Restituyendo que es gerundio

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En más de una ocasión he protestado, atribuyéndoselo a quienes pensaba que podían ser kikos, de personas que, en plenitud de facultades, no se arrodillaban en la consagración. No más de media docena de personas, en buena edad, que no hacían uso de los reclinatorios existentes. Evidentemente no digo nada de la muchísima gente que no tiene asiento. Y sin embargo no poca de esta, haciendo maniobras inverosímiles, también se arrodilla. En alguna ocasión me tocó estar detrás de los que piensan que doblar la rodilla ante Dios debe ser pecado y me acordé de sus madres porque en vez de poder ver la Sagrada Forma y el cáliz que alzaba el sacerdote lo único que tenía ante mis ojos eran los traseros de uno o de una. Hoy, como todos los años, vino, en esta ocasión uno, otras veces fue una, un kiko a anunciarnos que en una parroquia próxima iban a comenzar unas conferencias del Camino Neocatecumenal. Siempre está bien lo que dicen, algo repetitivo pues invariablemente comienzan por la vuelta a la Iglesia del que habla, y no me parece mal el anuncio. Pienso que los designados, que al parecer hablan unos minutos, pocos, en todas las misas del domingo, supongo que personas distintas, deben ser gente ya iniciada en el Camino y no recién llegados. El que hoy escuché lleva ya 27 años caminando. Muy posiblemente habrá llegado ya a la meta. Por curiosidad, los de siempre vendrán a decirme que malsana y seguramente con toda razón, quise ver lo que hacían el kiko y su mujer en la consagración. Se arrodillaron unos segundos antes de que lo hiciera yo. Como tengo simpatía a los neocatecumenales, podéis, también los de siempre aunque esta vez del otro extremo del abanico, ahorraros las ya tan repetidas críticas a los kikos pues ya todos las conocemos, me alegró verles el gesto. Podrían aprender de ellos los de inexistente aunque aparente artrosis de rodilla, caso de que sean kikos, y por caridad y educación para quienes están detrás de ellos, arrodillarse en la consagración. Porque, de verdad, sus traseros no interesan a nadie. Más bien molestan.

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