| 29 marzo, 2024
No voy a decir que por el cartel. Pero con el cartel. ¿Tampoco le gustó a la Madrugá?
Seguro que hay gente convencida de ello.
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No voy a decir que por el cartel. Pero con el cartel. ¿Tampoco le gustó a la Madrugá?
Seguro que hay gente convencida de ello.
Lo del cartel tendría sentido si hubiera llovido sólo en Sevilla, pero la Semana Santa se ha fastidiado en buena parte de Andalucía.
Como usted sabe, cuando se desata la cólera divina hace pocos distingos. Aunque sólo fuera por eso, los justos deberían impedir las blasfemias de los malnacidos.
En mitad de la noche de esta fallida Madrugada, en Sevilla ha estallado una gran tormenta. ¿Cómo no recordar el salmo 96?:
“Delante de él avanza fuego, abrasando en torno a los enemigos; sus relámpagos deslumbran el orbe y, viéndolos, la tierra se estremece. Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria”.
Nunca ha sucedido lo de este año: ni un solo día han podido salir las cofradías con normalidad. Muy escasas, y con incidencias, han podido hacerlo. Desde luego, para cualquier persona de fe, la cosa da mucho que pensar. Dios castiga a los blasfemos y a los cobardes que permitieron la zafia burla de su Hijo. Y lo hace sin palo ni piedra; es más, dándonos lo que más necesitábamos ahora, el agua. Bondad y justicia.
El infame Consejo de Hermandades y Cofradías que permitió y propició el cartel blasfemo debería estar haciendo penitencia vestidos de saco y cubiertos de ceniza. Pero nadie les recrimina nada en esta ciudad de fariseos, en la que calló incluso el arzobispo para no indisponerse con los poderes de este mundo.
Se ha olvidado usted del Arzobispo, que no mandó retirar el cartel.
Pues creo que lo menciono al final… pero sin mayúscula, quizá porque no se la ha ganado.
¡Sin Madrugá os quedáis, blasfemos, profanadores de tumbas!
Laus Deo Virginique Matri!