| 25 septiembre, 2023

Un escritor y héroe francés, Charles Péguy, caído en el campo
de batalla en la Primera Guerra Mundial al frente de sus soldados escribió duras
palabras, acerca del dinero puesto en lugar de Dios: “
El mundo moderno es completamente prostibulario, porque es universalmente intercambiable. Su
envilecimiento proviene de que ha considerado como negociables ciertos valores que el
mundo antiguo y el mundo cristiano consideraban como no negociables
”.Ya Jesús nos advierte: “Nadie puede servir a dos señores:
porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al
otro. No podéis servir a Dios y al Dinero” (Mateo, 6, 24).
Péguy escribe su acusación hace más de un siglo, sin imaginar
el alquiler de vientres, la venta de embriones o su utilización para productos
farmacéuticos, la venta de fetos abortados, su utilización para vacunas o cosméticos, la
venta de órganos, la compra de votos en las elecciones mediante dinero o verdaderas
permutas intercambiados por heladeras, cocinas, televisores y otros
electrodomésticos, la promoción oficial del juego y las apuestas, los negocios y
negociados con la venta de jugadores, en especial de fútbol, etcétera.
Y acotamos nuestro comentario a Occidente, a Europa y
América, en especial, por entender que África y Asia, el gran prostíbulo encuentra más
resistencia; aunque China, lugar en el cual mejor se practica la doctrina social de la
Iglesia, según afirmó, después de visitarla, un obispo argentino, la tiranía gobernante, a
espaldas del pueblo, reúne y utiliza al capitalismo y al comunismo para desfigurar a ese
inmenso país, hasta que, en él, todo estalle. Será la hora de Confucio, de la
recuperación de una milenaria tradición y de la Iglesia clandestina.
Hace pocos días nos enteramos de otra actitud ejemplar de
Novak Djokovic al denunciar que el deporte se ha convertido en un negocio a través de
un nuevo mercado que observa en París “donde hay casas de apuestas en cada
esquina, como antiguamente panaderías”, En uno de sus monólogos, el gran tenista no
hablaba de sus victorias ni del ambiente en Nueva York, hablaba de las casas de
apuestas y del Estado permisivo… Lo suficiente para que sus palabras no fueran
transmitidas… Pero además las casas de apuestas están en los televisores… Es la forma
más rápida de ganar dinero”. El Estado no regula la cuestión para encontrar un modelo
aceptable para la sociedad, la juventud y el deporte. Y piensa en el mañana:
“Necesitamos preguntarnos en qué tipo de entorno crecerán nuestros hijos.
Deberíamos hablar de ello para no convertirlo en un tema tabú”.
Hace poco más de medio siglo escribimos a petición de los
Dres. José Rufino Lastra y Aníbal Braga Menéndez, director y subdirector de
“Jurisprudencia Argentina”, un editorial titulado “Injusticia de la promoción del juego”
en el cual denunciamos la difusión del juego oficializado como una nueva forma de
recaudar fondos para las arcas del Estado, los cuales, según sus promotores volverán al
pueblo a través de justas distribuciones.
Prode, casinos por doquier, quiniela en Córdoba y
próximamente la tómbola, se agregan a la lotería y a las carreras de caballos. Ese
fue el comienzo; en el medio siglo transcurrido todo esto se ha extendido casi hasta el infinito,
y como resultado, el país hoy, es un gran garito.
En aquellos tiempos, la policía había detenido a los
organizadores de unas carreras de galgos y hasta algunos de los perros participantes.
Pero si el poder público las oficializa, escribimos entonces, esas carreras serán buenas
y sus organizadores serán premiados, como promotores de un juego más.
Pero hoy, ante esta situación que nos asquea, ante una
batalla entre economicismos de distinto signo, que todo lo transforman en negociable,
debemos afirmar lo moral y lo político por encima de lo económico, recuperar el valor
de la gratuidad, porque como sostiene Saint-Exupéry, solo se adquiere en forma
irrevocable lo que se da; debemos recuperar la primacía de los bienes comunes,
porque como enseña Santo Tomás de Aquino, el hombre no es bueno si no está a
ajustado al bien común, debemos darle el lugar hoy perdido a la virtud de liberalidad,
anexa a la justicia, por la cual doy a otro de lo que es mío; si esto no lo podemos
realizar en grandes dimensiones, comencemos a practicarlo en los ámbitos más
próximos: la familia, la escuela, la universidad, la empresa, la organización profesional.
Porque solo transitando ese camino pondremos al dinero y a
las cosas económicas en el lugar subordinado que les corresponde, podremos
liberarnos de su tiranía y volver a tener un ámbito humano fuera del comercio. Que
Dios nos ayude.
Bernardino Montejano
Todo lo que sirva para que la gente conozca a ese grande,grande,grande,que fue Peguy,bienvenido sea.
Animo a todos a leer su trilogía de la Esperanza.Pocas veces se habrá escrito más líricamente…,¡en prosa!
Hasta su trágica peripecia vital es todo un ejemplo de ese «esperar contra toda esperanza» en el que todos,de una forma u otra,hemos de vivira.