SAN WENCESLAO, REY DE BOHEMIA

|
SAN WENCESLAO, REY DE BOHEMIA
Hoy, la Iglesia recuerda a San Wenceslao, rey y mártir. Cuando recorremos con la
mirada algunos de los gobernates de nuestro tiempo, empezando por los nuestros desde la
restauración democrática: Alfonsín, Menem, los Kirchner, Macri, Fernández y siguiendo por los
de otros países: Ortega, Maduro, Los Castro y su cría, Lula, Amlo, Pedro Sánchez, Macron o
Micron, según Rinaldi, sus figuras nos asustan: todas las perversidades parecen haberse dado
cita en este enorme festín de los corruptos; nada más lejano del santo venerado hoy.
Hace unos años, en compañía de mi querido amigo Claudio Finzi, visité Siena con la
esperanza de encontrar algo acerca de san Bernardino de Siena y sus reglas para estudiar, sin
hallar nada. Pero esos importantes lugares históricos siempre nos regalan algo tal vez mejor y
esta vez fue un fresco del siglo XIV, de Ambroggio Lorenzetti, que se encuenrtra en el Palacio
Municipal y se denomina “El buen gobierno”.
Quiero describir el fresco, que puede aplicarse sin duda alguna a ese buen rey, mártir y
santo, que fue Wencelao de Bohemia.
La Segunda Lectura de hoy de la Liturgia de las Horas, es “De la Leyenda primera
paloeslava” y dice así: “Al morir su padre Vratislao, los habitantes de Bohemia eligieron por
duque a Wenceslao. Por la gracia de Dios era un hombre de fe íntegra. Auxiliaba a los pobres,
vestía a los desnudos, alimentaba a los hambrientos, acogía a los peregrinos, conforme a las
enseñanzas evangélicas. No toleraba que se cometierta injusticia contra las viudas, amaba a
todos los hombres pobres y ricos, servía a los ministros de Dios, embellecía a las iglesias.
Pero los hombres de Bohemia se ensoberbecieron y persuadieron a su hermano
menor, Boleslao, diciéndole: ‘Wenceslao conspira con su madre y con sus hombres para
matarte’.
Wenceslao acostumbraba a ir a todas las ciudades para visitar sus iglesias en el día de
la dedicación de cada una de ellas. Entró pues, en la ciudad de Boleslavia un domingo,
coincidiendo con la fiesta de Cosme y Damíán. Después de oír misa, quería regresar a Praga,
pero su hermano lo retuvo”.
Después vienen los detalles del asesinato y para consumarlo, su hermano traidor
necesitó la colaboración de varios sicarios. Wenceslao, expiró lleno de heridas y fueron sus
últimas palabras: “En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu”.
Vuelvo al fresco de Lorenzetti: Wenceslao es la encarnación del buen gobierno del
fresco. Su mirada bondadosa es la del buen rey. El artista se vale de lo bello para comunicar lo
justo. Nos muestra la belleza del buen gobierno y el esplendor de sus efectos, como la fealdad
moral que induce a evitar el mal gobierno, y el horror de la escena infernal que lo describe.
En la alegoría del buen gobierno aparecen sus pilares: la sabiduría, la concordia, la
fortaleza, la paz, la magnanimidad y la templanza. El bien común político se encuentra
coronado por las virtudes teologales: la Fe, con la cruz, la Esperanza, que mira confiada a
Cristo, y en posicion prominente, la Caridad, con el corazón ardiente en la mano; ella antepone
los intereses comunes a los privados y es la raíz del amor a la patria.
Se ejercen en paz los oficios y nos muestra al fabricante de zapatos con su maestro
artesanal, a los albañiles construyendo una casa, al tejedor, a la bodega que vende vino y
​embutidos, un baile alegre con sus danzarinas, un cortejo nupcial, la comuna, con sus 24
comuneros y finalmente, a la ciudad coronada por la catedral.
Un ángel protege la vida buena en el campo: se transita con libertad y seguridad por
los caminos rurales; unos cazadores salen de la ciudad a caballo, con perros y halcones,
campesinos van a ella a vender sus productos, huevos, harina, granos, un chancho, se observa
una familia, los padres a pie y los hijos en un burro, se trabaja la tierra, se siembra y se
cosecha. Se observa un puente bajo el cual corre un arroyo, a lo lejos se divisa un molino de
agua y un castillo.
En el mal gobierno la justicia desaparece, nadie busca el bien común, reinan los vicios.
Se favorece a quien obra mal y este poder es fuente de ruina para la ciudad y el campo. La
tiranía era un peligro real y Dante escribe que las ciudades de Italia están llenas de tiranos
(Purgatorio, 6, 124).
En el fresco la tiranía se encarna en una figura diabólica a cuyos pies se encuentre la
justicia atada, sin corona y con su balanza rota. El tirano, que parece salido del infierno, tiene
en una mano un puñal y en la otra una copa de oro sucia de sangre. Es estrábico, bizco, no ve
bien por su ojo torcido y posee todo lo de Lucifer: cuernos, patas, uñas de animal rapaz, alas
de murciélago y apoya sus pies sobre un macho cabrío, símbolo de la lujuria.
Un poder solitario en el cual reinan la Soberbia, la Avaricia y la Vanagloria, que tiene
en su mano un ramo marchito. Rodean al tirano el Egoísmo, la Crueldad, la Traición y el
Fraude; el Furor y la División completan la corte infernal.
Tonos oscuros, lúgubres, muestran una ciudad desolada. Decadencia en los edificioa,
han desaparecido los artesanos y los comercios; solo trabaja el fabricante de armas. Una mujer
es arrastrada por dos soldados; yace el cuerpo de un hombre asesinado. Por lo puerta de la
ciudad salen hombres armados; como escribe Mariela Carlotti: “cuando la convivencia humana
está dominada por la tensión hacia la verdad y el bien, no queda más que la violencia como
regla de las relaciones entre los hombres”.
La campiña está devastada. No se trabaja la tierra, ni se llevan por los caminos los
frutos al mercado, solo transitan grupos armados. Se observan incendios. Reinan el robo y el
pillaje.
Sirvan el ejemplo de san Wenceslao y las descripciones del Buen gobierno de
Lorenzetti para juzgar a tantos hombres perversos que gobiernan en nuestro tiempo en el
campo político.
Que Dios y san Wenceslao nos ayuden para liberarnos alguna vez de tantas alimañas.
Estancia San Joaquín, septiembre 28 de 2024. Bernardino Montejano
Comentarios
2 comentarios en “SAN WENCESLAO, REY DE BOHEMIA
  1. Dudo mucho viendo como desde la cúspide se deja de lado el nombre de Jesucristo, hacia abajo, los trepas que nunca faltan, imitan al jefe y repiten sus dichos tratando de congraciarse, y por lo tanto, también olvidan el sagrado Nombre. Quedan pocos, clara excepciones, pero silenciados por el bullicio de los palmeros. Y Dios, ha permitido, el nominalismo primero, las herejías protestantes, las revoluciones, francesa y bolchevique y el mayo del 68. Luego, esperar que Dios cambie el curso en nuestra época, es poco probable, vamos camino al martirio, como los primeros cristianos, con lo cual se cerrará probablemente la historia y volverá el Dueño de todo a juzgar.

  2. Los nombres como Ladislao, Estanislao y Wenceslao, tan comunes en los países eslavos, se han convertido en meras rarezas en España y están al borde de la desaparición.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *