Siempre he sostenido que los nombramientos y ceses de sacerdotes en una diócesis es competencia y responsabilidad del obispo y que nombrados, cesados y fieles tienen que aceptarlos. Pero eso no quiere decir que estén bien hechos. Los obispos, por ciencia propia o por obra de sus vicarios, pueden cometer auténticas injusticias. Y hay vicarios que en sí son ya una vergüenza.
Ante una cacicada vicarial o episcopal, que las hay, es complicada la resistencia. En teoría hay unos cauces canónicos que son largos y casi siempre injustos porque suelen dar la razón al mando aunque no la tenga. Con lo que es una vía más bien inútil. Hay otras que son peores. En sí y en sus resultados. La resistencia del cura a irse, con lo que si el obispo tiene lo que hay que tener le cesa en sus funciones y a esperar recursos, casi siempre inútiles. y la peregrina de unos fieles desnortados que replican con huelga de misas que suele terminar dejando la práctica sacramental o el regreso a la Iglesia con el nuevo cura pasado el berrinche de los primeros momentos.
Si el nuevo cura es como debe ser termina haciéndose con la parroquia incluidos buena parte de los disidente, si el cesado también, y no obstan motivos graves en él, que en ocasiones se dan y son la causa del traslado, pasa a ejercer sin problemas en su nuevo destino y si el vicario es un ca… cique, o lo que quieran, que los hay, y en Madrid también, pues a ponerlo de manifiesto para lograrle otro destino, y no otro agustino. Y no tengo ni idea de si el vicario de La Cabrera es teatino, benedictino, agustino, cretino o un cura excelente. De alguno de Madrid me consta la cretinez.
Pues narro el hecho sin pronunciarme para nada sobre el mismo por no tener opinión en ningún sentido. Lo deseable es que hechos así no se produzcan. Que el obispo mande bien, el vicario informe bien, el cura obedezca bien y los fieles se comporten como tales no como infieles. Y por supuesto estos guardando los afectos que el que se va sr hubiera ganado. Y ya lo que es verdaderamente grotesco es que personas que habitualmente no pisan la iglesia sean los cabecillas de la huelga de misas.
Traigo al blog este suceso sobre el que no tengo formada ninguna opinión por lo que me sirve para expresarme con absoluta imparcialidad. Aunque piense que en Madrid hay algún vicario que me parece un imbécil y algunos curas que también. Pero no sé si el vicario y el cura cesado de La Cabrera entran es esa categoría. Me sería facilísimo averiguarlo pero he preferido escribir esto desde una total imparcialidad.
La información que recoge el blogger de «El correo de Madrid» es enteramente falsa. Una fake new impresionante. Se lo dice alguien que presenció lo ocurrido. Esta noticia ha sido aireada y ventilada por individuas próximas a Podemos.
No se lie Sr. Cigoña. El problema parece estar en que quitan a un cura diocesano para meter a una congregación religiosa, los Identes. Puedo entender perfectamente el cabreo de los feligreses porque se les hace tragar con un carisma religioso muy específico en una parroquia diocesana sin tener otra alternativa. Una parroquia diocesana no es una casa de religiosos. Si lo religiosos quieren fundar una casa, lo justo es que la consigan por sus propios medios y donaciones.
Es una plaga silenciosa. Movimientos, grupos religiosos y otros que parecen institutos religiosos de iure pero que no lo son, que, gracias al obispo de turno consiguen para su uso exclusivo lo que es propiedad de la Iglesia en su conjunto (parroquias, locales e incluso antiguos conventos). Si tienes la mala suerte de que te toca en tu parroquia o tragas y asimilas de facto de ese «carisma» o te vas. la inmensa mayoría se va.
De nada sirve quejarse, porque el que osa hacer el menor comentario suele ser destrozado por ser un agente diabólico. Pero nada, luego que las parroquias se vacían y que hay follones. Y tenga claro que, al final, por hartazgo, los feligreses se van de la Iglesia. Ellos, sus hijos y toda su familia.
Ernesto le han enviado a santa Bárbara en Madrid. Un vicario más que durará lo mismo que los anteriores en esa parroquia. Una vergüenza que Osoro y su vicario Gil no quieren poner remedio. En santa Bárbara, desde que está Agapito, los vicarios no duran nada. Además de maltratarlos, humillarlos, despreciarlos les hace vivir en una buhardilla infecta mientras él se arregló un piso con todo tipo de comodidades.
A Ernesto le auguro como máximo un año con Agapito, el protegido de Gil. Es lo que suele durar un vicario en esa iglesia. Entre el párroco y la Teresa que es la hermana pero como si fuera el párroco, ahí no aguanta nadie.