Todo el mundo coincide en que el obispo de Lérida es una muy buena persona. Y al que le ha caído un marrón que excede con mucho su capacidad y su voluntad. Ha publicado una notita sobre la aparición de esteladas y lazos amarillos en sus iglesias que está bien y mal. Antoninus Pius le reconoce aspectos positivos en un artículo más bien benévolo en Germinans.
http://germinansgerminabit.blogspot.com.es/2018/03/la-nota-del-obispado-de-lerida-sobre.html
Yo también aunque con menos entusiasmos.
Don Salvador, de cuya bondad personal nadie tiene la menor duda, está leguas por encima de su antecesor, también valenciano, Piris, que fue una calamidad y que le ha dejado muy embarrada la diócesis. Y ha tenido una manifestación heroiquita ante una vergüenza manifiesta que se le debe reconocer sobre todo en persona que por su talante, digamos si se quiere tarannà, no es precisamente de barricadas. Y vale. Un obispo tampoco debe ser el guerrero del antifaz.
Es el primero, que yo sepa, de los obispos catalanes que reprueba en sus iglesias unos símbolos que no son religiosos sino políticos y que rompen la unidad eclesial. En eso, de sobresaliente aunque la voz sea bajita como lo es él. Estoy seguro de que hay otros obispos de Cataluña, posiblemente la mayoría, que comparten su pensamiento. Pero están callados como… lo que quieran. Don Salvador ha hablado.
Y también quiero hacer aquí mención de otro obispo de Cataluña, este posiblemente más identificado con el prusés, y también buena persona, que ante una petición de una mínima parte de sus fieles, no llegaban a mil, que le reclamaban posiciones políticas, actuó como debía.
Pues algo se va logrando.
¿Algo que reprocharle a Don Salvador, una vez reconocido su gesto? Pues también. Esas muestras de división en sus iglesias, en las que lo hayan sido, no es cosa del obispado de Lérida. Que más bien lo rechaza. Pues muy bien aunque poco. Porque son sus iglesias. Sobre las que él tiene jurisdicción y mando. La jurisdicción nadie la discute, el mando lo estamos esperando.
La situación es compleja y nada fácil. Hasta es posible que el obispo haya hecho todo lo que podía hacer. Desde la comodidad de su casa y sin riesgo alguno se puede sentir alguien Napoleón y ofrecer batallas virtuales sin soldados para ganarlas y sin estrategias para conseguirlas. Creo que siempre me he mostrado ajeno a eso.
Así que me limito a felicitar al obispo de Lérida por lo que ha hecho, a desear que otros lo imiten y que la Iglesia de Cataluña sea una Iglesia y no un muladar político.
Que un obispo sea bondadoso es casi obligatorio.Quiero prelados que manden, que dejen de mirar hacia otro lado y que usen el báculo para dos cosas: para lucirlo y para aplastar sin compasión a los enemigos interiores de la Iglesia.Ese es su trabajo y no lo hacen y les pagamos para ello y se hacen los suecos y estamos empezando a hartarnos de obispos buenos que no hacen nada bueno.
A mi me parece bien la actuación del obispo de Lérida, que es la que corresponde a cualquier obispo como actuación de puro trámite rutinario. El pedirle actuaciones más enérgicas se debe a que la situación se ha pervertido hasta extremos tan sectarios y de tal necedad, que son desconocidos en España incluso en el régimen anterior en el que he conocido nada semejante en el interior de las iglesias durante el Régimen anterior, por parte del Carlismo o la Falange y por supuesto ni los sacerdotes lo permitían. Eso explica en buena parte, que el catolicismo en España está en trance de desaparecer y no sería extraño que sustituido por un Islam en su faceta extremista que se toca en los métodos con el soviético y el nazi.