Otro guiño vaticano a los lefebvristas

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OBISPOS DE LA TRADICIÓN

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Bastante sorprendente. La Congregación para la Doctrina de la Fe nombra al obispo Fellay juez en primera instancia en el caso del delito de un sacerdote perteneciente a la Fraternidad de San Pío X. http://www.adelantelafe.com/fellay-encargado-por-la-santa-sede-de-procesar-a-uno-de-sus-sacerdotes/ Pues ojalá sea un paso más para la plena reintegración en la Iglesia del lefebvrismo. Porque es incongruente sostener que sus actos son ilícitos y algunos incluso inválidos, salvo por supuesto el peligro de muerte, y encomendarles otros desde las más altas instancias eclesiales.  

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  1. Sobre libertad religiosa estoy de acuerdo con la explicación de don Paco Pepe pero también le doy la razón a Urbel. Esta crisis tiene raíces en los términos ambiguos del Vaticano II. Ambiguo, es decir, que se puede interpretar correctamente y erroneamente y ese es el problema, la Iglesia se mantiene en un péndulo entre la ortodoxia y la heterodoxia por utilizar un término ambiguo. Hay confusión por el término «libertad religiosa» en lugar de utilizar el término tradicional «libertad de conciencia». Libertad religiosa da a entender libertad para el error y para su propaganda por eso hay una aclaración en el catecismo. En cambio libertad de conciencia no significa libertad para el error y para su propaganda y no requiere de una aclaración en el catecismo. Y si un término produce confusión lo prudente es regresar al término tradicional. Es necesario un syllabus. Mientras tanto seguiremos en esta confusión semántica que nos hace daño. Por que hay tanto temor en regresar a un término tradicional? Es increíble.

  2. Claro que he advertido, señor dueño de estas páginas, que hace algún tiempo que no vivimos en Cristiandad. Pero las verdades católicas no caducan, aunque en materia moral pueda variar su aplicación en función de muchas circunstancias, también de tiempo y lugar. Por lo tanto, lo que la Iglesia enseñó y amparó en tiempos de Cristiandad ha de responder a principios irreformables, y esos principios permanecen hoy por mucho que su aplicación, en los desgraciados tiempos del pluralismo actual, haya de variar. Principios abandonados por el
    Vaticano II, para amoldarse a estos desgraciados tiempos que, por cierto, también pasarán.
    Y sí, lleva usted razón, Dios tolera el mal y el error. Y, a su semejanza, las autoridades humanas pueden ser llevadas por la prudencia y la caridad a tolerar, según los casos y las circunstancias, el mal y el error. Pero ello no les confiere ningún derecho; todavía en 1953, poco antes de la revolución conciliar, Pío XII recordó que nadie tiene derecho a la propaganda y manifestación del error.
    Todos estos matices y distinciones pueden parecer a algunos incomprensibles o irrelevantes, en los tiempos de confusión y barbarie que hoy sufrimos. Pero yo agradezco a la
    Hermandad de
    San Pío X que, como no abandonó el combate por la misa tradicional en tiempos en que estaba proscrita, tampoco ahora abandone el combate por esta doctrina tradicional.

  3. Yo en cambio, Enrique, no creo que los cánones y anatemas de Trento se formularan para los hombres del siglo
    XVI y su mentalidad, sino para definir de modo irreformable la fe católica en aquellas materias que tuvieron por objeto.
    Ahora bien, si esa es su opinión respecto de las enseñanzas del Vaticano II y los hombres del siglo XX y su mentalidad, desde ahora tengamoslas ya por caducadas y sin valor, llegado este siglo XXI y a la espera de un nuevo y urgente aggiornamento (como nos prometen el pérfido cardenal Kasper y sus amigos).

  4. Me parece una excelente noticia: el concubinato vergonzante está a punto de formalizarse. Es hora de firmar papeles y a salir al mundo con la cara al viento y dejarse de fingimientos, amor de closet y anticonceptivos.

  5. Leo que Monseñor Pozzo dijo que el encargo judicial por parte de la CDF se ha dado. No es motivo de alegría cuando se trata de juzgar un asunto de grave indignidad, pero indica la confianza de S.E. Müller respecto a Monseñor Fellay y su evolución positiva desde 2009 en que era Obispo de Regensburg.

  6. Tornielli debería pedir a Monseñor Fellay que le diese fotocopia del escrito de la CDF encargándole un tema judicial.
    No por nada, pero… en 2012 ocurrió al sobre lo cual intervino el Padre Lombardi:
    Un archimandrita oriental de Bulgaría, dijo que quería convertirse al Catolicismo, y fue al monasterio benedictino de Bellaigue, dependiente de la Fraternidad.

    Fue Monseñor Fellay a Bellaigue, ecelebró una ceremonia para recibir al archimandrita en la Iglesia Católica.

    El Padre Sthelin -alemán- era entonces el Superior del Distrito de Polonia -ahora lo es de Asia- y en la Web polaca de la Fraternidad publicó el hecho.
    Al poco el Padre Lombardi dijo que al no haber reconocimiento canónico, a fortiori no había ninguna capacitación para recibir a un no católico en la Iglesia. Espero que no sea el caso.

  7. Y si usted, Enrique, me amonesta con el peligro que corro de comparecer un día ante el Juez eterno, como tarde o temprano ocurrirá, y tener que dar cuenta de mi rechazo de las novedades conciliares, le contesto:
    – Al modo modernista o según el espíritu de Asís, que, con tal de que yo haya cultivado honradamente mi personal sentimiento religioso y procurado vivir conforme a la ley natural, confío en que Dios me trate con igual benevolencia que a protestantes, cismáticos, judíos, mahometanos, budistas, animistas etc, y hasta honrados ateos, y haga tan poco caso de mi rechazo de las novedades conciliares como de su rechazo (el de herejes, cismáticos e infieles) de las verdades católicas.
    – Y al modo católico, que «lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande» (Benedicto XVI), de manera que confío en no ser condenado por adherir a las enseñanzas tradicionales, con exclusión de todo lo que se les opone (conforme a la antigua fe católica y aun la simple recta razón).

  8. Me acaban de borrar un comentario que me costó dos horas redactarlo. Podían haber dejado un mínimum de tiempo para poder al menos, recuperarlo.

  9. Enrique, si usted se conforma con que las autoridades de hoy afirmen, sin demostrarlo, que las enseñanzas modernas favorables a la libertad religiosa (Dignitatis humanae en adelante) son un desarrollo homogéneo o accidental, o pastoral, en perfecta continuidad y armonía con las enseñanzas tradicionales (por ejemplo, Quanta cura de Pío IX) contrarias a la libertad religiosa; o que las enseñanzas modernas favorables al ecumenismo y al diálogo interreligioso (Nostra aetate en adelante, y los actos escandalosos de Asís y similares) son un desarrollo homogéneo o accidental, o pastoral, en perfecta continuidad y armonía con las enseñanzas tradicionales (por ejemplo, Mortalium animos de Pío XI) contrarias al ecumenismo y al diálogo interreligioso; entonces usted tendrá que conformarse, si llega ese momento y cuando llegue, como así se anuncia, con que las autoridades del momento afirmen, sin demostrarlo, que las enseñanzas favorables a las uniones concubinarias y sodomíticas, y a la admisión a la sagrada comunión de quienes vivan públicamente en semejantes uniones, serán un desarrollo homogéneo o accidental, o pastoral, en perfecta continuidad y armonía con las enseñanzas tradicionales contrarias a semejantes conductas.
    Pero yo me atengo, y confío atenerme siempre, al principio de no contradicción, para no perder, a la vez, la fe católica y la razón.

  10. Dejémonos de coñas. No es tan incongruente esa especie de reconocimiento «de facto» del lefebvrismo y la negativa a aceptarlos tal cual dentro de la Iglesia. Si las Iglesias ortodoxas son «iglesias particulares con una comunión imperfecta con la Iglesia católica», con más razón los lefebvristas pertenecen a la Iglesia, aunque no estén en una situación perfectamente legal. Por eso se les reconoce a efectos administrativos por parte del papa Francisco (haría lo mismo por los ortodoxos, si se necesitara)y al mismo tiempo se alerta a los fieles por cismáticos. Pero, al mismo tiempo, jamás se les admitirá dentro de la Iglesia porque traspasan las líneas rojas. Que para muchos, no es el credo, ni la profesión de fe, sino el Concilio Vaticano II. Para algunos más importante. De hecho, hay muchos que no firmarían ni una profesión de fe sencilla y que sin embargo nadie discute que sean católicos.
    La sensación, digo la sensación, me puedo equivocar, es que Fellay firmaría con la mera promesa de que puedan seguir criticando, con moderación y educación, lo que han hecho siempre. Tiene problemas internos, y tiene que vender el acuerdo a su parroquia, pero el problema serio no está de su lado, sino del otro, que jamás permitirá, al menos hoy por hoy, acoger en la Iglesia a alguien que se meta con el Concilio.

  11. Urbel: sigue soñando. La Dignitatis Humanae ha sido reafirmada por todos los papas posteriores (sí, ya sé que no los consideráis papas legítimos, pero eso no me importa) y es doctrina firmemente establecida. En materia litúrgica es posible que se revise el Misal de 1970 (y yo creo que debería) pero NUNCA se aceptará como inválido el Novus Ordo Missae como pretendéis. Tampoco se va a rechazar la colegialidad episcopal, de hecho, se están buscando modos de ponerla en práctica. Lo siento, pero es lo que hay.
    Por cierto, ¿cuándo, cómo y en qué circunstancias dijo Pablo VI lo de que el Vaticano II es más importante que Nicea? (Opino, por otra parte, que estaba en lo cierto, y añado que el concilio niceano no sirvió para nada pues no solo no acabó con el arrianismo sino que éste se hizo más fuerte a continuación y de hecho ha durado hasta nuestros días bajo diversos disfraces).

  12. Si los FSSPX lo juzgan siguiendo los procesos del Código de 1983, ya es un avance. No olvidemos que estos señores no lo consideran válido, aún consideran válido el Código de 1917.

  13. Con tanto guiño de uno y otro lado, hay riesgo de que ambos terminen bizcos, y uno estaria tentado de dejarlo ahí.
    Pero lo cierto es que, como hace semanas con el reconocimiento a efectos civiles argentinos (con la cooperación del cardenal arzobispo de Buenos Aires y, detrás de él, del propio Francisco) de la condición católica de la Hermandad de San Pío X y sus sacerdotes, se sigue avanzando en la única vía practicable, que es la vía de hecho del reconocimiento unilateral.
    Un gran progreso sin duda desde los tiempos del «Vaticano II más importante que Nicea» (Pablo VI); o desde el abrupto final de las conversaciones bajo Benedicto XVI, cuando se tropezó con el obstáculo insalvable de haber querido solucionar, ya y en bloque, una cuestión doctrinal (la de la pretendida autoridad de un supuesto magisterio -conciliar y postconciliar- en ruptura con previas enseñanzas tradicionales) que llevará todavía años -muchos más años- depurar. Hasta que Roma llegue a aceptar expresamente, algún día lejano, de una u otra manera, con matices y distinciones (como la Iglesia siempre supo), que estamos en lo cierto, que hemos estado siempre en lo cierto, al rechazar las confusas novedades conciliares y atenernos a la mayor claridad y precisión del magisterio tradicional.
    Como, en materia litúrgica, en 2007 llegó ya Roma a aceptar expresamente que nunca había sido abrogado el tradicional rito romano; no obstante su supresión tiránica, de hecho, bajo Pablo VI.
    Mientras tanto, bienvenidos sean todos los guiños que abunden en el reconocimiento unilateral de que, contra lo que siguen afirmando neocatólicos y compañía, ni la Hermandad de San Pío X ni sus obispos y sacerdotes, ni quienes nos beneficiamos de su apostolado, somos herejes ni cismáticos, sino pura y simplemente católicos.

  14. Los romanos no saben que hacer para evitar que los obispos de la Fraternidad consagren nuevos obispos. Esa es la única razón de los guiños de Roma.

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