Es el titular de un artículo de José Francisco Serrano que nos deja una semblanza en mi opinión muy exacta del recién fallecido obispo de San Sebastián.
https://www.abc.es/sociedad/abci-setien-epoca-201807150239_noticia.html
En su habitual tono moderado pero sin que el guante de seda haga pasar inadvertido el puño de hierro.
Expone exactamente lo que ocurrió en España con la Iglesia y el terrorismo etarra, vergonzosamente, hasta que el arzobispo castrense Estepa denunció aquella lamentable situación y el cardenal Rouco acabó definitivamente con ella porque aquello no era un problema, gravísimo, de los obispos vascos sino de toda la Iglesia de España.
Supongo que ninguno querrá que nos pongamos a llorar por la muerte de monseñor. Si acaso -habrá que pensarlo y darle unas vueltas al asunto- rezar un poco por la salvación de su alma, aunque me temo que hay poco que hacer ahí, ni siquiera a sabiendas de la misericordia infinita del Padre. Quien estuvo engolfado con los verdugos, con los más sanguinarios y atroces verdugos, ¿qué puede invocar ahora?¿qué les dirá a los pobres inocentes cuyas vidas fueron molidas en el altar del nacionalismo más bestial mientras monseñor azufraba los altares donde eran inmoladas?¿qué les dirá?
Se me ocurre, al hilo de lo que dijo Msr Estepa, que o los obispos eran unos gallinas o el finado era una mente privilegiada para la manipulación que les tenía comido el coco a sus «hermanos» obispos.
Pero es que la cosa sigue igual, ahora los tenemos en Cataluña y el resto callados como mujeres públicas, como no hay muertos, no puede salir ninguno a decir que él pone los muertos. Pero es que incluso los obispos vacos también dan su parte de arena, por ejemplo, Msr Munilla, que es de lo mejor de la CEE, perdió la ocasión de callar y pronunciar una homilía sencilla y sin loas al muerto. Pero no, tuvo que llamarle «padre», justamente él, que tuvo que huir de allí y estudiar en el seminario de Toledo.
Y lo peor es que a nadie parece importar la pérdida de fieles, fieles que empezaron a irse al ver la bajeza del clero vasco y fieles que se van al ver la bajeza del clero catalán y no sólo se van en esas regiones, eriales mustios, sino en toda España, dando este clero, por bueno lo que dicen los enemigos sobre los curas.
Ahí tenemos al digno heredero del muerto, que a pesar de su apoyo a eta, sigue dando conferencias y ejercicios espirituales por toda España, un obispo emérito que parece en activo.
¿ Y » las nueces» de ETA y SETIEN; para cuando las va a » DEVOLVER» la iglesia universal católica siquiera como mínimo acto de reparación? ¿Terminará la Iglesia de una VEZ con el INSULTANTE cupo supremacista católico vasco y la MISERIA IMPUESTA A LOS ESAÑOLES?¿Acabara la educación en el ODIO a los españoles y a España esos tan privilegiados por ese dictador nacional católico Francisco Franco que tan tranquilo veraneaba en San Sebastián? ¿ Acabara la justificación de esa aberración anti histórica y de » EUSKADI»?
¿O estas cosas no » las repara» la Iglesia? ¿ De que sirve pedir perdón entonces?
Me quedo con lo que dice el incisivo Rubén Amón acerca de Setien:
MONSEÑOR SETIEN Y LA SERPIENTE DE LA PAZ
No parece probable que monseñor Setién resucite al tercer día. Las fechorías de su existencia le han hipotecado el reino de los cielos. Y lo sustraen a la convención de una elegía edulcorada. Por eso no tiene derecho el pater soberanista a la diplomacia del estilo sepulcral, género literario que exalta los méritos del difunto a costa de esconder los errores. Y que acostumbra a resumirse en un epitafio presuntuoso y grandilocuente. El dolor que ocasiona la esquela y la tradición coral de las plañideras encubren incluso al finado más feroz y despiadado.
Acaso Setién permanezca a la categoría, más aún despojado de la cruz y del hábito episcopal que disfrazaban su ambigüedad con el terrorismo. No porque hubiera urdido un atentado o porque los hubiera legitimado con el agua bendita de las cañerías, sino porque contribuyó a los mensajes de indulgencia y de empatía, como si fuera posible asumir una posición de equidistancia entre el verdugo y la víctima en el nombre de la otra mejilla.
Setién no tuvo compasión con los muertos de ETA y sí tuvo condescendencia con los pistoleros, hasta el extremo de elevarlos al rango de revolucionarios. Era la perspectiva desde la que podían justificarse las matanzas. No sólo porque representaban la factura inevitable de la guerra de ocupación, sino porque el niño, el guardia civil, el periodista o el soldado eran los mártires necesarios del camino hacia la normalidad, entendiéndose como normalidad la amnesia y la obscenidad con que han sido asimilados en las instituciones los próceres intelectuales del terrorismo.
Tiene escrito Edmund Burke que la victoria del mal solo requiere que los buenos no hagan nada. Y no se le podrá reprochar a Setién el defecto de la pasividad. Al contrario, especuló en el bando del mal y convirtió los confesionarios en zulos. E hizo de las homilías un ejercicio de apología de la resistencia y de la independencia que hubiera asumido como propias cualquier clérigo yihadista.
No fue un hombre de Dios Setién. Ni un hombre de Iglesia. El mensaje de la tolerancia del cristianismo y su vocación universal se resintieron de un sesgo oscurantista y despiadado. Setién simpatizaba con el soberanismo acariciando con su anillo a los chacales. Y abasteciéndolos de promesas ultraterrenas, ninguna tan atractiva como la independencia de Euskadi.
No ha vivido para bendecir el nacimiento de la nueva patria con el incienso de la pólvora antigua, pero casi llega a tiempo de votar en el referéndum que han amañado el PNV y Bildu en la estrategia de la desconexión y en la provocación mimética del soberanismo catalán. El clero vasco y catalán extremista simpatizan en la pira de la Constitución. Y veneran la serpiente de la paz que monseñor Setién custodiaba en su regazo, recreándose en el desamparo de las víctimas de ETA y evocando aquél siniestro pasaje del Don Carlos de Schiller en el que el marques de Poza recrimina a Felipe II haber predispuesto la paz… de los sepulcros. Dice Rubalcaba que en España se entierra muy bien. Y tiene razón, pero monseñor Setién se merece una fosa común sin epitafio.
https://elpais.com/elpais/2018/07/11/opinion/1531300513_842128.html
Viendo la cara de este indecente elenento, jose mari, vienen a mi cabeza las palabras del padre Merrill. Decia el santo a un desesperanzado y descreido padre Carras: » El objetivo del demonio es hacernos creer en la imposiblidad de que Dios pueda amarnos». Que fue precisamente lo que, a conciencia, hizo este C.A.N.A.LL.A. con miles y miles de creyentes. Y siguen igual, claro que dentro de poco, poco…ya no quedará a nadie a quien desesperanzar.
«La conferencia episcopal? Y eso pa que es? algo parecido a la cámara de comercio o argo? Argun randsoware der internet? Setién hubiera sido mejo entrenaor p la selesion quer Luis Enrique. Musho Beti eeeh! eeeh! Musho Beti, musho beti eeh, eeeh!. Y los asesinados moridos pa siempre obispillos, y vosotros y vosatras cagaos de miedo y España hecha un erial y vuestra fe …muerta. E la nave va.
Para desgracia de la Iglesia en España, don Paco Pepe, con Setién no acaba una época. Como una suerte de maldición nacional, le han sustituido con brío, falta de honor y apuñalamiento de la doctrina social de la Iglesia, la misma daga que empleaba el de Hernani, unos obispos catalanes que no tienen nada que enviarle. El escenario se repite con puntillosa fidelidad: clérigos trabucaires, obispos incendiarios, monjas, frailes y, por supuesto, grupos de laicos inducidos por jesuitas y benedictinos, aquí en Cataluña. Corregido y aumentado. No son solo las extravagancias de Novell, la perversidad de Pujol arzobispo. Ambos con la bajeza de aprovechar el templo para sus mezquindades doctrinales y secesionistas. Es la mano del jesuita Puig que gobierna para la causa separatista la poderosa institución de los centros católicos de enseñanza. Es la aquiescencia de una cardenal sin formación y con un complejo de inferioridad que abochorna. Es la aquiescencia de una pléyade de obispos que, sin ser separatistas, carecen de luces para tener siquiera un concepto, una idea prestada. O están físicamente extenuados, como el obispo de sant Feliu. ¿Habrá algún clérigo justo del Ebro al Fluviá? Si los hay, cierto. Por eso el abandono no es total.