| 04 mayo, 2015
Os enlazo otra conferencia del catedrático de Historia Javier Paredes. Clara, amena, católica y en mi opinión importante. Es necesario en los católicos un mínimo de formación para poder enfrentarnos a tantos ataques como sufre nuestra religión. El profesor Paredes llena cumplidamente un periodo de extraordinaria importancia política pero también religiosa. Os recomiendo que veáis el vídeo, algo más breve que el anterior. https://www.youtube.com/watch?v=M5_5f0935Bo
Padre Canali:
Por lo que dice, parece que Pablo VI veía primaveras incluso en una revolución apostata como fue la francesa, donde una sociedad cristiana rechazo el suave yugo de Cristo, para volver a ser esclavo del príncipe de este mundo.
Quizás creyó que su concilio era tan magnifico que incluso alteraba el pasado, y los inviernos del pasado se transformaban en primaveras.
si hubiera vivido en esa época, Pablo VI hubiera muerto de la admiración por ser ejecutado.
Al menos Luis XVI y María Antonieta cuando iban a ser ejecutados rechazaron confesarse con los sacerdotes juramentados. Conocieron la promesa que el Sagrado Corazón de Jesús le hiso a su abuelo, eran devotos y tengo entendido que tenían un detente, pero la petición no fue para ellos, fue para Luis XIV.
María, la Flor de Mayo
04 de mayo 2015
Fray Buenaventura Chapman, O.P.
«Las lluvias de abril traen las flores de mayo.» ¿Te acuerdas de esa pequeña rima, ¿no? Crecer en Buffalo significaba que a veces estos remojos tenían la variante de la nieve, pero dieron lugar a esas flores de primavera, en mayo. Y en mi casa había un montón de ellas, especialmente rosas, la planta favorita de mi madre en el jardín. Pero mayo no es sólo el mes de las flores de primavera; también es el mes de María. Y la conexión entre María y las flores de mayo, especialmente las rosas, es admirablemente apropiada.
En primer lugar, las rosas aún no están bien desarrollados porque tienen su, comienzo como pequeñas semillas. Pero estas semillas tienen un destino, se les ha predestinado a florecer en una de los más selectas entre las bellezas naturales. Estas hermosas flores están ocultas, enterrados en la tierra, esperando el «tiempo señalado» para hacer su aparición. Igualmente, María no entra en la historia de la salvación en pleno desarrollo.
Sus inicios se remontan a la alborada de los tiempos, como dice la Lumen Gentium: «y está proféticamente anunciada en la promesa de la victoria sobre la serpiente, que se le dio a nuestros primeros padres después de su caída en el pecado» (LG 55). María fue escogida y ocultada «antes de la fundación del mundo» (Ef. 1: 4): fue la simiente del Redentor que vendría.
En segundo lugar, cuando la semilla se convierte en un tallo y comienza a crecer fuera de la tierra, aún no hay ninguna rosa: pero el tallo, las espinas y las hojas presagian ya, la cercanía de una rosa.
Es duro y difícil trabajar con espinas. La venida de María tampoco estuvo exenta de espinas y fealdad. La tradición atribuye la genealogía de Jesús, que se encuentra en Mateo, a la estirpe de María, y el elenco de personajes referidos no muestra enteramente un paradigma piadoso.
Abraham mintió al Faraón acerca de su esposa, Jacob engañó a su padre, Tamar engañó a su padre, incitándole a dormir con ella, Rahab fue una prostituta en Jericó. De todos es sabida la infidelidad de David con Betsabé, Roboam causó la ruptura del Reino de Israel , Manasés provocó el exilio de Babilonia, y así sucesivamente. Se trata de una genealogía espinosa, en la que aparecen no sólo una línea dinástica y el rencor sino también el arrepentimiento.
Esto no es un problema para Dios, Que eligió a María desde el principio y a través de los pecados de la historia de Israel para procuró llegar a Ella.
En tercer lugar, siempre me pareció que las flores y los colores de las rosas, habían aparecido de repente en una mañana.
Al salir los brotes, se nos representa un anticipo de la gloria futura, pero un momento decisivo en el jardín era siempre la caída de las hojas exteriores, quedando al descubierto la más bella de las flores. Lo mismo sucedió también con María: todas las historias de su infancia están rodeadas de leyenda, basada en la tradición, pero, obviamente, esta doncella hebrea no era una niña normal y corriente.
El Evangelio apócrifo de Santiago nos dice: «Ella hizo un santuario en su alcoba, y no permitió que nada común o inmundo entrara en él.» Sin embargo, nadie, ni siquiera María, estaba preparado para la Anunciación, el momento en que «María es introducida definitivamente en el misterio de Cristo «(Redemptoris Mater, 8). El fiat de María es la apertura de la flor de la salvación de Dios.
En cuarto y último lugar, consideramos el color y el olor de esta bella flor. Si bien hay muchos colores creados a través de la hibridación, las rosas rojas naturales son las que tienen el perfume más agradable. Mi madre siempre decía que había que elegir entre los ojos y la nariz: no se pueden tener colores salvajes con aromas picantes. Lo mismo sucede con María, que tan sólo por la Redención obrada en Cristo, tiene la plenitud de la santidad l y el poder. Su «influencia salvífica … brota de la sobreabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación, depende totalmente de ella y extrae de la misma todo su poder» (LG 60). El Catecismo resume esta relación Madre-Hijo muy bien: «Lo que la fe católica cree acerca de María se basa en lo que cree acerca de Cristo, y lo que enseña sobre María ilumina a su vez la fe en Cristo» (CIC 487). El Beato Cardenal John Henry Newman dice lo mismo: «Las glorias de María provienen de la bondad de Jesús … la alabamos y bendecimos como la primera de las criaturas, porque confesamos y proclamamos debidamente a Cristo como nuestro único Creador.»
Separar de María la función redentora de Cristo, sería muy similar al cultivo de una rosa con un color que no fuese el rojo: no importa la hermosura de este nuevo matiz, pues, la rosa carecerá de esa maravillosa fragancia, del «buen olor de Cristo,» que veneramos analógicamente en nuestra devoción a María.
María es, llamada en las Letanías de Loreto, la Rosa Mística, la Flor de Mayo. Cardenal Newman, resume esto muy bien, en sus reflexiones sobre las Letanías lauretanas:
«María es la flor más hermosa que jamás se vio en la vida del mundo espiritual. Por el poder de la gracia de Dios, en esta tierra seca y desierta alguna vez han crecido todas las flores de la santidad y la gloria. Y María es su Reina. Ella es la Reina de las flores del espíritu, y por ende, recibe con toda propiedad el nombre de Rosa, coordinación y síntesis de la belleza de todas las flores más hermosas.
En este mes, el mes de María, pasemos unos momentos adicionales por la rosaleda de la devoción mariana, porque es allí que Cristo nos amó y sigue amándonos, morando en su fragancia.
En 1965 me dio un hipo cuando lei que Pablo VI acababa de decir que la Revolución Francesa, -la de la guillotina indiscrimada, el asesinato masivo de sacerdotes, religiosos y buenos ciudadanos, entre los que destacan los cientos de Mátires de Avrillé, el Párroco Noël Pinot, las Carmelitas de Compiègne etc..- tenía un espíritu cristiano, y ahí está como beato.
San Juan Pablo II rectificó dicha afirmación cuando beatificó a las Carmelitas de Compiègne.
El catedrático de historia, en la anterior conferencia acerca de las apariciones de la Virgen, mencionaba como realmente Jesucristo es el Señor de la historia y sus intervenciones son en los momentos cruciales de la historia.
A través de la historia, se puede seguir la huella de las intervenciones del Señor de la historia.
el 12 de octubre del año 312 en vísperas de la batalla del Puente Milvio, el entonces pagano Constantino, tuvo la visión de una cruz en el cielo y escucho que se le decía: «In hoc signo vinces» «con este signo vencerás».
Constantino ordeno poner el signo cristiano en sus armas y estandartes resultando victorioso y posteriormente descriminalizando el cristianismo, iniciando una nueva era histórica.
Cien años antes de la revolución francesa, cuando comenzaba a surgir las ideas que terminarían por afectar a todas las naciones cristianas, el Sagrado Corazón de Jesús advirtió:
«Haz saber al hijo primogénito (Luis XIV) de mi sagrado Corazón que, como su nacimiento temporal ha sido obtenido por la devoción a los méritos de mi santa infancia, de la misma manera él obtendrá su nacimiento de gracia y de gloria eterna, si hace una consagración de sí mismo a mi Corazón adorable, el cual quiere triunfar en el suyo, y mediante él de los corazones de los grandes de la tierra.
Quiero reinar en su palacio, ser pintado en sus banderas y grabado en sus armas, para hacerlas victoriosas de todos sus enemigos, humillar a sus pies esas cabezas orgullosas y soberbias, y hacerle triunfar de todos los enemigos de la santa Iglesia».
En 1917 meses antes que iniciara la revolución rusa, la Virgen en Fátima profetizó:
Yo vendré a pedir la consagración de Rusia. <> Si no, Rusia <>
En 1929 en pleno terror sangriento del Gulag, y las hambrunas planificadas, a la vidente de Fátima se le comunico:
Nuestra Señora me dijo: «El momento ha llegado en que Dios pide al Santo Padre, que haga, en unión con todos los Obispos del mundo, la consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón, prometiendo salvarla por este medio.”
Ante la negativa de Pío XI sor Lucía le preguntó a nuestro Señor porque El no convertía a Rusia sin que el Papa hiciera esta consagración, Nuestro Señor le respondió: <<Porque quiero que toda Mi Iglesia reconozca esa consagración como un triunfo del Inmaculado Corazón de María, para extender su culto más tarde y poner la devoción a este Inmaculado Corazón junto a la devoción a Mi Divino Corazón…
Nuestro Señor le dijo, quejándose: "¡Ellos no quieren atender a Mi pedido!… COMO EL REY DE FRANCIA ELLOS SE ARREPENTIRÁN Y LO HARÁN, PERO SERÁ TARDE.
Recomiendo la lectura de «Fouche» escrito por Stefan Zweig donde narra la vida y el comportamiento del asambleario nacional José Fouchè, un verdadero y completo miserable. Esa es la figura preponderante en el mundo político, empresarial y, por desgracia, eclesiástico de nuestros días. Un mundo lleno de codicia, envidia y falsedad que se ampara anónimamente en la virtud de terceros para seguir ostentando el poder desde la mediocridad. Eso es lo que nos está matando. Y lo seguirá haciendo hasta que no haya un retorno a la sabiduría de la vida que sólo Dios concede.
Yo creo que si bien, la Revolución Francesa, tiene que ver con la descristianización de Europa; la masiva corriente de ateísmo actual viene por otros caminos, que hay muy poca gente que haya leído a los ideólogos de la Rev. Francesa y de haber leído a alguno lo ha leído mal.
Ideológicamente, y en mi modesta opinión, la corriente de ateísmo actual viene de haber deificado a la ciencia, convirtiéndola en otra religión (el cientifismo) que siendo, como es, más cómoda puesto que no tiene criterios morales ni éticos, ha planteado una sociedad sin exigencia ni reflexión; algo que es ciertamente mucho más llevadero de vivir.
Quiero decir que la crisis de ateismo actual es una crisis de dos cosas, primero de valores. obviamente, y segundo como consecuencia de lo anterior de exigencia vita.
Y se ha deificado la religión como antes se «cientifizó» a Dios, es decir sin conocimiento ni criterio.
Es un debate muy amplio y largo pero que se evita en estos tiempos.
Los cientifistas porque no les interesa que se vean sus vergüenzas al aire (que son muchas) y los creyentes porque nos atrincheramos en posturas «teológicas» que los cientifistas no aceptan por principio, sin darnos cuenta que en su propio campo, existen infinitas posibilidades de rebatir sus argumentos.
pienso que la Rev. Francesa comenzó esto pero no lo sostuvo ni lo universalizó, y sin embargo trajo otras cosas buenas. (obviamente no el terror, la violencia del estado y la represión ideológica que trajo también)
«Descristianización» es un eufemismo para describir lo que la revolución francesa hizo en este terreno. Porque lo que hizo fue un verdadero genocidio cultural, antecedente de los talibanes y el Estado Satánico, quiero decir, islámico.
(Cuestión aparte es que este genocidio sirviera, por los misteriosos designios de la Providencia, para purificar la Iglesia de Francia, que por entonces estaba carcomida hasta los cimientos por el jansenismo y la infiltración masiva de los masones, y que así fueran posibles san Marcelino Champagnat, santa Catalina Labouré, santa Bernardette Soubirous, santa Juana Jugan, san Juan María Vianney, el beato Frédéric Ozanam, el beato Guillermo José Chaminade, el beato Charles de Foucauld, y tantas otras glorias francesas del siglo XIX).