RECONOCER A JESÚS
La Liturgia de las Horas, de hoy Domingo, tiene una Antífona que ilumina todo el día: “ todo aquel que me reconociese ante los hombres, lo reconoceré yo también ante mi padre”.
En la nota de ayer, destacamos con emoción, como más de diez millones de coptos reconocen públicamente a Jesús tatuándose la cruz en su propia carne, lo cual muchas veces los ha conducido a perder la vida temporal en manos de la barbarie mahometana.
Lo contrario es el no reconocerlo como hizo el papa Francisco en el velorio del presidente Giorgio Napolitano. Gesto adusto, la cruz disimulada, no se persignó, ni rezó en forma pública por el muerto. El vicario de Cristo que oculta a Cristo, tal vez porque Cristo molesta, sí molesta al demonio y al mundo.
Lo tercero es negarlo a medias, que hoy predomina en la triste Argentina, donde nuestro Dios cristiano aparece como un gran ausente.
Ausente en la vida pública, excepto en algunas exteriores ceremonias oficiales, ausente en la administración pública carcomida por la corrupción galopante, ausente en los palacios de justicia, ausente en las escuelas que ya no son templos sino guaridas.
Por eso, hoy Domingo ese día que junto con el calendario constituyen nuestras últimas defensas para personalizar el tiempo, Dios nos proporcionó un gran consuelo: con la capilla del Santo Cristo repleta, la primera Misa solemne de la mañana, con música de órgano y algunas oraciones en latín, concluyó con el canto unánime y fervoroso de la nutrida concurrencia: ¡SALVA AL PUEBLO ARGENTINO, ESCUCHA SU CLAMOR, SALVA AL PUEBLO ARGENGENTINO SAGRADO CORAZÓN”, entonado en toda su extensión, por los feligreses encabezados por fray Pedro O.S.B. sacerdote oficiante, fray Pedro, O.S.B.
Esto prueba que en nuestra Argentina crepuscular todavía existe una reacción sana contra tanta porquería reinante, un grupo nutrido de fieles capaz de recurrir a quien puede salvarla, capaz de reconocer a Cristo crucificado “escándalo para los judíos y locura para los gentiles”.
Buenos Aires, marzo 10 de 2024.
Bernardino Montejano.
https://www.youtube.com/watch?v=pi4C5VTvauM
Don Bernardino, una idea loca, que me persigue, es que, si hay sacerdotes que sepan bendecir el agua con la fórmula preconciliar, se debe encargar que lo hagan en grandes cantidades, que los fieles tengan a su disposición está agua y la lleven consigo y si les toca pasar por oficinas públicas, echen discretamente un poco en las paredes, lo mismo sal bendita, santa Teresa de Ávila, sabía bien que el diablo huye del agua bendita y por eso logró cambiar la fórmula, por ello es tan importante.