Dejada constancia del extraordinario convento de las Claras de Tordesillas concluiré brevemente la excursión. Comimos en El Torreón que es parada obligada en nuestras idas y venidas gallegas más las que se tercien. Como la de ayer. No es lo mismo un monumento extraordinario que un restaurante extraordinario. Aunque El Torreón lo sea. Su Foie me parece imposible mejorarlo. La carne excelente., Y de postre leche helada. Jeremías., un abrazo tantos años disfrutando tu cocina.
Y para cerrar la excursión la Colegiata de San Antolín de Medina del Campo. Muy notable también aunque no llegue a la excelsitud de Tordesillas. Su retablo, magnífico.