| 08 febrero, 2022
Muy valorada, y con toda razón, por Nemesio Rodríguez Lois:
https://www.actuall.com/laicismo/la-carta-de-don-jesus/
<
Muy valorada, y con toda razón, por Nemesio Rodríguez Lois:
https://www.actuall.com/laicismo/la-carta-de-don-jesus/
Tanto dar la patraña con los abusos del clero católico… hay que ser malos hasta la saciedad. Hace unos días leí una estadística sobre este tema, y decía, ciertamente, que los abusos del clero, en la escala de 1 a 100, eran del 0,6. Coincido con Don Antonio García, que se investiguen los abusos de padres e hijos; de profesores y alumnos; de jefes y subordinados, etc. etc. … Y nos llevaríamos las manos a la cabeza de lo que se descubriría. Hay mucha hipocresía y falsedad en este tema. Pongo uno de los últimos ejemplos. Después de treinta años fallecido el Padre Gabaráin, aparece una supuesta víctima a reclamar no sé qué. Si cuando vivía el padre Cesáreo, no dijo nada y se calló, … piensa mal y acertarás… se lo pasó en grande… eso parece… y ahora, que el imaginario agresor, no se puede defender… a sacar un sustancioso dinerito, que con la crisis, le vendrá que ni pintado. Hay que ser un canalla y un oportunista chupóptero. Y mala persona.
La carta está muy bien y muy clara, pero me temo que pasa por alto una cuestión que creo importante: Los casos en la iglesia católica se remontan a los años 60 por lo menos (tengo una experiencia cercanísima en mi familia), cuando aún no existía ese desorden moral al que se refiere el arzobispo. También el fin de esas abominables prácticas se remonta a hace ya tiempo, de hecho la inmensa mayoría de los testimonios que se dan a conocer corresponden a los años 80 como mucho, señal de que la propia iglesia ha ido enmendando el tema. Hoy día son muchos más las noticias referidas a casos familiares (padres sobre hijas, tíos con sobrinas, incluso abuelos con nietas, lo que es el colmo), monitores deportivos, parejas y ex parejas de mujeres con problemas, que personas relacionadas con la iglesia.
Pero hay que reconocer que la Iglesia tardó en dar respuesta a estos casos, y no siempre fue la mejor. Muchos conocemos casos de párrocos mal nacidos, de los que se sabían sus horribles pecados, que eran simplemente cambiados de destino, quizás tras un paso de algún tiempo en un convento u obligados a realizar una «terapia» de ejercicios espirituales. En el pecado va la penitencia. Se miró hacia otro lado en muchas ocasiones. Y ahora los enemigos tradicionales de la iglesia aprovechan eso para plantear una guerra hipócrita, no contra la pederastia, que por supuesto les trae sin cuidado, sino contra la iglesia por haberla permitido. Porque el relato que puede llegar más fácilmente es que la iglesia a fin de cuentas la permitió.