POBRES INDIOS

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POBRES INDIOS

En “La Nación” diario aparece un editorial titulado “Corrupción y cambios en temas indígenas”; el mismo comienza así: “cuando faltaban apenas días para que Alberto Fernández dejara la presidencia, el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) reconoció decenas de comunidades de pueblos originarios en varias zonas del país”.

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Más adelante señala que dicho gobierno se empecinó “a favorecer por cuestiones ideológicas a quienes a cara descubierta han perpetrado abusos rapaces generando desalojos violentos, destrozando propiedades, escuelas y hoteles: delincuentes comunes que pretendieron acceder a la posesión de tierras de manera ilícita, amparándose en una supuesta identidad primigenia y sagrada, y adjudicándose el derecho a una propiedad sin antecedentes, sin posesión previa ni actual.

En este ámbito los cuatro años del desgobierno de Fernández fueron “el reino del revés” en el cual, lejos de defender el derecho de propiedad de los habitantes y condenar las usurpaciones, “las autoridades nacionales del INAI y de la Administración de Parques Nacionales colaboraron con encapuchados que quemaron viviendas y sitos de interés y de utilidad pública”.

Desde 2017, el reinado fue de la anomia y grupos de delincuentes, “con caras tapadas y palos, ejecutaron hechos vandálicos repudiados incluso por las verdaderas comunidades mapuches”. 

El editorial después enumera una colección de entuertos cometidos durante la presidencia de Fernández y concluye así: “Es hora de acotar las estructuras burocrática y sus gastos, puestos acomodaticios, sus conferencias, mesas de diálogo, pasajes y viáticos”. Respecto a las comunidades indígenas, dice “que sería lógico promover su capacitación y dejar de considerarlos personas especiales, de modo que se integren a la sociedad y sean tratados como auténticos ciudadanos”.

Vamos ahora a lo sustancial: buen trato, integración, mestizaje, conversión al catolicismo, fue lo que hizo España.

Hace años, en un homenaje a Mariano Astigueta, un gran argentino, nos ocupamos del tema de los indios y criticamos al Equipo Nacional de Pastoral Aborigen (ENDEPA) que presupone un cambio en la relación de la Iglesia Católica y los indios: a diferencia de otros siglos, ahora la tarea no es convertirlos al catolicismo: “partimos desde el respeto profundo de la realidad de la persona, sin interferir en sus valores” (Hna. María Bassa, Metro, 26/12/2001).

En la Constituyente que elaboró la Constitución de 1853, la iniciativa de encomendar al Congreso la conversión de los indios, junto con su pacificación, es obra de un sacerdote, el P. Lavaise, movido por un deber de caridad y la redacción del inciso, en “el que están comprendidas las misiones evangélicas y demás recursos pacíficos, es obra de Gorostiaga”.

En 1994, un documento elaborado por una comisión presidida por el cardenal Raúl Primatesta y aprobado por el Episcopado, sostiene que “debe suprimirse el inciso 15 del artículo 67, pues hoy resulta ofensivo para los pueblos indígenas, para la Iglesia Católica y también para el Congreso Nacional”.

Lo que en 1853 era caritativo, compasivo, misericordioso, hoy es ofensivo, o sea afrentoso, agraviante, injurioso. ¿En que quedamos? 

Otra era la valoración del inciso 15 hoy derogado, hecha por Santiago de Estrada: “¡Notable con abolengo de esta cláusula constitucional!  Mediante ella el quehacer de la República entronca con la misión encomendada a fines del siglo XV y comienzos del XVI por los papas Alejandro VI y Julio II…  y deja en descubierto, a la vista, la raigambre espiritual de quienes, a lo largo de medio milenio, fueron forjando la patria, que a pesar de cuanto de un siglo a esta parte viene ocurriendo ‘aun reza a Jesucristo y aun habla en español’ como decía el gran Rubén Dario” y concluye con estas palabras escritas en 1988: “por otra parte la oportunidad para cancelarlo no podría ser peor elegida. Hacerlo así, cuando la Cristiandad se apresura a celebrar el cumplimiento de medio milenio del comienzo de la evangelización de América, importaría una pública, cínica e impúdica declaración de apostasía que ningún argentino con sentido del honor podría soportar”.

El mismo Concilio Vaticano II en el Decreto “Ad gentes” dispone: Incumbe a la Iglesia la necesidad a la vez que el derecho sagrado de evangelizar y la actividad misionera conserva hoy como siempre su fuerza y su necesidad” (Parágrafo 7).

Pero nuestro Episcopado ya estaba contaminado por el “espíritu del Concilio” especialista en derogar su letra. Por eso no quieren perturbar la tranquilidad del indio “puro”, versión del buen salvaje de Rousseau. Ese primitivo viviría feliz si no hubiese sido perturbado por la hispanidad. En sus comunidades no existe el robo, porque todo es común, sus vidas son sanas y sencillas, rinden culto a la Pachamama, huésped del Vaticano. Serían mejores que los demás argentinos.

Así piensa la periodista de “La Nación” diario Mercedes González para quien “el indio puro pudo llegar a fundar una sociedad más justa porque su contenido espiritual estuvo en sincretismo con el mundo natural de la naturaleza que lo rodeaba y eso lo hacía armónico y lógico en lo social, económico e ideológico. Los frutos de la madre tierra eran distribuidos equitativamente; no se conocen casos de muerte o enfermedad por desnutrición basados en la injusticia del reparto de bienes” (14/11/2000).

Estos ciegos, “guías de ciegos”, no advierten que las potencialidades indígenas se actualizan con la recepción del cristianismo y de la cultura occidental.    

 El indiecito Juan Diego, en Méjico, puede exclamar lo mismo que nuestro teólogo telúrico Rafael Jijena Sánchez: “A mi pecho de Indio se ha ganado la Cruz”; en el Perú, el mestizo Garcilaso de la Vega, se convierte en el primer prosista hispanoamericano de talla universal; en Río Grande, el héroe indiano Sepé Tiarajú, muere en defensa de las mejores tradiciones hispánicas, porque no acepta ser moneda de cambio del absolutismo borbónico; en nuestra Patagonia, florece la santidad de Ceferino Namuncurá.

 Por todo esto es increíble que hoy existan cristianos, como nuestros obispos, enemigos de la evangelización de los paganos.

Buenos Aires, junio 5 de 2024.                                                        Bernardino Montejano 

    

Comentarios
4 comentarios en “POBRES INDIOS
  1. ¿»indiecito»? ¿cómo de chiquito: de una cuarta, 5 cm..? Si les vas a decir indios, diles indios, pero el diminutivo no es digno.

  2. Sincretismo absurdo, como el que se ve en el via crucis de Junín de los Andes.
    Acaso los indígenas so.n humanos de segunda, que no pueden recibir la Revelación traída por Cristo.?

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