Yo no leo a Savater. Y tampoco a Calleja salvo en alguna ocasión. Con Calleja, con Savater, nunca. Pues por un artículo difuso y confuso de Calleja me parece entender, y puede que esté equivocado, que el autor recrimina al «filósofo» sus reservas con el Papa. Si hubiere entendido bien me alegran mucho esas reservas. Por dos motivos. El primero porque es normal que Savater las tenga. Lo preocupante sería lo contrario. Y el segundo porque creo que es muy bueno para el Papa saber que, pese a sus esfuerzos, la antiIglesia inteligente, y Savater lo es, con sus desviaciones intelectuales, no le traga. Ni que decir tiene que entre Savater y el Papa, yo con el Papa. Aunque tenga con él notables preocupaciones. Pero es el Papa, mi Papa. No tengo otro. Aunque en el terreno de las elucubraciones podría gustarme tener otro. Eso ya me había pasado con alguno de sus predecesores. Y todos fueron mi Papa. Pues Dios quiera que el Papa sepa con quienes puede contar. Con Savater parece que no. http://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2015/02/01/savater-sobre-francisco-al-fin-en-ridiculo-religion-iglesia-blasfemia.shtml Y pienso, es mi opinión, que beuno sería que con Calleja, tampoco. Aunque entre ambos, me quedo con Calleja.
Parece que a Savater no le gusta el Papa
| 02 febrero, 2015
Nuestro blogger entre el clérigo secesionista «teólogo»Calleja y el dialéctico de la ética mundana humanitaria Savater, se queda con Calleja. Cuestión de gustos, aunque mejor piensa uno que con ninguno de los dos, ambos cosecha de las ideologías que respiraron basadas en la sociología más que en los principios CATÓLICOS
Savater es un notable dialéctico que no es igual que notable filósofo. Pero tiene sus buenos golpes de sofista redomado y no le falta la lógica armada desde sus premisas personalistas. No se le puede despachar con descalificaciones o como hace Calleja con argumentos de político separatista por el hecho de que Savater sea español vasco.
Conozco bien a Fernando Savater desde cuando todavía con cuatro años era Fernandito el hijo del notario Savater con despacho profesional en la calle Garibay de San Sebastián.
Conste que era un niño prodigio con respuestas originalísimas y valoraciones sorprendentes que a su señora madre le preocupaban. Una señora piadosa de misa diaria en el próximo templo de los jesuitas, así como su abuela paterna, cordobesa ceceante hasta su muerte, igualmente devota. Tengo la imagen de los tres en mi retina al cabo del tiempo. Una lástima este Savater que se volvió tarumba daléctico en la Facultad de Zorroaga en los inicios de la Universidad del País Vasco.
Algunos, y alguno, piensan qué fornicando la Iglesia con el mundo éste la admitirá.
¡Qué sabia es la palabra de Dios! Ahora lo llaman “síndrome de Estocolmo”. Siempre es lo mismo. Le ha pasado a Reyes, magnates, y… como no, a la Iglesia, como le pasó a Israel. El Señor comparaba a su pueblo Israel, fiel imagen de la Iglesia actual, con una esposa adultera. Una prostituta que persigue a sus hijos fieles y adultera con el primer extranjero que llega, pese a que en pago sólo recibe desprecios.
“Cómo dices: «No estoy manchada; en pos de los Baales no anduve?» ¡Mira tu rastro en el Valle! Reconoce lo que has hecho, camellita liviana que trenza sus derroteros, irrumpe en el desierto y en puro celo se bebe los vientos: su estro, ¿quién lo calmará? Cualquiera que la busca la topa, ¡bien acompañada la encuentra! Guarda tu pie de la descalcez y tu garganta de la sed. Pero tú dices: «No hay remedio: a mí me gustan los extranjeros, y tras ellos he de ir.»” (Jeremías 2:23-25). “¿Qué dirás cuando te visiten con autoridad sobre ti? Pues lo que tú les enseñabas a hacer sobre ti eran caricias. ¿No te acometerán dolores como de parturienta? Pero acaso digas en tus adentros: «¿Por qué me ocurren estas cosas?” (Jeremías 13:21.22).
Igual en Zacarías y Oseas.
Nunca he comprendido cómo alguien pueda leer las obras de este irrespetuoso bisojo y horrendo pseudofilósofo. Pienso que por ser del diario EL PAIS hay gente que tragaba y traga sus monsergas materialistas agresivas..
Es una buena noticia. Si el Sr Savater es de izquierdas y ateo o agnóstico es normal que no le guste el Papa.
El problema es que gentes con pensamientos similares e incluso directamente cristófobos declaren lo bueno que es el Papa. Eso mosquea mucho.
Savater es el resultado de la mediocridad intelectual y en este caso filosófica de la cultura española de final de siglo XX y principio del actual. Es un hombre cambiante en aseveraciones, salvo en aquellos aspectos que son inviolables: la de no contradecir a sus patrocinadores-de izquierdas , claro, y por tanto defensores del antiteísmo. Pero si alguien se adentra en sus escritos, advertirá que es un «pobre hombre» que no sabe responderse a si mismo por el sentido del ser, quién es el hombre y el por qué de la existencia y su fin último. Busca una respuesta que sólo le puede dar Jesucristo, pero su soberbia le ciega para poder descubrirlo. Hasta el pobre de mi parroquia tiene más luces que él.
Si habla del papa como si lo hace del pepo… todo un paroxismo de razones y sin razones. No sé que pretendía Calleja con el artículo.
Aquí cada quien es libre de hacer lo que le de la reverenda gana, pero en un sentido. Si quiere inventarse una liturgia personal, está bien. Al rito kikiano nadie le para bola y se han visto muchas misas kafkianas. Se dicen mil y una herejías en la homilías y no pasa nada. Pero cuando un sacerdote intenta celebrar la misa católica , como lo hicieron nuestros antepasados , o enseñar la doctrina católica, lo ponen en la lista negra. Enrique VIII ejecutaba a todos los sacerdotes católicos que atrapaba. Hoy no hay necesidad de tanto, con condenarlo al silencio basta. Pero algunos no se callarán. Si callaran ellos , gritarían las piedras.
Savater versus Bergoglio: Duelo de egos en Ok corral.
Prohibido blasfemar
FERNANDO SAVATER, EL CORREO – 01/02/15
Fernando Savater
· Una cosa es el insulto directo y personal, y otra la ofensa abstracta a lo que algunos consideran su ‘familia’ sobrenatural.
Mi abuelo paterno, al que no conocí pero por el que tengo simpatía retrospectiva y casi envidia (murió en el restaurante Dana Ona, a las puertas del hipódromo de Lasarte, una tarde de carreras) fue gobernador civil de Segovia en época de Antonio Maura. Dejó su nombre a una escuela pública y a una calle situada cerca del acueducto. Además puso una placa en una de las entradas de la villa, que yo alcancé a ver en mi niñez pero que ya ha desaparecido, donde se leía: «En esta ciudad quedan prohibidas la mendicidad y la blasfemia». Siempre me ha extrañado un poco la vecindad de estos dos vetos, que dan a suponer que mi abuelo los tenía por ofensas paralelas, la una contra la dignidad del trabajo retribuido y la otra contra la majestad divina.
Supongo que hoy, con los largos y hondos padecimientos de la crisis, pocos se atreven a prohibir la mendicidad, que más o menos encubierta en fórmulas de asistencia caritativa es el último recurso de tantos infortunados. En cuanto a la blasfemia, en cambio, está de moda perseguirla, sea con los métodos asesinos utilizados por los terroristas contra ‘Charlie Hebdo’ o por el puñetazo ejemplarizante que ha puesto en ridículo –¡ya era hora!– al Papa Francisco. Pero la diferencia estriba en que sabemos más o menos en qué consiste la mendicidad aunque ahora procuremos dignificarla socialmente pero seguimos ignorando realmente qué es eso de blasfemar, algo que sólo los fanáticos suelen tener brutalmente claro.
¿Consiste la blasfemia en insultar a algún dios? Nada menos evidente. Si yo me defeco a gritos en Júpiter o en Quetzalcoatl, nadie me tendrá realmente por blasfemo –todo lo más por desequilibrado– porque ninguno de esos interesantes personajes mitológicos cuenta actualmente con feligreses a los que pueda irritar mi exabrupto. Lo imprescindible para que haya blasfemia no es que se mancille el honor de una divinidad (por cierto, ¿tienen ‘honor’ los dioses también, como los políticos acusados de corrupción?) sino que haya suficiente personal que se considere agredido en nombre del dios por ciertas expresiones, bromas, caricaturas, comportamientos o rasgos indumentarios. De lo que molesta a los dioses sabemos poco, pero en cambio hay gente muy picajosa… Es absurdo suponer que alguien puede ‘ofender’ a divinidades que para él no existen, sea de palabra o de obra.
El único blasfemo posible es el creyente que se burla o desafía a aquello en lo que cree, como parece que hizo el padre de Kierkegaard dejando traumatizado para los restos a su pobre hijo. Pero eso es un asunto íntimo y personal, no una transgresión pública: uno sólo puede blasfemar contra sí mismo y por tanto sólo uno mismo puede castigarse por semejante osadía… Unamuno decía que también la blasfemia es una forma de oración, siendo la plegaria airada del piadoso que quiere volverse impío al comprobar los horrores de la vida. Y no olvidemos que el propio Jesucristo fue acusado de blasfemia por los fariseos, aunque ahora la opinión pública le haya absuelto de ese cargo.
Pero todo esto tiene poco que ver con las bromas más o menos maliciosas que algunos hacen a costa de los feligreses de las iglesias más conspicuas. Porque la verdad es que lo que suelen llamarse ‘blasfemias’ no van contra los dioses sino contra quienes dicen creer en ellos y se convierten en portavoces de dogmas y rituales. ¿Tenemos que someternos todos a sus prejuicios y renunciar al humor, a la sátira o a la crítica porque se tomen demasiado en serio a sí mismos, con el pretexto de que hay que respetar a Dios o al profeta de su preferencia? ¿Habrá que prohibir ‘La vida de Brian’, que tanto nos ha hecho reír y que si la ha visto Jesús le habrá hecho reír como a los demás, porque algunos malasombra penitenciales no soporten la divertida parodia evangélica? No creo –ni me importa, desde luego– que la película en cuestión haya hecho perder a nadie su fe cristiana; me basta con saber que mantiene la fe en la ironía culta y el humor gamberro que son dos de los ingredientes indispensables para el cóctel que llamamos ‘humanidad’, cuya pérdida me preocuparía mucho más que la renuncia a venerar ciegamente tales o cuales símbolos esotéricos.
La ya célebre paparrucha del Papa sobre el puñetazo que se ganaría quien insultase a su madre ejemplifica bien el error de clérigos y asimilados sobre este asunto. Porque una cosa es el insulto directo y personal, que suele incluir menciones denigratorias a los progenitores y ante el que cada cual reacciona de acuerdo con su educación y las circunstancias, y otra la ofensa abstracta a lo que algunos consideran su ‘familia’ sobrenatural. En este segundo caso, la convivencia democrática exige deportividad o resignación cívica, pero no puñetazos. Cuidado con lo que predicas, Francisco, que donde las dan las toman.
FERNANDO SAVATER, EL CORREO – 01/02/15
Pues mi Papa es Benedicto XVI.
2 Tesalonicenses 2. Catecismo 675. Apocalipsis 13 y 14.
Se avecina el CISMA.
Un saludo.
Me alegro que mi comentario le hayan dejado pendiente de moderación. Lo de Judas Macabeo, matando a los que idolatraban y echándose al monte, no se lleva hoy. Y tal vez no sea apropiado ¿o sí? Pero , cuando es un «consumidor litúrgico» ( rememorando un artículo antológico de Julián Marias) y viendo todo lo que se está haciendo desde hace décadas, contra los fieles, contra su conjunto que es la Iglesia, y por tanto contra Cristo, no queda más que echarse al monte. Como lo hizo Santa Teresa, ante el mal que hacían los luteranos, aunque por medios pacíficos y orantes, porque «era mujer y flaca», que sino se alista a los tercios, seguro con sus arrestos varoniles . Pero la realidad es que «para que el mal avance sólo es necesario que los buenos no hagan nada». Y en eso están las fuerzas que van contra la Iglesia, y los progre-vaciós y otros tontoprogres que o no ven o no entienden o, sencillamente, «les importa más la fama entre los hombres que la de Dios» como a los padres del ciego de nacimiento curado por Cristo. Gracias por no publicarlo o por publicarlo.
Y ahora que me censure el P. Bernardo por no ser moderado. Padre ,que a San Pedro el ver atacado a Cristo le hizo ir a por todas, y sino es por que Cristo se lo dijo, no se la envaina.
En cuanto a Monseñor Asenjo y su falta de buen pastoreo, censurando al P. Santiago, a ver si alguien hace algo y crea una alerta de esas que llegan en internet recogiendo firmas, para hacérselas llegar al mal obispo. Y no me duelen prendas en llamarle así «mal obispo» y tal vez mal cristiano. Porque seguro que si un sacerdote, de los muchos que hay hoy en día, predica contra la fe, no le hace eso y si alguien se queja le dice el no es para tanto consabido. Sólo se ataca a quien se puede, lo que es de cobardes y malos jefes. Lo que tiene que saber el P. Santiago y algún otro es en que consiste el «mobbing» y obrar en cosencuencia. Conozco algún tratamiento hecho a monjas.
Por otra parte le aconsejería que se cambiara de diócesis. No vale que por obediencia física y debida, no haga el bien. Es hora de practicar lo que se hizo en los primeros siglos del cristianismo con profusión: «si os persiguen en una ciudad, huid a otra». Y no sería el primer sacerdote que lo hace, y tal vez le seguirán muchos porque va siendo hora de separar luz y tinieblas, y sus respectivos servidores. Asenjo ya sabemos para dónde va. Y no le conozco, pero se me ha dado como juzgarle: «por sus frutos».
¿Y además no le gusta infovaticana? ¿ Y nos tiene que gustar lo que hacen tantos obispos y permiten? El domingo mismo , oía misa en la diócesis de Tortosa, el sacerdote empezó saltándose los canones, «Reconozcamos que somos poca cosa delante del Señor». Me contuve y no entré a verle: «mire lo de poca cosa, lo será vd. yo soy un pecador, que es lo que dice la liturgia» y añadiría » a mucha honra» como el bandolero orgulloso, sino fuera por la ofensa echa a Dios.
«Pueblo mío, sal de entre ellos…»
Sr. de la Cigoña:
MONS. ASENJO HA MISERICORDEADO AL P. SANTIAGO GONZALEZ DE «ADELANTE LA FE».
LE HA PROHIBIDO ESCRIBIR EN CUALQUIER PÁGINA DE INTERNET O DAR SERMONES.
Le agradecería que dedicara una entrada de su blog a esta noticia porque seguro que puede interesar a muchos de sus lectores.
Aquí le pongo el link de la noticia:
http://www.adelantelafe.com/mons-asenjo-prohibe-al-padre-santiago-gonzalez-escribir-y-publicar-homilias/