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Ponen a caldo al obispo de Mondoñedo-Ferrol

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El responsable del cura que reclama la ordenación de mujeres no es el  arzobispo de Santiago sino el obispo de Mondoñedo-Ferrol - Infovaticana  Blogs

Es evidente que este obispo no me cae bien.

A alguno de sus feligreses, que además me lee, lo digo por lo de «podemita», tampoco.

Pues esto me cuenta:

«El obispado del nuevo despotismo ilustrado

Estos días Don Fernando García Cadiñanos, obispo de Mondoñedo-Ferrol, celebraba el aniversario de su primer año de obispado en esta diócesis. En sus ya muchas entrevistas y apariciones públicas insiste en lo dichoso que se siente por este hecho y por el papel y el destino que se le han encomendado como obispo de estrenado cargo, pero ¿tenemos también los feligreses de dicha diócesis motivos para compartir esta supuesta dicha? Me gustaría, para celebrar tan señalada fecha, hacer un repaso a este año de obispado para que todos nuestros hermanos puedan comprender la ausencia de motivos para la alegría y el porqué, en este caso, tanto nuestra dicha como las bonitas palabras del señor obispo se las lleva el viento.
Desde su llegada a la diócesis cada pocas semanas, cuando no días, podemos ver a nuestro obispo en muy diversas apariciones tanto públicas como en prensa siendo conocido ya por su participación activa en eventos públicos que nada tienen que ver con la actividad de la Iglesia (en ocasiones incluso de carácter marcadamente político), donde siempre hace gala de hermosas palabras. Dijo llegar lleno de ganas de hacer y sobretodo de escuchar:
“Es cierto que si nuestra Iglesia nos llama a ser una Iglesia sinodal, hemos de reflexionar sobre nuestro propio estilo sacerdotal en la comunidad. Seguidores del Siervo y del Pastor, nuestra vida no puede ser muy distinta. Ello conlleva cuidar actitudes fundamentales como son la escucha atenta a Dios, al mundo y a la Iglesia en su pluralidad; el diálogo como herramienta básica en la pastoral; el trabajo en equipo, integrando las diferentes vocaciones y carismas; la acogida a todos, especialmente a los diferentes y excluidos; la disponibilidad y el espíritu de servicio, que nos alejan del clericalismo; la comunión en el ámbito de lo diocesano y arciprestal; la trasparencia en la gestión de lo que realizamos; la corresponsabilidad en el desempeño de las tareas; la priorización de urgencias de futuro sobre realidades que no son tan importantes… En definitiva, significa creer, querer y hacer esfuerzos por “caminar juntos”, sintiendo el gozo de pertenecer al Santo Pueblo de Dios. Un Pueblo que quiere “salir” más allá del ámbito de los templos para visibilizarse en el ámbito de lo público y descubrirse como agente de desarrollo integral, de caridad y de esperanza “.
Carta del obispo 9 de junio
Pero a pesar de estas hermosas palabras todos somos esclavos de nuestros actos y estos vamos a poner sobre el papel para ver si nuestro obispo practica lo que predica.
Empezando por el principio quiero hablaros de la visita pastoral. Una de las obligaciones como obispo de nuevo cargo es cumplir con esta visitando de forma oficial cada una de las parroquias propias de la diócesis. Después de un año y a pesar de la marcada obligación de esta visita y de sus muchas apariciones públicas nuestro querido obispo aun no ha tenido la deferencia de complacernos con su presencia en muchas de las pequeñas parroquias que forman parte de este “mundo rural” de la diócesis que se le ha encomendado. Si bien es cierto que estas visitas pastorales por sus implicaciones se suelen realizar a lo largo de los años, en un año no ha puesto un pie en nuestros humildes pueblos, para conocerlos y hacerse presente, aunque en otros gusta de repetir y le sobra tiempo para viajes internacionales. ¿El motivo? Solo el y Dios lo saben.
Lamentablemente desde este mismo punto de partida mis peores intuiciones ya me llevaban a pensar que quizás para este obispo no todas las parroquias y, en consecuencia, no todos los feligreses y párrocos, son iguales, pero quería ser paciente y confiar en sus palabras. Esperaba que un padre espiritual tan efusivo con el proceso sinodal, tan insistente en la importancia de la escucha y de acercarse a los más abandonados y desfavorecidos pusiera en practica lo que tanto ha predicado y se tomara su tiempo en conocer a su nueva diócesis en profundidad para poder afrontar con serenidad y consejo de los que la formamos los muchos problemas que tenemos en ella, y enfatizo el muchos.
Para mi sorpresa y la de toda la diócesis este pasado mes de julio el obispado hacía oficiales un sinfín de cambios en los cargos parroquiales sin ningún tipo de explicación y de una forma totalmente precoz y unilateral, ¡sin haber completado las visitas pastorales y conocer siquiera muchas de las parroquias a las que ahora les estaba cambiando el párroco!, sin aprovechar para consultarle  a su  -dice- querido rebaño en pleno proceso sinodal, en medio de Año Santo y con dos caminos y sus respectivas parroquias involucradas en los cambios; anunciándolo como un éxito aludiendo a un “plan pastoral” tan mágico como inexplicado.
Nuevos cambios de cargos y párrocos a cargo del capricho de unos pocos. Demasiados feligreses cansados de cambios y más cambios sin sentido en zonas donde la situación ya es difícil de por si, como para añadirle la inestabilidad que estos devenires producen (inestabilidad a la que desgraciadamente ya estamos acostumbrados), agotados de que el obispado nos ignore y para la diócesis no signifiquemos nada pedimos explicaciones y nadie nos las da.
¿Y que parroquias salen peor paradas en estos cambios? Pues las parroquias del ámbito mas rural, las mismas que el obispo no logra visitar. El mundo rural ya es algo abandonado de por sí, denostado y olvidado, pero en el caso de la Iglesia clama de dolor ver como se reproducen los mismos comportamientos en este lugar sagrado que en una sociedad malcriada y secularizada. Pues ¿quién pensaría que en la Iglesia podrían importar solo los números?, ¿Qué se atrevería a olvidarse de sus fieles allí donde le parece que no son suficientes como para prestarles atención?
Voy a poner algunos ejemplos y que cada cual saque conclusiones. Un total de 14 parroquias tiene hoy a su cargo nuestro párroco, sin embargo, en otros lugares de nuestra diócesis podemos encontrarnos con párrocos que con un compañero llevan la carga de 5 o 6 parroquias. En ciertas zonas de la diócesis nos podemos encontrar con curas que, de una forma bien tradicional, permanecen en sus parroquias durante décadas o, como mucho, se mudan a la parroquia de al lado; en otras zonas (siempre el rural) tenemos un devenir de curas que el mismo no nos dura 8 años, con mucha suerte. Los que forman los órganos de gobierno de la diócesis también tienen la curiosa tendencia de no tener al cargo ninguna parroquia de la zona rural.
Y así un sinfín de ejemplos donde se ve de nuevo lo mismo, aquellos que mandan y ordenan sobre nuestra diócesis han ido dos clases de parroquias y con ello dos clases de feligreses y de párrocos. Los de primera y los de segunda clase. Donde se reflejan en este comportamiento los valores cristianos que atesora la Santa Madre Iglesia ya no lo sé.
Cuando se hace caso omiso de estas y otras muchas dificultades y desde el obispado se sigue denostando todo esto, que es lo nuestro, solo podemos pensar que esta diócesis prefiere funcionar como un aparato burocrático más donde los fieles, las almas a las que prometieron servir, no son más que números, cifras y billetes. Y este supuesto “plan pastoral” no hace más que confirmármelo.
Después del anuncio oficial desde distintas parroquias se reaccionó solicitando audiencia con el obispado pues muchos queríamos intentar entender las motivaciones para estos repentinos y precoces cambios y esperábamos que un obispo que no dejaba de repetir lo mucho que le importaba escuchar a los fieles fuera comprensivo con nuestra situación.
¿Cómo estos cambios podían obedecer a un plan pastoral cuando el pastor no conoce el pasto ni el rebaño?, ¿Qué motivos razonables se podían entonces alegar para esta cantidad de cambios precoces y unilaterales? Alegan un “plan pastoral” que nadie ha visto y a nadie han explicado. Ni siquiera en las mencionadas audiencias con aquellos que, verdaderamente preocupados por la situación de nuestra diócesis, hemos solicitado reunirnos para exponer nuestras más que legítimas dudas buscando escucha, ayuda y comprensión. Eso que tanto le gusta vender con palabras a nuestro obispo en entrevistas y medios y poco le gusta practicar en la realidad diaria de sus parroquias. ¿Nos recibió? Si, tuvo ese amable gesto, pero la amabilidad terminó ahí ya que nos topamos con un muro donde no hubo ni una sola explicación a los cambios ni mucho menos intención de escuchar las preocupaciones de los feligreses o de atenderlas. En resumen, es así por que me da la gana. Quizás en otra ocasión os pueda deleitar con algunas de las perlas que se nos ofrecieron ese día, pero desde un “creéis que yo no estaba más a gusto en Burgos”, hasta la confirmación de que hay párrocos que sirven para unas zonas, pero para otras no, fue todo un desfile de excusas sin sentido que llevaban de nuevo al “es así por que a mi y a mi consejo de gobierno nos da la gana”.
Un breve resumen de la conversación sería:
Don Fernando, en 30 años llevamos 7 u 8 cambios de párroco, el actual no lleva ni 8 años, conocer y gestionar bien 14 parroquias con todo lo que implica lleva mucho tiempo y en nuestra zona las cosas ya no andan bien por la falta de gente, esto produce mucha inestabilidad y más aun en Año Santo y en parroquias por las que pasan los caminos de Santiago  ¿Por qué entonces se lo lleva y nos manda a un cura que nunca ha estado en solitario y ahora tendrá que asumir la carga de 17 parroquias (y próximamente nuevas añadidas) en semejante situación?
Porque yo lo digo
Porque el lo dice a pesar de que hasta ahora ni siquiera había recibido la preparación propia de nuevo obispo (en ello está estos mismos días), a pesar de que no conoce la diócesis ni a los feligreses que la forman y a pesar de las muchas súplicas que recibió para frenar este sinsentido.
No atendió ni a esos ni a otros muchos argumentos, incluso con canon en mano, que reflejaban la total inexistencia de ese “plan pastoral”, y la actitud autoritaria e irresponsable con la que se están tomando decisiones de gran importancia en nuestra diócesis de Mondoñedo-Ferrol, así como la indiferencia de nuestro obispo hacia gran parte de su rebaño.
Estos cambios no responden a la realidad de presencia y atención pastoral que necesitan en estos tiempos de abandono de vivencia cristiana los fieles, ni tampoco responden a la necesidad de eficacia en el anuncio del Evangelio en todos los ámbitos de la vida de la gente. Situar párrocos simplemente para “cambiar de aires” no soluciona ningún problema, ni se dirige a la necesidad de trabajar con mayor profundidad en temas de crucial importancia como el ámbito de la catequesis, el ámbito de la caridad y sobretodo en el acompañamiento espiritual de las personas.
A nuestro obispo le preocupan mucho más las apariciones públicas divertidas, las entrevistas en prensa y llevar a cabo estos cambios sin sentido rapidito que afrontar la larga lista de problemas reales que enfrenta nuestra diócesis desde hace mucho tiempo. (curas secularizados con cargos, otros casados que no se sabe oficialmente si están secularizados, misas en lugares irregulares, sacramentos que se celebran sin la debida preparación, curas verdaderamente problemáticos a los que solo se los cambia de sitio para disimular…).
A pesar de las solicitadas audiencias, de las recogidas de firmas, del sabido malestar de todas las partes involucradas, de las posibles manifestaciones, de estar en medio del proceso sinodal y de Año Santo, el obispado está decidido a escucharse solo a sí mismo, el mismo que venía a escucharnos a todos, y seguir hasta el final con estos cambios que lleva a cabo en una diócesis que no conoce y sobre un rebaño que no ha tenido el detalle de ir a visitar. Tiene tanta, tanta prisa que hace más de un mes que ya constaban en la página oficial de la diócesis los cambios como realizados, aunque hasta hace unos días no se hicieron verdaderamente efectivos (y así hubo párrocos recibiendo durante semanas llamadas sobre asuntos de parroquias que aun no habían asumido). Mientras tanto don Fernando prefirió marcharse unas cuantas semanas fuera de la diócesis (por suerte, así también evitó posibles manifestaciones o omentos incómodos) y volver a unos días de que se hagan efectivos los cambios para marcharse de nuevo a Roma a recibir su primer curso como obispo y volver cuando no pueda haber marcha atrás. Mientras tanto la diócesis se encuentra en “modo caos”, con párrocos y feligreses corriendo de un lado para otro intentando hacer efectivos estos cambios y hacer cumplir las órdenes del obispo en medio de las prisas, la falta de coordinación, la ausencia total de organización y previsión, peleando con nuevos problemas cada día y, en resumen, enredados en una locura sinsentido.
Por algunas de sus declaraciones o apariciones públicas hubo quién señaló a Don Fernando como el “obispo podemita” o el “obispo progre”, de estas cosas tendrá lo que tenía Stalin.
Si bien es cierto que parece tener una especial simpatía por la progresía y todo lo que se tiña de ese color, así por ejemplo lo podíamos ver en la reunión diocesana para el sínodo pasándoselo de maravilla en primera fila, disfrutando de la presentación que se estaba llevando a cabo y en la que aparecieron propuestas tan canónicas como incluir mujeres sacerdotes, acortar las misas por aburridas o permitir que los curas se casen. También es conocida su simpatía por sindicatos y demás amigos para los que siempre tiene tiempo. Pero para aquellos que formamos parte de su rebaño y no seguimos su línea, heredera de la línea Araujo, parece no tener tiempo ni ganas, así unos, siendo ajenos a la Iglesia, son rebaño y otros, siendo fieles cristianos, solo somos ganado.
Sin conocer la diócesis, sin plan pastoral sabido (aun esperando a que se ponga en marcha el anterior), sin formación como obispo, sin ganas algunas de conocer y escuchar a su rebaño. Lo que parecen reflejar sus acciones, que no sus declaraciones, es un sentido desprecio por nosotros, por el rural, por los fieles más humildes y por los más abandonados que con él son, de nuevo, los más olvidados. Nuestro obispado parece querer resucitar el peor pasado de la diócesis, lo mismo que acabó con ella.
Lo que debe hacer un obispo es servir a la Iglesia, a su diócesis, no ignorar a su pueblo, no tomar decisiones dejando al margen su bienestar y el de los párrocos a su cargo (*). Pero lamentablemente al señor Don Fernando, obispo de Mondoñedo-Ferrol, somos demasiados los fieles a su cargo los que no tenemos nada que agradecerle en este primer año de su estrenado obispado donde todo han sido palabras bonitas, pero en la práctica ni ver, ni conocer, ni escuchar, ni sínodo, ni reflexionar. Despotismo ilustrado y a andar.
Menos mal que estos son los de la cercanía con el pueblo, los que venían a atender nuestras aflicciones. Supongo que se resume en una frase que el mismo nos dijo, “hay cosas que quedan muy bien en la prensa, pero la realidad es otra”. Poco tiempo se sostiene un disfraz cuando se cae la careta.

* No quedan ahí las grandes obras de nuestro obispo, cabe destacar entre otras muchas su reciente despreocupación por uno de sus párrocos. Cura muy querido en sus parroquias que, debido al Covid-19, estuvo hospitalizado y el proceso de recuperación le obliga a estar en un lugar donde pueda ser atendido 24h, como una residencia. Nuestro obispo en lugar de cumplir con sus funciones y hacerse cargo de esta situación (en lugar de, por ejemplo, hablar con alguna de las residencias llevadas por monjas de nuestras diócesis) cargó todo el peso del asunto en la familia del párroco, gracias a Dios que la tiene y se lo puede permitir ¿Qué hubiese pasado si no? »

En mi opinión, y no solo en la mía, García Cadiñanos, un gran error.

Y solo él puede hacer cambiar el concepto.

Comentarios
13 comentarios en “Ponen a caldo al obispo de Mondoñedo-Ferrol
  1. Es bastante cierto lo que cuenta este diocesano de Mondoñedo-Ferrol. El obispo recibe la herencia de otro nefasto episcopado como fue el del claretiano de las Heras, penoso hasta decir basta. Las diócesis en Galicia y en España están cada vez más de capa caída y no se está haciendo nada. En Mondoñedo-Ferrol por lo menos intentan hacer lo que pueden y con los bueyes que tienen que son los que son. Los sacerdotes los hay válidos pero también penosos e imbéciles, amancebados, sin destino, viajantes, etc…, como en todas las diócesis. Hay que preguntarse por otra parte si en la Conferencia Episcopal hablan algo de esto, de las Unidades de Pastoral, etc…, o si se lo pasan por el forro como se puede intuir. ¿Hay algún documento sobre esto? Yo no lo he visto aún… Y en las demás diócesis de Galicia, ¿hacen algo? ¿Hay vocaciones? ¿Cuánta gente hay en los seminarios? ¿Curas independentistas, políticos, del BNG, etc…? Creo que estamos en un momento crítico y no sólo Mondoñedo-Ferrol y lo que vendrá encima de lo que todos seremos responsables. Los obispos se rinden ante el silencio cómplice, no quieren decretar, no quieren cogerse los dedos. Una pena, pero, queda mucho por hacer en las diócesis.

  2. Un pésimo parto de Don (in) Fidel, del que tendrá que dar cuenta a Dios. Favores con favores se pagan, aunque sea con perjuicio y escándalo del pueblo de Dios. Quién te ha visto y quién te ve, Fernando, con tu progresismo y tu aversión a Don Francisco Gil, pero una vez nombrado vicario, con camisa de camionero en la tarde y de clérigo sin alzacuellos matutino, elevado a «obispo». Qué grande te queda todo, eres el mismo, prepotente, chulesco y podemita que siempre. Razón tienen los que te califican en este artículo. Serás obispo, pero para mí eres el mismo cura altivo y soez de Quintanilla del Coco.

  3. El retrato es bueno, la no visita a d. Alfonso el sacerdote enfermo me deja perplejo, porque es asunto grave; y de organización diocesana efectivamente cero, aglutinar parroquias vacantes en torno a los sacerdotes mientras el añora Burgos, tal cual… Pues ya sabe, que agarre volante hacia la Meseta que esto no lo entiendes.

  4. Ahí va un desahogo .
    Soy católico y no soy miembro de prelatura , asociación o pía unión alguna. Con Pablo VI mi práctica religiosa estaba bajo mínimos. Terminada la Universidad y con San Juan Pablo II mi fe creció y la frecuencia sacramental , las lecturas religiosas , el Santo Rosario eran habituales . Con Benedicto XVI me entusiasmé , cuando estalló la pedofilia clerical defendí a muerte a la Iglesia. Desde Bergoglio me siento abandonado , pero últimamente , he pasado del cabreo a la abstención . De la Misa diaria a la de los domingos y no siempre.
    Mi fe en Jesucristo y en la Virgen sigue , pero en tratándose de Papa, obispos, curas y ceremonias no los soporto , con algunas excepciones .
    Soy viudo desde hace un montón de años y vivo solo, pues el amancebamiento no me va y el matrimonio canónico no ofrecía cónyuge idónea. Tras Amoris Laetitia creo haber hecho el gilipollas.

    1. Pues es cierto que el obispo, no pretende otra cosa que ser un funcionario, un burócrata más, y todos los que han recibido en su formación ese barniz izquierdoso, no pueden menos. Sin embargo debo decir con San Agustín: «Si hay ovejas buenas, hay también pastores buenos, pues de las buenas ovejas salen buenos pastores.» Sermón 46. Hay evidentemente un pueblo sediento, pues si ya existen deben rogar al dueño de la mies que envíe obreros a su mies, pero además si son los pueblos del camino de Santiago, pues, pasen del obispo, y hagan una novena a Santiago, pidiendo que los muchos sacerdotes que recorren el camino puedan atender por un tiempo a los fieles, o alguna creatividad por el estilo o pidan a Dios que renueve esos pueblos, con alguna de sus misericordias. El obispo que sufren se muestra en toda su pobreza, recen para que Cristo Jesús, sea el verdadero pastor que los apaciente, que suscite las causas segundas que lo hagan posible.

  5. Este feligrés o tiene mala información o mala intención, y además con la cobardía del anonimato. Tenemos (soy diocesano de Mondoñedo-Ferrol) un gran obispo que en un año ha visitado y celebrado la Eucaristía dominical en un sinfín de parroquias, la mayoría rurales. No hay más que seguir la agenda pública del obispo para ver que algunos domingos, y en zonas tan dispersas como la Terra Chá, Riotorto, la Mariña etc… celebra 3 misas en direntes parroquias acompañando al párroco de las mismas. Es un obispo cercano, alegre, comprometido con Caritas, migrantes etc…un pastor con olor a oveja de esos que por esta página no gustan mucho porque viven el Evangelio y no se preocupan tanto de los capisayos.
    Si este señor, es como dice, un diocesano de la zona rural sabrá que esta diócesis tiene más de 400 parroquias, muchísimas rurales y despobladas, a las que la única visita posible tiene que ser los domingos (el año tiene 52, así que echen cuentas). Lo dicho, o mal informado (le recomiendo los múltiples servicios de comunicación de la diócesis) o mal intencionado.

    1. Cierto! Doy fe… Un obispo joven, alegre, inteligente, muy trabajador, buen pastor, sencillo, siempre disponible y cercano a la gente. Preocupado por su diócesis, particularmente por los sacerdotes y las vocaciones. Que el Espíritu del Señor lo siga iluminando y sosteniendo. Quizás debería aminorar el ritmo y racionalizar las fuerzas: es mucho el trabajo que tiene por delante, y no precisamente porque la diócesis sea peor que otras (es el ‘sambenito’ que nos ponen con frecuencia en este blog). Todos – sacerdotes, consagrados y laicos – tenemos que ayudarle en su misión, que siempre ha de ser compartida en la corresponsabilidad de todos los bautizados.
      Ánimo y mi oración.

  6. Es faltar a la verdad decir que el obispo no ha recorrido las parroquias rurales. No habrá ido a todas porque en un año es imposible. Pero se ha acercado para celebrar en muchas, estar con la gente, conocer su realidad y suplir en algunas a sacerdotes con parroquias muy pequeñas.
    Puede que los cambios sean precipitados y haga falta mas reflexion, pero argumentar contra los cambios, no reconociendo que también ha hecho muchas cosa buenas en este primer año, me parece falta de honestidad. Se ha acarecado a muchas realidades eclesiales y tambien de la sociedad civil. No se puede ver solo una parte y silenciar la otra. Es mi humilde comentario y aportación

  7. Este obispo es un sinverguenza. Con todas las letras. La carta no lo pone «a caldo» simplemente hace un retrato bastante certero de lo que nunca tiene que ser un obispo. Aunque supongo que por eso entre OMELLA y ARANA habrán hecho que lo nombren. Cuanto peor mejor, habran pensado. En la Iglesia sobran prelados indignos empezando por el primero. Son sencillamente basura moral, teológica, y humana.

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