Los obispos catalanes se van a enterar de lo que vale un peine si sus amados independentistas logran su propósito y llegan a gobernar una Cataluña independiente. Novell, el más significado de todos, sabe ya como paga esa gente los servicios prestados. Con escraches y reprobaciones. Por ahora.
Otro sacerdote es objeto una vez más de ataques de esta gente tan demócrata, tan respetuosa con la libertad de expresión y la religiosa, tan culta y educada que Cataluña sería Jauja si llegaran al Gobierno. Los obispos, en el caso de no ser peores que Abundio, deberían darse cuenta de a dónde llevan sus amores nada correspondidos.
Porque lo que estamos viendo es sólo un pequeño anticipo de lo que les espera. Cosa que además no ocultan. Ni siquiera disimulan. Sus chicos desconocen la democracia, la libertad religiosa y de expresión, la simple educación y no digamos ya el amor a la Iglesia. Pues como para seguir incubándolos amorosamente. Hasta que los pollos hagan caldo de la gallina. Y se lo coman.
El obispo de San Feliú de Llobregat no es un desaparecido en combate porque lo de combatir no es lo suyo. Un simple desaparecido sin que nadie le espere. Hubo un tiempo en el que su ausencia se achacó a una grave enfermedad pero superada felizmente sigue tan inencontrable como cuando no se daba un céntimo por su vida.
Han sido testigos mudos de la descristianización de Cataluña, la más acentuada de España y lo van a ser de una persecución religiosa si otros no les sacan las castañas del fuego. Pero los dedos de esos otros parecen más dispuestos a coger euros, de oscuras procedencias, que castañas calientes catalanas. Ils sont fous ces evêques.
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Del obispo de San Feliú sabremos algo si ocurre una de estas dos cosas: su dimisión o su muerte.¿Qué tal si nos sentamos a esperar?
Ay, calle, Echenique, calle. Pero si hasta el retablo de Salvador Bernal está ahora en Religión Confidencial predicando la «Opción preferencial por los pobres» para seducir a Francisco y llevarse de calle, de paso, a todo el francisquismo. Que dice ahora el venerable Bernal que la alambicada «opción preferencial» no es moda (moda bien demodée, diría yo), sino de toda la vida de Dios. Lo chocante es que en sus vetero-opusinos, hiper-incensados y sobre-balaguerados libros no consignase Bernal tal expresión ni una sola vez, ¿no cree?
Pues no digamos nada de Jaume Pujol, arzobispo de Tarragona, otro del Opus Dei decepcionante, como Cipriani. Ni está ni se le espera. Ahora está de moda en el Opus Dei, no las tres campanadas, definitivamente enterradas, sino el incienso a la demoledora iglesia de la misericorditis.