Algunos se lo deberían hacer mirar

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Porque por lo menos es raro.

Creo que a nadie se le puede rechazar por su pasado si el hoy es bueno. Perfecto sólo es Dios. Los demás, yo el primero, tenemos muchísimas imperfecciones. Pero creo que no es cosa de expulsar de la Iglesia a San Pablo, San Agustín, San Ignacio de Loyola o Santa Teresa Benedicta por su pasado. O a todos los conversos.

Es que no nos quedaríamos solos. Es que hasta nosotros nos tendríamos que ir. Porque no hay nadie que no se equivocara alguna vez. Dejando al margen a la Santísima Virgen.

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La juventud de Ratzinger fue progre. Pío XII se equivocó en sus años de nuncio con Hitler. Pío XI con Musolini en 1929 aunque lo que logró bien valía una equivocación. Y hasta es posible, o no, con la Action Française. No sobre el catolicismo inexistente de Maurras. Pablo VI con su ostpolitik y con no pocos de los mediocres obispos que nos nombró para España. Buenísimos sacerdotes de los Legionarios de Cristo en su afecto a su fundador que era un auténtico depravado. Pero no podemos hacer de ello regla definitoria y absolutamente excluyente. Lo que importa es el balance y el final.

Porque incluso gravísimos pecados se perdonan y si una vida posterior lo acreditara, incluso por el atajo del martirio, puede llevar a los altares.

Hoy leo reticencias sobre la virginidad de María, sigo pensando que el himen no es un lugar teológico pero en ello a lo que diga la Iglesia, que hoy se caracteriza por no decir nada, simpatías a Teilhard o a Gustavo Gutiérrez o disquisiciones sobre el pecado original. ¿Fueron excluyentes de la Iglesia o teorías apuntadas para su discusión entre teólogos? Y tampoco consta que sigan manteniendo esas posiciones hoy como baluarte inexpugnable de sus convicciones. Simpatías personales con Gustavo Gutiérrez, sacerdote de la Iglesia y hoy creo que dominico bastante al margen de posturas iniciales, tampoco me parecen como para excluirle de la comunión eclesial. Y menos viendo algunas simpatías del actual Papa.

No nos fijemos en minucias, aunque algunas no lo fueran tanto si es que lo fueren, pasadas. Hoy Müller es un gran cardenal de la S.R.I. y que ha acreditado meritorísimamente ese concepto. Y Ladaria, sin ser cardenal de momento, también, Pues esperemos a ver si siguen en esa línea que mañana Dios dirá y los demás también. Pero sin hacer arqueología sino actualidad. Y menos cuando hay tantos impresentables. Ellos no lo son.

Comentarios
19 comentarios en “Algunos se lo deberían hacer mirar
  1. Cuando nombraron a Bergoglio papa, algunos argentinos como el dr Camponetto nos advirtieronde que estuviésemos prevenidos porque Bergoglio devastó su diócesis y fue promotor de herejias, y otros como Iraburu se le echaron al cuello por advertirlo recién nombrado. Luego ha seguido el camino de la amargura que todos padecemos.
    A estas alturas pedir que no se mire con lupa el pasado de los nombramientos y que no se desconfíe, es mucho pedirle al pueblo fiel, me parece a mi. Gracias a internet, la tomadura de pelo, por ejemplo del sínodo amoris, no ha sido mayor. Al pueblo fiel se le ha tomado demasiado el pelo como para volverle a pillar desprevenido.

  2. Creo muy desafortunada la referencia que hace sobre pio XII en el caso Hitler. Ya se dijo que los que mas mal le han hecho a Pio XII no es de los que crearon su leyenda negra sino de los católicos que se la creyeron sin mas.

  3. Lo tengo muy claro, si Francisco ha despachado a quien se ha limitado a decir que el magisterio de Francisco hay que interpretarlo en la hermenéutica de la continuidad con la tradición y ha puesto a un teólogo de segunda, un uomo di paglia, como Paglia, es porque quiere acelerar su revolución bergogliana, cual nuevo mesías, y hacer que todo el magisterio anterior se interprete conforme a los nuevos soplos bergoglianos del espíritu, domeñado a su gusto.

  4. Müller no se atrevió a criticar la Amoris ni a señalar los puntos débiles, oscuros cuando menos, a pesar de la multitud de observaciones que hizo antes de su publicación. Ha acabado perdiendo, a pesar de su bajo perfil opositor. Robert Sarah, que se ha enfrentado abiertamente y le ha dicho a Francisco que la reforma de la reforma litúrgica acabará haciéndose con o sin Francisco, aguanta el tipo y ha sido exaltado por Benedicto XVI : » La liturgia está en buenas manos «.
    Il “profilo basso”, nella strategia di alcuni conservatori, rappresenta un male minore rispetto al male maggiore della perdita del posto, conquistato dagli avversari. Questa strategia di “contenimento” non funziona però con papa Francesco. Qual è stato infatti l’esito della vicenda? Il cardinale Müller ha perso una preziosa occasione di criticare pubblicamente la Amoris laetitia e alla fine è stato congedato, senza neppure il dovuto preavviso. E’ vero, come osserva Marco Tosatti, che egli oggi è più libero di esprimersi. Ma se anche lo facesse, sarebbe la voce di un cardinale pensionato e non quella del Prefetto del più importante Dicastero della Chiesa. L’appoggio della Congregazione della Fede ai quattro cardinali che vanno avanti per la loro strada sarebbe stato rovinoso per chi oggi guida la Rivoluzione nella Chiesa e papa Francesco è riuscito ad evitarlo. La lezione della storia è che chi non combatte per non perdere, dopo il cedimento conosce la sconfitta. (Roberto de Mattei, in Il Tempo, 2 luglio 2017)

  5. Encontre esta noticia ocurrida el año pasado.. y puede ser importante ahora que tambien estan programando cambios contra el clero..y la liturgia..se rumora la imposicion de concelebracion para Roma..y por otra parte una Misa ecumenica llamada Memoria porque al parecer la Eucaristia no implicaria transubstaciacion y para compartirla con los hermanos protestantes.Tambien hablamos del estudio de las diaconisas que un comentarista menciona esta a cargo del mismo Ladaria.

    El cardenal Müller y Benedicto XVI replican a la crítica protestante y «progre» contra el sacerdocio

    ReL    30 junio 2016

    El pasado 28 de junio, celebrando los 65 años de la ordenación sacerdotal de Joseph Ratzinger, hoy Papa emérito Benedicto XVI, diversas editoriales le regalaron en distintos idiomas un libro que traduce 43 textos y homilías que él escribió acerca del sentido y valor del sacerdocio.

    El libro se titula Enseñar y aprender el amor de Dios, y en español se puede adquirir en la Biblioteca de Autores Cristianos (bac-editorial.es). 

    Incluye una introducción escrita por su sucesor al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal alemán Ludwig Müller. Müller no solo es alemán y Prefecto de esta congregación, como Ratzinger, sino que conoce muy bien el pensamiento teológico de Benedicto XVI y es el responsable de publicar y supervisar su «opera omnia». 

  6. Magníficos comentarios de Atarazanas y Filemón. Para agradecer.
    Los teólogos que nombran, más teósofos que teólogos católicos pues de teólogos católicos se supone que debería tratarse, tienen en común unos deficits monumentales de lógica filosófica. Si mal no recuerdo el amigo periodista de Francisco excatólico y ahora ateo confeso Scalfari, es lo que públicamente señaló en Ratzinger siendo ya Sumo Pontífice además de papa-obispo de Roma. Si la filosofía católica cojea las conclusiones de la teosofía se convertirán en socavones.
    No hay que olvidar, por otra parte, que este Ladaria estuvo en la Comisión Teológica y que escribió en pliego oficial timbrado con logo pontificio un escrito realmente descatolizador de fondo aunque parezca casi de orden meramente de discusión teológica, algunos de cuyos párrafos copio a continuación:
    »

    «EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES».
    PRESENTACIÓN DEL DOCUMENTO
    DE LA COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL

    por S.E. Mons. Luis F. Ladaria

    «En el año 1996 la Comisión Teológica Internacional publicó su documento “El cristianismo y las religiones”. Cuando en el mes de diciembre del año 1992 se reunieron por vez primera los miembros de la Comisión nombrados para el “quinquenio” 1992-1997 propusieron por amplia mayoría el estudio del problema teológico de las religiones. El tema era ya debatido en aquel momento. Sin duda era entonces una de las cuestiones teológicas que suscitaba mayor discusión y por tanto se explica el interés de la Comisión Teológica en abordarla. Aunque hayan transcurrido ya algunos años el interés por el asunto continúa y el texto mantiene en una gran medida su actualidad. De ahí que se siga traduciendo y reeditando en diversas lenguas. Esta breve introducción trata de situar el documento en su contexto y de ofrecer una breve guía para su lectura.

    Contexto histórico y doctrinal

    El concilio Vaticano II significó un progreso y una profundización en la mirada católica sobre las religiones. Éstas fueron contempladas de un modo más positivo de cuanto se hacía precedentemente, al menos en los documentos oficiales de la Iglesia. El mejor conocimiento de las culturas y tradiciones religiosas de los diferentes pueblos había contribuido sin duda a un cambio de mentalidad del cual el concilio no podía dejar de hacerse eco. Basta leer los números 16-17 de la constitución dogmática Lumen Gentium, la declaración Nostra Aetate, el decreto Ad Gentes 9. 11. Pero en contra de la intención y de la misma letra de los textos conciliares se extendió en algunos ambientes en los años postconciliares un cierto relativismo religioso, como si todas las religiones fuesen de igual valor para alcanzar la salvación; se perdió en gran manera el impulso misionero, la misma mediación única y universal de Cristo fue puesta en duda. Es la situación ante la cual, en 1986, a veinticinco años de distancia de la conclusión del concilio Vaticano II y del decreto conciliar Ad Gentes y a los quince años de la publicación de la exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi de Pablo VI, el beato Juan Pablo II publicó la encíclica Redemptoris missio sobre la validez del mandato misionero. En ella, a la vez que se confirma el deber de la Iglesia de anunciar a Cristo, se encuentran profundas apreciaciones sobre las culturas y las religiones en el contexto de la mediación única y universal de Cristo. En el año 1992, el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso y la Congregación para la Evangelización de los Pueblos publicaron conjuntamente la instrucción Diálogo y Anuncio. Éstos eran los puntos de referencia inmediatos en particular la encíclica Redemptoris missio, que la Comisión teológica debía necesariamente tener presente para desarrollar su trabajo. Una valoración más abierta y positiva de las religiones no debía llevar en modo alguno a relativizar los contenidos de la fe. Y en efecto, si se analizan con cuidado las declaraciones magisteriales sobre este tema a partir del concilio Vaticano II, se ve claramente que se parte de los datos indiscutibles de la voluntad universal de salvación de Dios y de la mediación única y universal de Cristo. Precisamente se trata de reflexionar cómo puede esta salvación de hecho llegar a todos y cómo Cristo y su Espíritu se hacen presentes en todo el mundo….
    Es precisamente esta universalidad la que lleva a tratar de la Iglesia como sacramento universal de salvación (nn. 62-79). Se plantea el problema de si la Iglesia tiene una significación sólo para los que pertenecen a ella o también para los demás. Dado que la segunda respuesta es la que se considera justa, la necesidad de la Iglesia para la salvación se entiende en un doble sentido: la necesidad de la pertenencia a ella y la necesidad del ministerio de la Iglesia al servicio de la venida del reino de Dios. Por ello se trata de la vieja cuestión del extra Ecclesiam nulla salus a partir de las nuevas perspectivas abiertas a partir del concilio Vaticano II, de la vinculación a la Iglesia, cuerpo de Cristo, de todos los justificados, y sobre todo, de la misión salvadora de la Iglesia en su triple aspecto de martyría, leitourgía y diakonía. En virtud de su testimonio la Iglesia anuncia a todos los hombres la Buena Nueva. En su liturgia celebra el misterio pascual y cumple así «su misión de servicio sacerdotal en representación de toda la humanidad. En un modo que, según la voluntad de Dios, es eficaz para todos los hombres, hace presente la representación de Cristo que “se hizo pecado por nosotros” (2 Cor 5,21)» (n. 77). En el servicio al prójimo de su diakonía da testimonio de la donación amorosa de Dios a los hombres. Es claro que al señalar estos aspectos de la función de la Iglesia como sacramento universal de salvación no se pretendía haber agotado un tema tan complejo….»
    Amplo escritoque no se puede copiar íntegro aquí, pero por lo escrito la conclusión está en que que queda justificada supuestamente desde una reflexión teológica, por supuesto interconfesional, una Igleia inclusiva, permisiva y promiscua interconfesioinal-interreligiosa.
    Y esa sería la suignificación, el alcance y la trascendencia de la elevación de ladaria al Dicasterio de la Doctrina de la FE, que por supuesto noi sería la custodia teológica de la Fe de la Revelación en su sentido y sobrenatural CATÓLICO pues ya no es válidao el aserto «Extra Ecclesiam nula salus» que expresara San Cipriano, que reafirmó Inocencio III, que definió el Cuarto Concilio de letrán y después Bonifacio VIII en la Unam Sanctam.
    Desde que se afirmó que es posible adquirir Gracia Santificante ya en este mundo, la suerte quedó echada aunque fueran dados amañados. Un pelagianismo embozado por no admitir a Cristo o no edificar sobre Cristo como «Liturgo de los Santos y del Tabernáculo verdadero que Dios fundó y no hombre»» Hebreos 8.2
    Por todo lo cual mejor que nos preparemos para el diluvio que viene sin arca donde meternos.

  7. Más presión para los cuatro Cardenales, más urgidos ahora para presentar la corrección privada y luego publica, si fuese preciso. Bergoglio no va a poder soportar una corrección pública, quedaría en una situación sin salida.
    Señores, yo afirmo que los amores de Leticia, en su actual formulación, no llegan a Navidad.

  8. Magnífica despedida de Aldo María Valli a Müller
    La buona battaglia del cardinale Müller

    Salvato in: Blog scritto da Aldo Maria Valli
    Il benservito dato dal papa al cardinale Gerhard Ludwig Müller, esattamente alla scadenza dei cinque anni di mandato, ha il sapore di una cacciata. Francesco ha usato il cronometro: non un minuto in più è stato concesso al signor prefetto. D’altra parte che tra Francesco e Müller non ci fosse feeling era chiaro da un pezzo.

    Quali i motivi? Diversi e a più livelli.

    Il cardinale tedesco, scrive il quotidiano argentino «Clarín», si opponeva alle riforme di Francesco vedendo in alcune decisioni del papa un attacco alla dottrina. In realtà non si è mai opposto al papa, ma ha usato la sua autorità per segnalare alcuni problemi.

    Come disse anche in un’intervista concessa a questo blog, Müller aveva a cuore la difesa della retta dottrina e l’aiuto al papa, che sono poi i principali compiti, secondo statuto, della Congregazione per la dottrina della fede. La curia romana, spiegò, è un organismo al servizio del papa e del suo magistero. «Non dobbiamo mai dimenticare che la missione più importante del papa è la professione della fede cattolica, attraverso la quale tutte le Chiese cattoliche sono unite, e la riaffermazione della dottrina cattolica, di cui è primo testimone proprio il successore di Pietro».

    Queste sottolineature non sono piaciute a Santa Marta e dintorni. Professare la fede, riaffermare la dottrina? Sembra scontato che il prefetto della Congregazione per la dottrina della fede attribuisca al papa questi doveri primari. Eppure qualcuno ha letto nelle parole di Müller quasi una provocazione e ha ritenuto inaccettabile la rivendicazione di un ruolo importante della congregazione, a difesa della fede e della Chiesa, per il bene delle anime.

    «Strutturare teologicamente » il papato: il cardinale spiegò così, una volta, il suo compito, anche in questo caso in perfetta linea con lo statuto della congregazione di cui era titolare. Ma questa sua volontà, anziché essere vista come una proposta d’aiuto nei confronti di un pontefice che certamente non possiede una specifica preparazione in campo teologico, è stata interpretata come resistenza a Francesco.

    Nei libri, negli articoli e nelle interviste Müller non si è mai nascosto. Quando, per esempio, Marie Collins diede le dimissioni dalla commissione per la tutela dei minori parlando di scarso appoggio da parte di alcuni organismi di curia, Müller replicò che bisognerebbe finirla con il cliché del papa che vuole le riforme e della curia che rema contro.

    Su «Amoris laetitia» disse che l’interpretazione va fatta alla luce della dottrina della Chiesa, che i vescovi non possono leggerla e applicarla ognuno a modo proprio e che l’insegnamento della «Familiaris consortio» sulle coppie divorziate risposate resta valido, così come quello della «Veritatis splendor» in materia di morale. Le sue parole furono forti: «Per noi il matrimonio è l’espressione della partecipazione dell’unità tra Cristo sposo e la Chiesa sua sposa. Questa non è, come alcuni hanno detto durante il sinodo, una semplice vaga analogia. No! Questa è la sostanza del sacramento, e nessun potere in cielo e in terra, né un angelo, né il papa, né un concilio, né una legge dei vescovi, ha la facoltà di modificarlo».

    Come definire la linea di Müller? Verrebbe da usare una parola cara a Francesco: parresia, ovvero libertà e franchezza. Una parresia che però, pur richiesta, spesso non è gradita.

    A latere, bisognerebbe anche ricordare gli sgarbi ai quali il cardinale è stato sottoposto sotto il pontificato di Francesco.

    Se pensiamo all’importanza del suo ruolo e al prestigio della sua carica, Müller è stato trattato incredibilmente male. Quando gli fu consegnata una copia di «Amoris laetitia», prima della pubblicazione, per una revisione dottrinale, il prefetto la rimandò con moltissime osservazioni, ma non ebbe risposta. Inoltre a più riprese il papa ha dimostrato di non tenerlo in alcuna considerazione, valorizzando invece il ruolo di altri cardinali, come Walter Kasper, Christoph Schönborn e Oscar Maradiaga. Quando, durante un’intervista in aereo, al papa furono chieste delucidazioni su «Amoris laetitia» (aprile 2016, volo di ritorno dall’isola di Lesbo), Francesco indicò come punto di riferimento dottrinale non il cardinale Müller, ma Schönborn, e sempre Schönborn, e non Müller, fu incaricato della presentazione del documento ai giornalisti nella sala stampa vaticana. Un autentico schiaffo.

    Quando poi Maradiaga ebbe parole assai poco rispettose nei confronti di Müller («È un professore di teologia tedesco, nella sua mentalità c’è solo il vero e il falso. Però, fratello mio, il mondo non è così, tu dovresti essere un po’ più flessibile») il prefetto capì che su di lui stava per calare, misericordiosamente, la mannaia.

    Idem per quanto riguarda le parole di un altro intimo di papa Francesco, monsignor Victor Manuel Fernandez, che in un’intervista disse a proposito di Müller e del suo ruolo di prefetto dell’ex Sant’Uffizio: «Ho letto che alcuni dicono che la curia romana fa parte essenziale della missione della Chiesa, o che un prefetto del Vaticano è la bussola sicura che impedisce alla Chiesa di cadere nel pensiero light; oppure che quel prefetto assicura l’unità della fede e garantisce al pontefice una teologia seria. Ma i cattolici, leggendo il Vangelo, sanno che Cristo ha assicurato una guida ed una illuminazione speciale al papa e all’insieme dei vescovi, ma non a un prefetto o ad un’altra struttura».

    Tra gli sgarbi a Müller va poi ricordato il licenziamento in tronco, voluto dal papa, di tre sacerdoti della Congregazione per la dottrina della fede, senza un motivo preciso e senza che il prefetto potesse dire la sua a difesa dei collaboratori. E uno dei tre licenziati, l’olandese Christophe J. Kruijen, teologo di valore, fu punito semplicemente in base a una delazione.

    Voglio chiudere con le parole che il cardinale mi disse nell’intervista del novembre scorso: «Qui noi, certamente, siamo responsabili della verità della fede, ma anche della salvezza delle anime. Questo è il fine ultimo. Dunque, lavoriamo per il successore di Pietro, per la Chiesa e per il Regno di Dio».

    Müller può dire di aver combattuto la buona battaglia.

    Aldo Maria Valli

  9. Eso se llama ponerse la venda antes que te den la pedrada. Y no se trata de eso. En principio, el Papa ha elegido al que considera el mejor, demosle un voto de ocnfianza. ¿Que luego hace cosas inadecuadas? Pues se critican.

    Echenique

    ¿Y no sería más corto que nos ofreciera un resumen en español y pusiera el enlace?

    Porque aunque está el traductor, es molesto. Un resumen y el enlace queda como un rey. A la mayoría nos basta el resumen, por supuesto con la certeza que el resumen se adapta perfectamente al original.

  10. Se abre un nuevo frente, el de la validez de las ordenaciones anglicanas, con Coccopalmerio al frente. El magisterio sólido se transforma en líquido y después en gaseoso. Ladaria colaborará gustosamente. Dirán que, si bien no se puede hablar de validez absoluta, tampoco se puede hablar de plena invalidez.
    In Vaticano si apre il nuovo fronte: i preti anglicani
    di Luisella Scrosati
    02-07-2017 AA+A++
    Francesco Coccopalmenrio
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    E’ diventata ormai l’attività più praticata – ed evidentemente più remunerativa in termini di prestigio ed accesso ai posti che contano – nell’ecumene cattolica quella di demolire ciò che si erge ritto e stabile, anche solo di qualche centimetro da terra, di rendere fluido ciò che è solido e gassoso ciò che è liquido.

    Fino a qualche mese fa una persona che viveva more uxorio non poteva ricevere l’Eucaristia. Adesso dipende. Fino a qualche mese fa un luterano non poteva accostarsi al Sacramento del Corpo e Sangue di Cristo. Adesso decida un po’ lui. Fino a qualche mese fa gli atti omosessuali erano contro-natura. Adesso forse sì, ma meglio no.

    L’ultima della serie – in attesa di nuovi immancabili aggiornamenti – è che fino a qualche settimana fa uno era prete o non lo era. Adesso può esserlo in parte.

    Il 9 maggio scorso, The Tablet, a firma di Christopher Lamb (vedi qui), ha riportato delle affermazioni del Cardinale Francesco Coccopalmerio, presidente del Pontificio Consiglio per i testi legislativi, presenti in una recente pubblicazione, non meglio specificata, contenente documenti e discussione di un forum ecumenico tenuto a Roma.

    Questi alcuni virgolettati riportati nell’articolo:

    «Quando nella chiesa anglicana qualcuno viene ordinato e diventa parroco in una comunità, non possiamo dire che non è avvenuto nulla, che è tutto “invalido”».

    «Abbiamo avuto ed abbiamo ancora un modo molto rigido di comprendere la validità o l’invalidità: questo è valido e questo non lo è. Si dovrebbe invece dire: “Questo è valido in un certo contesto e questo è valido in un altro contesto”».

    «Che cosa ha significato il gesto di Paolo VI di donare un calice all’Arcivescovo di Canterbury? Se era per celebrare la Cena del Signore, l’Eucaristia, ciò significa che veniva fatta validamente, no? Questo è più forte di una croce pettorale, perché un calice non è utilizzato solo per bere, ma per celebrare l’Eucaristia. Con questi gesti la Chiesa Cattolica già intuisce, riconosce una realtà».

    Affermazioni piuttosto esplicite ed in linea con la più “prudente” intervista rilasciata nel marzo scorso a Edward Pentin sul National Catholic Register (vedi qui): «Noi diciamo: tutto è valido, niente è valido. Forse dobbiamo riflettere su questo concetto di validità e invalidità. Il Concilio Vaticano II ha affermato che c’è una vera comunione anche se non ancora definitiva o piena. Lei vede che hanno usato un concetto non così deciso, come tutto o niente […] Ci sono parti mancanti, ma c’è già una comunione, ma non è una piena comunione. La stessa cosa, o qualcosa di simile, può essere affermata circa la validità o l’invalidità delle ordinazioni. Io ho detto: pensiamoci. E’ un’ipotesi. Forse c’è qualcosa o forse non c’è nulla – uno studio, una riflessione».

    Forse sì, forse no. Forse ci accorgeremo che in realtà i preti anglicani sono sacerdoti al 30% o forse al 50%. Chi lo sa? Il minimo che si possa dire è che una posizione del genere può aprire una falla molto preoccupante all’interno della Chiesa, non solo relativamente alla sacramentaria, ma anche per tutto quello che riguarda il Magistero ordinario.

    Era il 18 maggio 1998 quando Giovanni Paolo II promulgò la Lettera Apostolica Motu Proprio data Ad Tuendam Fidem, con la quale, come si comprende dalle parole iniziali scelte, il Papa si premurava di apportare alcune aggiunte al Codice di Diritto Canonico per confermare e tutelare la fede del popolo cristiano. In particolare il Papa decise di aggiungere un paragrafo al can. 750, fino ad allora a paragrafo unico: «Si devono pure fermamente accogliere e ritenere anche tutte e singole le cose che vengono proposte definitivamente dal magistero della Chiesa circa la fede e i costumi, quelle cioè che sono richieste per custodire santamente ed esporre fedelmente lo stesso deposito della fede; si oppone dunque alla dottrina della Chiesa cattolica chi rifiuta le medesime proposizioni da tenersi definitivamente».

    Questo paragrafo inseriva nel Codice di Diritto Canonico quanto già veniva proclamato nella Professione di Fede del 1989, imposta a coloro che nella Chiesa ricoprono particolari ruoli di governo (per esempio, i parroci), dove nel secondo comma si affermava: «Fermamente accolgo e ritengo anche tutte e singole le verità circa la dottrina che riguarda la fede o i costumi proposte dalla Chiesa in modo definitivo». Così commentava Giovanni Paolo II: «È di massima importanza questo comma della Professione di fede, dal momento che indica le verità necessariamente connesse con la divina rivelazione. Queste verità, che nell’esplorazione della dottrina cattolica esprimono una particolare ispirazione dello Spirito di Dio per la comprensione più profonda della Chiesa di una qualche verità che riguarda la fede o i costumi, sono connesse sia per ragioni storiche sia come logica conseguenza».

    Nemmeno due mesi dopo, la Congregazione della Dottrina della Fede andava a spiegare, con esempi concreti, questa Professione di Fede, alla luce di Ad Tuendam Fidem, e, guarda a caso, scriveva: «Con riferimento alle verità connesse con la rivelazione per necessità storica, che sono da tenersi in modo definitivo, ma che non potranno essere dichiarate come divinamente rivelate, si possono indicare […] la dichiarazione di Leone XIII nella Lettera Apostolica Apostolicae Curae sulla invalidità delle ordinazioni anglicane». Leone XIII, nella menzionata Lettera Apostolica del 1896, diceva senza troppe tergiversazioni: «Confermando e quasi rinnovando, in forza della Nostra autorità, di nostra iniziativa, per sicura conoscenza, Noi proclamiamo e dichiariamo che le ordinazioni compiute con il rito anglicano sono state del tutto invalide e sono assolutamente nulle» (Denz. 3319). La ragione di questa assolutezza di giudizio si fondava, tra l’altro, nella pratica costante della Chiesa di ordinare absolute, cioè non sotto condizione, quei “sacerdoti” anglicani che si convertivano alla Chiesa cattolica. Prassi che è stata mantenuta anche nell’istituzione di ordinariati personali per gli anglicani che rientrano nella Chiesa cattolica con la Costituzione Apostolica Anglicanorum Coetibus.

    Il Cardinale Coccopalmerio ha scelto come motto episcopale Iustus ut palma florebit, forse a motivo del suo cognome; ma quanto al suo pensiero sarebbe stato più coerente scegliere Panta Rei…

  11. No me parece mal el nombramiento de Ladaria, pero tampoco estoy exultante ni tirando cohetes para festejarlo. He leído poco de él, lo reconozco, pero no detecté nada raro. Además, y eso es importante, es un experto conocedor de los Padres, especialmente de san Hilario de Poitiers, y eso suele ser garantía para una buena dogmática.
    Lo que sí creo es que será más maleable y adaptable al Papa que Müller. No le veo tan firme como al cardenal alemán.

  12. ¿ Somos algunos culpables de haber perdido totalmente la confianza en este pontificado de la confusión, la ambigüedad y la deriva protestante ? ¿ Ha nombrado a Ladaria para que sea un Müller bis o un Bergoglio bis ? Yo no tengo ninguna duda. Si algunos prefieren pecar de ingenuidad a estas alturas, allá ellos. Yo, puestos a pecar, prefiero de total desconfianza. No quiero padecer más decepciones como las que empecé a sufrir con el ¿ quien soy yo ? Para juzgar a ateos, protestantes, musulmanes y gays aplica el ¿ quien soy yo ?; por el contrario, para juzgar a los ortodoxos aplica el ¡ te vas a enterar quien soy yo ! Lo siento. Yo lo veo así y ojalá me equivoque. Me temo que no. Ya nos avisó Bergoglio con su frase, propia de quien se cree dueño de la mies y no administrador, » quiero marcharme cuando los cambios sean irreversibles «. Va a por ello decididamente y ahora con Ladaria, que le debe, como jesuita, doble obediencia. Nos espera todavía lo peor : la acomodación de la Veritatis Splendor y la Humanae Vitae al nuevo paradigma ambiguo de la Amoris. Más ambigüedad, más confusión, más caos, más lío. ¡ Hagan lío señores ! ¿ Quién dá más ?

  13. Atarazanas, todo eso no son más que palabras de hombres intentando reducir o sacar conclusiones sobre Dios y su acción en el mundo. La búsqueda de un principio racional inmanente sobre el que desarrollar un sistema teológico es la perdición del hombre.

    Hace unos días el Evangelio, por medio de las palabras que los judíos dirigen a los apóstoles, esclarece la disposición interior que debe inspirar al teólogo. «No prediquéis en nombre de ése». No les prohíben que hablen de Jesús, de su predicación, milagros, pasión o crucifixión. Les conminan a no hablar en Su Nombre.

    Cualquier intento teológico que no parta de lo que Dios dice de sí mismo está condenado al fracaso desde el primer instante. Cualquier cosa que pueda decirse de Él es posible porque previamente ha sido revelado. De lo creado es imposible acceder con seguridad a lo increado si no es por voluntad del segundo. Esa es la justa medida entre Dios y quien habla de Dios.

    La crisis teológica en la Iglesia procede de la aceptación tanto del principio de contradicción hegeliano como de su método dialéctico dando preponderancia al posibilismo del ser, nominalismo, sobre el ser.

  14. Atarazanas,
    suscribo literalmente lo que has escrito en tu comentario, y vuelvo a repetir lo que he dicho en otro post, que el Magisterio de la Iglesia no va a soportar el paso de un jesuita sustituyendo a Müller. No estoy diciendo que tengo razón en lo que afirmo, pero sí apelo al acontecer de lo que sucederá en los próximos meses, quienes dictarán sentencia respecto a si estoy equivocado o no en lo que acabo de afirmar; y todo parece indicar que dichos acontecimientos se precipitan. Como suele decirse, «al tiempo».

  15. Quizá, don Paco Pepe, lo que ocurre es que habíamos tenido maestros cabales y no nos resignamos a las medianías. Maestro cabal fue Ottaviani, de quien siendo uno púber oyó a un teólogo eximio de la Comisión Teológica del Concilio Vaticano II, que sabía más teología que Rahner, Schellebeecks y Ratzinger juntos, y por eso constituía para ellos la bicha negra. Lógicamente, al no poder asaltarlo en lo doctrinal, algunos atacaron ad hominem. Es un escolástico y un retrógrado.
    No creo que Rahner, del que Ladaria es seguidor, haya hecho bien o mal a la Iglesia. Pese a su esfuerzo por crear una teología sistemática, las obscuridades son superiores a los trazos firmes y esclarecedores. He bajado del estante El problema de la hominización de Rahner-Overhage. Las reflexiones del primero navegan entre el sofisma y la frase sin sentido. No hace falta mucha imaginacioón por dónde van los disparates de la juventud de Ladaria, que ya no era tan joven, cuando escribió –disparató– sobre el pecado original.

    Al Pontífice que firmó el bodrio académico ese de la Amoris Laetitia, plagado de medias verdades, sofismas y errores tout court, amén de citas falseadas, que ya es, le viene de perlas, enfrentado como está ante cuatro pilares de la doctrina y una teoría de potentes filósofos y teólogos, que el presidente del Dicasterio navegue con la ambigüedad de su mentor. Le llaman teólogo abierto. Ya. Abierto es el que deja entrar la luz, no los agujeros negros.

    La situación actual, desde el punto de vista de la doctrina, es muchísimo más delicada que lo que supone la sustitución de Muller por Ladaria. Ha resbalado demasiado el Pontífice en ese terreno y, por mucho que intente disimularse el tropiezo, la contumacia en el error parece más fuerte que la voluntad de luz.

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