| 17 diciembre, 2017
Acabo de enlazaros un artículo de Germinans sobre Omella pero también señala, o me parece entender, la muerte del Oratorio de Barcelona a menos días vista.
Fue un templo referente en la ciudad condal. Me parece entender, si no he leído mal, que sólo queda en él un oratoriano muy próximo a los ochenta años si es que no los ha cumplido ya. Seguramente algún lector pueda informarnos mejor.
Pues ya me dirán el futuro del Oratorio. Lo más triste es que no se perdería nada con su cierre.
http://germinansgerminabit.blogspot.com.es/2017/12/omella-se-acoquina-solo-ante-los_17.html
El oratorio de Barcelona está agónico, el de Gracia, en la misma ciudad, no tiene mejor pinta. De hecho el Oratorio en España agoniza a excepción del de Alcalá de Henares que, gracias a su buen hacer y amor al Evangelio promueve santidad y recoge frutos vocacionales. El desastre se identifica, no poco, en una pésima gestión oratoriana hecha desde Sevilla. Sólo nos queda rezar.
El Oratorio de Barcelona no tiene ningún futuro, la agonía es manifiesta. No es el único Oratorio de España en esta situación, en la misma ciudad de Barcelona el de Gracia no presenta mejor situación, y tras esos van el resto sólo salvada por el de Alcalá que, por obra y gracia de su buen hacer muestra ya frutos de santidad y continuo florecimiento vocacional. La realidad española de desaciertos y miserias aparece muy ligada a algún personaje sevillano que ostenta cargos sin asumir cargas. Esperemos que el tiempo sitúe a cada uno en su lugar, y a los mediocres en la cloaca de las miasmas.
Gracias Padre Canali por su voluntad de aclaración. No era mi intención dar a entender que los oratorianos fueran los que regentaban la iglesia de saint Sulpice. Lo que sobrecoge a quien la visita es la aniquilación de todo sentido religioso de la misma con la entronización de la diosa razón. Leer las guías que hay en el interior del templo y percatarse de la maldad de aquellos individuos que no detuvieron la guillotina ni siquiera ante el católico Lavoisier, ni el fuego avasallador de lo más sagrado. Y ya sabe usted lo que comentó Laplace: No ha costado un segundo en corta la mejor cabeza de Francia; costará siglos en que aparezca otra igual. Equiparaba yo esa subversión de valores a lo que está sucediendo en la iglesia barcelonesa. Ponga usted la nació por la razón. El mismo destino pagano. O ponga usted las iglesias convertidas en almacenes del «pueblo» en los países del telón de acero. Y podrá equipararlo a la iglesia de san Felipe y otros templos de Barcelona, Gerona, Lérida y Tarragona: el pueblo por encima de Dios, en sustitución de Dios. Ese era el propósito de mi intervención.
El joven Sacerdote Don Eugenio Pacelli, en sus primeros meses como Sacerdote, gozaba celebrando la Santa Misa en la Iglesia del Oratorio de San Felipe Neri, al que tenía una gran devoción, seguido de unas cuantas horas de Confesonario. Pero, la Providencia le tenía reservados otros menesteres y el Papa San Pío X, gran conocedor de las personas, lo destinó como minutante, a la Secretaría de Estado, a las órdenes del Cardenal Gasparri, para ayudarle en la preparación del Código de Derecho Canónico.
Casa de Formación de los Oratorianos en Toronto -Canadá-
https://www.youtube.com/watch?v=-VZ_NNv7lrQ
Atarazanas: Los sulpicianos de Francia fueron fundados por el Venerable Jean- Jacques Olier. Los oratorianos franceses tuvieron como fundador al Cardenal Pierre Bérulle. La sociedad, al igual que los sulpicianos y parte de los paúles, se dedicó a la formación del clero, impulsados todos por el Cardenal Richelieu, Obispo de Luçon y primer ministro de Francia.
Es un ejemplo de libro de enrocamiento, del onfalocentrismo nacionalista sobre el servicio de Dios y el bien de su Iglesia. Aunque en España los oratorianos no fueron nunca una asociación clerical poderosa, a diferencia de Francia, donde la historia nos recuerda auténticos baluartes de la ciencia y el pensamiento, la situación de los últimos decenios en Cataluña ha ido agravando la deriva «patriótica». En eso han quedado. Como un templo vacío que, al estilo del saint Sulpice parisiense y su entronización de la diosa razón, el puesto central no lo ocupa el sacramento, sino la diosa nacional.