su teutonidad”, o su “polacocidad”, como diría el soplagiatas de turno, también cometieron errores….. Ningún papa llamó a Nuestro Señor “impuro” ni “pecador”. Aprende mamarracho. ¿Y porqué no? Pues porque eran papas, y católicos. Y temerosos de Dios. Y esto es lo que los chuminosos con la gracia en el culo nunca entenderán. Y seguirán con la patética cantinela.
Estamos bordeando el abismo. Y su asquerosa hiel y su mortal podredumbre nace en Roma. Y su mentor, Bergoglio.
Es PARAGUAY, no Uruguay. Tan certero y detallista que es para algunas cosas, padre, pero hay otras (muchas veces, latinoamericanas) en las que se equivoca grueso.
No le erró de diócesis, le erró de país.
Gracias, y que Dios lo bendiga.
Lo ha expresado con claridad y corrección, Riera. Tiene razón: los accidentes visibilizan la sustancia, en el caso de que sea tal y no un remedo o sucedáneo.
Sobre el bueno de Monseñor Livieres, no tiene ni la satisfacción de ser emérito, como lo es un Daneels, o cualquiera al que se le haya aceptado la renuncia, aunque sea por el párrafo segundo. Su Excelencia Monseñor Livieres fue expulsado de la Diócesis, que con algunos temas opinables, con tal ejemplaridad había apacentado. Por ello, salvo error por mi parte, no entra en la categoría de los eméritos.
Parece que su salud es preocupante, aunque haya sorteado el escollo de lo peor:
http://www.adndigital.com.py/index.php/impreso/pais-impreso/2588-mons-livieres-fue-sometido-a-implante
Santos Abril y Castelló, otra de esas boñigas que recibimos en herencia como cardenal del nunca como se debe alabado lince de los papas, Su Alemanidad, el mismo que «empurpuró» a Salazar, Monteiro, Tagle, Marx, Coccopalmerio, Bertone y otras muchas perlas salidas, en realidad, de un verdadero muladar.Pido a Dios que le conserve las orejas, para que tenga donde apoyar las gafas.Y que conste, aunque lo he dicho mil veces: lo peor que hizo no fue escoger a estas cagarrutas, sino largarse con un «ahí os dejo eso».Porque lo que vino detrás…sin comentarios, pues se comenta solo.
Las insinuaciones y medias palabras de Canali, siendo sacerdote, son preocupantes
Que yo sepa el P. Canali suele hablar en serio. Y aunque el Papa detestara a este obispo, se dará perfecta cuenta de lo que le ha hecho. No tiene un pelo de tonto, Su Santidad.
El Obispo Livieres padece diabetes, una enfermedad que se agrava con los disgustos.
Ese doloroso asunto pesará como una losa en la conciencia del actual Pontífice.