Se desploma el catolicismo brasileño

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La Iglesia Católica pierde en Brasil nueve millones de fieles desde el 2014

Y ahora lo de siempre a los de siempre. Yo no hice la encuesta ni hago encuestas. No he llamado por teléfono al presidente de la Conferencia Episcopal brasileña pidiéndole que me confirmara esos datos. Simplemente los he leído y opino sobre ellos en el caso de que sean ciertos. Si no lo fueren pues no vale lo que digo. Así de sencillo.

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El catolicismo brasileño se hunde y de modo cada vez más acelerado. Tengo mal concepto de la mayoría de los obispos brasileños con algunas excepciones muy notables. Escasas. Y de algunos, no tan pocos, pésimo.

El concepto es algo  muy personal y por supuesto puede estar equivocado. Y además no compartido. A  mí me puede parecer muy mal obispo N y es seguro que a otros les parece de lo mejor. Hoy se ha muerto un emérito español que siempre me pareció penoso. Como me lo parecen, entre los eméritos vivos, Gabino, Torija, Yanes, Setién, Montero, Buxarrais, Sebastián, Oliver, Soler, Uriarte, Sánchez, Catellanos, Piris, Ciuraneta, García Aracil y Algora. Esos con columnas salomónicas, baldaquino, dosel y cornucopia. He excluido a algún otro porque pienso que lo suyo se debía más a cortedad que a maldad, que siempre es es más disculpable. Aunque entre los citados haya alguno cum laude en ambas características.

Todos ellos han tenido no poco que ver en la descristianización de España pero ahora estamos hablando de la de Brasil. Que era una de las naciones más católicas del mundo. Era. Ya no vale invocar el Concilio que ya está pasadísimo aunque algo haya tenido que ver. Él y sobre todo su rebufo. Brasil, en su catolicismo, se está hundiendo ahora. Y en caída precipitada. Sus pastores, y su línea, no sólo no resuelven nada sino que parecen precipitar el precipitado.

Si un entrenador de fútbol pierde todos los partidos lo normal es que lo despidan. Pues en Brasil, y en más sitios, no se gana ninguno. Tal vez piensen en aquella estupidez de que de derrota en derrota hasta la victoria final. Pues así jamás llega la victoria.

¿Afecta ese monumental descalabro a la línea del Papa Francisco? ¿Puede dar la impresión de que sus periferias no las entienden los periféricos católicos brasileños que huyen en desbandada? Tampoco los no periféricos católicos de Alemania, Bélgica, España… que exhiben cifras similares. Lo de abrir las puertas para que entre muchos estaría muy bien pero cuando el resultado es que no entre nadie y se vayan muchos más, no parece pastoral acertada. Pienso yo, aunque es seguro que equivocadamente pues nunca acierto nada. No hay más que ver los desbordamientos semanales de la Plaza de San Pedro, que llegan hasta Sant’Angelo y lo superan con mucho, cosa que jamás había ocurrido con Juan Pablo II y Benedicto XVI. Cuando no llegaban los asistentes al centenar y además pagados.

Malísimo que los católicos se vayan. Y si es a  las sectas, todavía peor. Abrir la espita de fuga me parece absolutamente impresentable. lo hagas como suicida, francisquista o simplemente imbécil

 

 

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