Cierto que los pésimos salen en los medios y los buenos, que algunos quedan, no pero los pésimos son demasiados y demasiado impresentables.
Por ejemplo este norteamericano:
En el enlace aparecen numerosas entradas de este sujeto que debía estar en la calle desde hace tiempo y sin embargo es asesor del Papa. Pues con esos asesoramientos, Santo Padre, que Dios nos pille confesados. Y a Su Santidad también. Porque igual lo necesita. Porque no pocos tienen la impresión de que lo que a Francisco le gusta es barrenar la Iglesia. Y ya muchos, que reconocemos sin duda la condición pontificia de Francisco, empezamos a tener colmada nuestra capacidad de asombro.
Tal vez algún lector se pregunte de qué se reirá ese individuo. Yo lo tengo muy claro: de los católicos. Si es que no hay periferia maloliente en la que no haya unos cuantos jesuitas zambullidos.