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Reivindicación de Menéndez Pelayo y sus Heterodoxos

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La hace Aquilino Duque:

http://www.religionenlibertad.com/leo-los-heterodoxos-menendez-pelayo-con-mismo-placer-que-59555.htm

Apenas conozco a ese escritor. Coincidí con él una o dos veces en unas comidas que organiza un grupo de amigos y por sus intervenciones me pareció persona de gran cultura, sentido común, convergencia de ideas y trato muy llano. De su obra, al parecer extensa y literariamente importante, no puedo hablar porque no le he leído.

Es tan escaso mi conocimiento de su persona que al ver ahora su fotografía no he conseguido recordarle de la una o dos veces que almorzamos juntos, con una veintena de personas más, en la que tomó la palabra en dos o tres ocasiones. Si me lo cruzase en la calle creo que no le reconocería y evidentemente él tampoco a mí.

Si viene hoy al Blog es por el encendido elogio que hace de Menéndez Pelayo y de su Historia de los Heterodoxos Españoles que me parece un libro capital para la historia de España, de su pensamiento y de su Iglesia y que tanto influyó sobre mis ideas, devorado antes de mis veinte años por recomendación insistente de Eugenio Vegas.

Por el artículo que os enlazo veo que Duque tiene a Don Marcelino y a su obra más señera en el mismo concepto en el que lo tenía mi maestro y que tanto bien me hizo. Y me sirve para recomendaros de todo corazón su lectura a quienes no la hayan hecho. A jóvenes y mayores. Sólo se precisa una pequeña cultura sobre España y la Iglesia. No demasiada. Los analfabetos funcionales no se enterarían de nada. Porque de nada se enteran. Es una obra asombrosa por todo el saber que encierra escrita por un joven de poco más de veinte años. Y un ejemplo de apologética acabada y de confirmación de la fe.

La BAC la tiene editada en dos tomos y, como bien dice Duque, puede comenzar a leerse por cualquier capítulo. No es necesario, tal vez ni siquiera recomendable, comenzar por el inicio. Vegas Latapie me aconsejó empezar por el segundo tomo. Su Epílogo, Aquilino Duque también lo señala, es inmortal.

Animaos a ello. Me lo agradeceréis. Y daréis gracias a Dios por la lectura. Saldréis tras ella mucho más católicos y mucho más españoles. Que particularmente pienso que no es mala cosa. Y más en estos días de confusión en lo uno y en lo otro.

Gracias a Aquilino Duque por la rememoración. Si volvemos a coincidir en otra comida te lo diré personalmente. Y procuraré sacar tiempo, aunque ya no sepa de donde, para leerte más. O, mejor dicho, algo. Desde tanta sintonía menéndezpelayana y otras.

 

 

 

 

 

Comentarios
7 comentarios en “Reivindicación de Menéndez Pelayo y sus Heterodoxos
  1. Tristemente D. Marcelino está hoy olvidado. La mediocridad de la cultura española actual parece no soportar un gigante así. Es increíble que pudiera escribir la Historia de los heterodoxos a la edad en que la escribió. Parecería más bien la obra que culminara toda una vida de estudio, y no la de un joven de poco más de veinte años. Y por supuesto, el epílogo es de antología. Debería ser conocido y recordado por todos los españoles.

  2. Releo esta obra con cierta frecuencia. Mi padre la admiraba por la lucidez y erudición del autor. Cuesta creer que escribiera Menéndez Pelayo esta obra tan ingente y tan difícil cuando era un veinteañero. Son extraordinarias las semblanzas de ciertos personajes, como la de José María Blanco White, un grandísimo escritor cuya trayectoria vital tiene mucho parecido con la del descreído hombre posmoderno. Debiera ser de obligado estudio en el bachillerato.

  3. ¿Se han fijado como a D. Marcelino se le ignora sistemáticamente? Y si nos fijamos también se ignoran bastante a los grandes escritores del XIX.

    ¿Será porque si la gente los lee no volverían a comprar un libro de la mayoría de los escritores actuales? ¿O será por otras cosas o por el conjunto de ellas?

  4. Hermenegildo: De inicial nada porque los Heterodoxos los escribió a los 24 años. ¿Qué luego se haya hecho más comprensivo? Los años atemperan impulsos juveniles. Y los integristas de entonces, también. Pero ahí están los Heterodoxos.

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