Tomás de la Torre, querido colega en esta aventura de la información eclesial por libre, quiero decir por darnos la gana y sin mandato alguno, lo que nos da una independencia total, y a quien leo siempre, señala la posible ruptura de una luna de miel entre el secretario y portavoz de la Conferencia Episcopal y José Manuel Vidal. Me traen sin cuidado lunas de miel, existan o no existan. Y amistades entre personas, que son muy dueñas de tenerlas o no. Y hasta de interrumpirlas si las hubieran tenido. Pero el hecho que mi colega comenta se desarrolló ante mis ojos. Y no ante los de José Manuel Vidal que no estaba allí. Como sí estuvo en la inauguración de la Plenaria. Donde le saludé con el gusto que me da siempre encontrarle. Que uno no puede olvidar que el estar en estos berenjenales se debe a él. Y a la acogida que me dio, gratísima por mi parte, en su web de Religión Digital. Donde tuve una libertad absoluta, como la he tenido también en las otras dos torres en las que puse mi nido. Pero en la suya con más mérito de José Manuel porque sus «amigos», obispos incluidos, le interpelaban continuamente por mi presencia. En el acto de clausura de la Plenaria, y de presentación del documento episcopal sobre la Iglesia y los pobres, estábamos, en la presidencia, el obispo Omella, el secretario-portavoz y un invitado de piedra que no dijo palabra, y entre los asistentes, un grupo de periodistas o informadores, yo no soy periodista, más fotógrafos y cámaras. La representación de Religión Digital recaía en Jesús Bastante, con quien siempre me alegra encontrarme. Yo hice una pregunta sobre el documento episcopal y me contestó muy amablemente el obispo Omella sin la menor interferencia del secretario. ¿Qué Gil Tamayo tuvo notable protagonismo? Es cierto. Pero en ningún momento pisando al obispo. El problema era otro. Y seguramente grave. Y es que el documento interesaba poquísimo a los informadores. Y las preguntas apuntaban a otros blancos. Algo no funciona bien en la Iglesia española si a los medios les trae casi sin cuidado lo que puedan parir los obispos incluso sobre temas tan importantes como el que el antepasado lunes presentaban. No es para desanimar a nuestros pastores pero si se hiciera una encuesta sobre los españoles que han leído sus textos se les iban a caer los palos del sombrajo. Cero, coma, y algún cero más, antes de que aparezca un número distinto del cero. Y si el campo no fuera el de todos los españoles sino el de los católicos, el resultado sería el mismo. A los católicos españoles se la refanfinfla lo que les dicen los obispos. Pues algo deberían hacer los obispos para que eso cambiara. Porque no es normal tanta desatención. Y tampoco tiene el menor sentido producir documentos que nadie va a leer. Y ya van unos cuantos. A mí, las relaciones personales entre Gil Tamayo y Vidal me traen sin cuidado. Eso es cosa suya. Y si una luna de miel, existente o no, se interrumpe, también. Yo mi luna de miel la he pasado hace casi cincuenta años, tengo de ella un recuerdo gratísimo, y no quiero ninguna más. Tampoco me he caracterizado por el incienso al secretario-portavoz. Más bien lo contrario. Aunque he de dejar constancia de que en esa rueda de prensa me ocurrió lo que nunca me había ocurrido en las anteriores. En las que había pedido varias veces la palabra y jamás se me concedió. En esta ocasión, sin el menor problema. Fui uno más de los ocho o diez que pudieron decir lo que tuvieron a bien. Y, concluida, el secretario portavoz, al tropezarnos, me saludó amablemente. Menos de un minuto. Pero tampoco me había ocurrido nunca. Pues se lo agradezco. Que la educación nunca está de más. Y estoy seguro de que Gil Tamayo no comparte muchas de las cosas de esta cigüeña. Ni yo algunas de las de él. Pues como Tomás de la Torre se hace eco de un desencuentro, aviso, amonestación o lo que fuere, como yo estaba presente os dejo testimonio de lo que allí ocurrió según lo que yo vi. No hubo el menor desaire al obispo Omella. Ni ninguna sensación entre los presentes de que alguien asumiera roles ajenos. Fue una rueda de prensa sin el menor problema y más bien grata. http://infovaticana.com/el-olivo/2015/05/04/luna-de-miel-rota/
Sobre el secretario-portavoz de los obispos
| 05 mayo, 2015
jd: Si el tal monseñor Jean Michel Faure es uno de los obispos lefebvrianos y las ordenaciones episcopales que proyecta para el 30 de junio, aniversario de las que en su día efectuara mons. Lefebvre, aunque válidas, son ilícitas, no quisiera yo estar en el pellejo de Faure ni en el de los cuatro ordenandos.
Paco: en mi diócesis, cuando el obispo (o su asesor) confunde una exhortación apostólica con una encíclica, ya me dirá cómo puede que ande todo lo demás en cuestión de ponerse al día sobre documentos del Magisterio. Y a la primera que vi al obispo se lo dije y se escudó en lo que le había dicho su asesor, que creo que es un cura. Y yo le dije que si quería le daba mi teléfono (fijo, nunca he tenido móvil), y cuando tuviera una duda sobre algún documento pontificio podía llamarme. Y en el 2003, le tuve que decir a otro cura que la «Marialis cultus» ni es una encíclica ni es de Juan Pablo II: lo soltó en la homilía.
El 30 de Junio Monseñor Jean Michel Faure consagrara cuatro obispos.
¿Y los sacerdotes leen los documentos de la Conferencia Episcopal? La mayoría pienso que no.
Con Blázquez y Osoro al frente, ese es el destino inevitable de cualquier cosa que haga o diga la CEE. Porque la reacción que despiertan estos dos prelados es esta: simpatía en lo personal (Blázquez es una muy buena persona y Osoro es bastante más simpático que el cardenal Rouco y no digamos Martínez Camino, aunque esto último no era nada difícil) pero absoluta indiferencia por lo que tengan que decir.
Contraste: cuando en tiempos del llorado Suquía la CEE aprobó el documento «La verdad os hará libres», los sociatas se pusieron a echar fuego y azufre por la boca.
Bueno, los obispos españoles tiene suerte, porque hay algunos blogs que comentan y dan noticias de sus plenarios, aunque en el fondo a los católicos españoles no les importe nada. Aquí, en la Argentina, no nos importa tampoco nada lo que digan nuestros obispos, pero ni siquiera hay blogs que lo comenten, salvo algún recuadro perdido en algún diario. Porque es tan soso, tan acomadaticio y y tan playito lo que dicen que a nadie le puede interesar. A nadie.