Otra consideración sobre el hecho blasfemo de TV3

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El arzobispo de Granada dice que la «burla sacrílega» a la Virgen del Rocío  «ofende a los andaluces» | Ideal

Que me parece de notable interés:

LADRIDOS BLASFEMOS                                                        

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Para un español del siglo pasado, cuando visitaba algún países extranjero europeo, incluso aquellos  de declarada laicidad, además  del civismo de sus ciudadanos, le sorprendía la ausencia de la “blasfemia” en los usos sociales y relaciones ciudadanas, al contrario de España, donde esta manifestación  primitiva era  muy frecuente, preferentemente en grupos sociales desfavorecidos,  como costumbre, y, alguna veces, con deseo de molestar o afirmación de falsa hombría. Actitud que fue disminuyendo a medida que se alcanzaron mejores cotas de  bienestar,  progreso social y educación.

De unos años a esta  parte, con evidente  retroceso en el civismo y respeto que debe presidir  la convivencia ciudadana,  han rebrotado hechos y conductas públicas, que ilusoriamente se creían superadas,  -algunas financiadas con el dinero de todos-  ofensivas hacia los  sentimientos religiosos, curiosamente solo de los católicos,  protagonizadas por ciertos seudoartistas, a los que han seguido políticos de nueva leva  y personajillos de moderno  cuño, que, además de búsqueda de publicidad, dan rienda suelta a sus limitaciones, cuando no, a sus frustraciones  y resentimientos. Nueva patología social, que, a diferencia de la de antaño, se divulga con publicidad  y se pretende justificar, incluso desde el ámbito de los estamentos públicos y judiciales, con la coartada de la “libertad de expresión”,  cuando dichas conductas, lisa y  llanamente, caen de lleno en el Código Penal, por constituir una agresión contra la conciencia de una gran  mayoría de españoles que se reconocen y confiesan católicos, cuyos sentimientos merecen un respeto, e, incluso una protección por el Estado, y en otro ámbito, son manifestación de cobardía, con la impune seguridad con la que se manifiestan.

Recientemente  una emisora pública de TV, financiada con el dinero de todos los españoles,  -que legalmente no prevé este tipo de gasto, por lo que pudiéramos encontrarnos, además de otros delitos,  ante una figura especial de prevaricación o malversación de caudales  públicos- en los días más  sagrados del cristianismo,  lo  que descubre  la canalla intencionalidad de sus promotores,  emitió un programa,  protagonizado por  una pobre jovencita, ridiculizando a la Virgen María, madre de devocional de todos los católicos, acompañada de dos teloneros  con aspecto de aldeanos  paletos,  sin gracia alguna y ridículos en su tramoya anti religiosa. Estamos ante una burla blasfema, ofensiva contra la Madre espiritual de millones de creyentes, que al margen de su naturaleza delictiva, -aunque otra opinión pueda tener algún juez del nuevo  aggiornamento jurídico- constituye una manifestación blasfema, que por la gente civilizada siempre se consideró signo de ignorancia, marginalidad social y miseria moral.

Esta cultura de la ofensa/gratuita,  de la gamberrada incívica,  de la injuria contra los sentimientos  sagrados de millones de  creyentes de todo el mundo, ya que ahora nada se escapa a la mundiadivulgación de las noticias,  constituye una agresión criminal contra el patrimonio moral de los creyentes, que los poderes públicos vienen obligados, por salud social y exigencia institucional, a prevenir  y  subsidiariamente corregir, y siempre impidiendo que se financie con dinero público. Agresión nunca justificada contra la que cabe el uso del derecho de legítima defensa, pues a nadie se le puede obligar que acepte de manera pastueña y cobarde una agresión a sus sentimientos personales,  a  su patrimonio moral,  y  a su concepción del mundo y de la vida, digna del máximo respetos  como una de las últimas conquistas de las sociedades modernas.

Esta cultura agresiva  contra los sentimientos religiosos de los españoles nada bueno presagia, hace revivir las páginas más dolorosas  de nuestra historia,  que tuvieron su origen en actitudes  semejantes a las que comentamos, pues el mal, como sabemos los que nos hemos dedicado al mundo del Derecho sancionador, si no se le pone  freno y no se corrige, termina por crecer en términos y consecuencias  insospechadas pero nunca buenas para el hombre y la sociedad civilizada.

Se pretende reavivar sentimientos y rencores que, con los nuevos tiempos considerábamos, sino olvidados, cuando menos  superados, y que algunos pretenden resucitar con  paulatina cronicidad, alentada, de muchas formas y maneras,  directa e indirecta,  desde estamentos e  instituciones públicas, con el dinero de todos,  también de las  víctimas, dentro de la ofensiva, quizás la más poderosa, contra el alma de España, nuestra Patria, cuya destrucción se pretende, vaciando su espiritualidad que desde Roma ha constituido su alma colectiva, su esencia como pueblo y sociedad.

 

Antonio Troncoso de Castro.

Comentarios
5 comentarios en “Otra consideración sobre el hecho blasfemo de TV3
  1. La inmensa mayoría del clero catalán son perros mudos en estos temas.A ellos SOLO les interesa que todo se haga en catalán y la adoración del dios NAZIÓ.Lo demás,les importa una hija.

  2. Dejando de lado el hecho odioso, del que no quiero añadir nada (para no ofender a las dignísimas madres de algunas personas, que no tienen culpa alguna), siempre (como liberal económico estricto que soy) qué pinta el Estado teniendo radios, televisiones y otros organismos de manipulación y desinformación (como el CIS, la agencia EFE y otros).

  3. Si en el alma del pueblo catalán no hubiera tanto odio y tanta baba, la crítica contra estos delincuentes no quedaría impune. ¿Que dice el clero catalán? Muertos. Precisamente ellos desde el púlpito pueden causar un malestar grande en esa emisora y en sus dueño o lo que sean y un día si y otro también, en las homilías, recordar que una canalla estúpida y cretina, no sabe otra cosa ni tiene talento para otra cosa que no sea el insulto gratuito a los católicos. Estos babosos, solo tiene agallas para meterse con los católicos. ¿Se atreverian a insultar a los musulmanes?

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