Otra excelente conferencia de Jorge Fernández Díaz

Sobre los ojos de la Virgen que tomaron vida en los años finales del siglo XVIII en numerosísimas imágenes de Italia tras la petición del Papa Pío VI a los católicos para que reclamaran insistentemente que la Madre de Dios volviera sus ojos misericordiosos sobre ellos y la Iglesia que estaba viviendo días dificilísimos.

Desconocía esos hechos y supongo que la gran mayoría de los lectores del Blog también.

Recomiendo vivísimamente que escuchéis a Jorge Fernández Díaz porque una vez más está extraordinario. De fondo y de forma.

Ya os dije que os iba a dar estas intervenciones de una en una porque acumularlas implicaría disponer de mucho tiempo para oírlas todas de forma seguida y, siendo magníficas, podrían hasta cansar a alguno. Por eso os las voy a ir  enlazando de una en una y con una periodicidad más o menos semanal.

Y una advertencia a algunos que se la cogen con papel de fumar. Este no es, ni quiere serlo, un Blog político. Y ni siquiera biográfico. Aquí viene el señor Fernández Díaz no como ingeniero industrial, funcionario del Estado, ministro o diputado. En lo que habrá tenido los aciertos y los errores que fueren. Hoy está dando un excelente testimonio de catolicidad y de enorme amor a la Virgen. Y de eso es de lo que trato y os expongo. Estoy seguro de que si un día publico un elogio de alguna epístola de San Pablo, todas extraordinarias y palabra inspirada, no iba a faltar quien nos viniera con: sí, sí, muy bien, pero no olvidemos que guardaba las ropas de quienes apedreaban a San Esteban hasta matarle. Si es que hay gente para todo.

A mí las intervenciones marianas de Fernández Díaz me instruyen y sobre todo alimentan mi fe y mi amor a la Virgen. Que es lo importante. Y estoy seguro de que a muchos de mis lectores les va a ocurrir lo mismo al oírle.

Antes de oír la que hoy os presento pensé que iba a referirse a los ojos de la Virgen de Guadalupe en la tilma del indio Juan Diego. Fenómeno extraordinario donde los haya. Espero que también nos cuente eso con la brillantez que cuenta todo.