| 14 septiembre, 2019
Se trata de una obsesión crónica necesitada de dos cosas: tratamiento profesional y una cultura por lo menos básica. Aunque ya sé que a esa edad es imposible rellenar carencias que vienen desde la infancia. Sobre el proselitismo y algunas lagunas más os recomiendo el artículo de Bruno Moreno:
http://www.infocatolica.com/blog/espadadedoblefilo.php/1909110210-iproselitismo-si-o-no#more38373
Fue Benedicto el primero que habló contra el proselitismo. Y en ese sentido lo usa Francisco.
El ataque al proselitismo empezó también con el Desconcierto Vaticano II, que permitió crear eso que llaman ecumenismo y que debería llamarse «ecumonismo», de mona, porque los católicos empezaron a hacer el mono hablando con herejes y demás con los que la Iglesia no tiene nada que conversar.No hay que dialogar con los budistas ni con los misilmonas ni con los paganos: hay que convertirlos.
La fobia del Papa hacia el proselitismo no es ignorancia; responde a una mentalidad que se da entre los religiosos «progres» desde hace varias décadas. Cuando van de misiones dicen que ellos no predican con la palabra, sino que se limitan a dar testimonio de vida.
Cuando el Señor nos librará de semejante devastador.
Se lo digo con todo afecto, pero tal y como está el Colegio cardenalicio, lleno de mierda y escoria, salvo media docena, dígame, cómo será un Francisco II y un Francisco III, posterior. Hay muy poquito margen para un mínimo de esperanza. Un saludo.
El P. Aberasturi, nuevamente, se supera. Doy gracias a Dios por contar con este fiel y leal defensor del Evangelio:
«De la rigidez y los rígidos»
http://www.infocatolica.com/blog/nonmeavoluntas.php/1909120638-de-la-rigidez-y-los-rigidos#more38377
La obsesión del Papa contra el proselitismo sólo se comprende si su concepto de ‘proselitismo’ no es el que siempre se ha entendido en la Iglesia. El artículo razona que lo que subyace en las invectivas papales es una especie de indiferentismo religioso. Si todas la religiones son iguales, si somos iguales, para qué evangelizar. ¡Cómo puede haber llegado un sucesor de Pedro a tal mundanidad! Jesucristo se apiade de su Iglesia, y nos perdone a todos.