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En el número 800 de la revista navarra Siempre P’Alante

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Donde tantas veces han aparecido artículos míos.

El próximo número será el 800 de esa humilde revista quincenal navarra que se ha expandido fuera de las fronteras de esa región. Obra de un sacerdote más que notable y queridísimo amigo, al que he enviado con tal motivo el siguiente artículo. Que traigo al Blog.

El número 800 de Siempre P’Alante

Me parece un record extraordinario que una revista que desde su nacimiento tuvo que navegar contra viento y marea, más bien continuas galernas cantábricas, haya llegado a sacar ochocientos números. Eso se debe sobre todo a la tenacidad de un sacerdote navarro, Don José Ignacio Dallo, que más que navarro, lo es de pura cepa, parece aragonés. Porque él, como creo que se dice en la región hermana y vecina, no rebla. Y no es que no quiera, que en algunas difíciles situaciones tal vez haya tenido la tentación. Es que no sabe. Porque lo de claudicar no es lo suyo. Gracias a Dios.

Está también la fidelidad de unos suscriptores, no pocos ya en el Cielo porque los años no pasan en balde, que en días muy complicados recibían la revista como el pan que alimentaba su fe y sus fidelidades. Y que Dallo hizo que rebasaran con mucho las fronteras de Navarra. Claro que eran necesarios para que la revista pudiera seguir pero en mi opinión, y creo que hablo de lo que sé, el alma de todo era el cura. Por otra parte nada común.

Con notabilísimas condiciones personales. Era, es, alto. Con lo que enseguida se le veía. Recio, con anchas espaldas sobre las que cargaba las cruz, las cruces, tantas, como le llegaron. Y dando una impresión, otra característica de su personalidad, de que las llevaba como leve pluma aunque el alma no pocas veces llorara. Simpático, cordial, acogedor aunque repeliera cualquier pastelerismo. Inteligente, con una formación académica entre las mejores, con notable formación musical y latinista, excelente predicador y hasta orador sagrado. Un mirlo blanco.

Tuvo que sufrir, y no desdigo la palabra, a tres arzobispos que no le entendieron, no quisieron entenderle, y le masacraron. Pero dieron en yunque porque Dallo lo es. Con una añadidura. Era por oposición catedrático de Instituto y sus lentejas, judías pintas o menestras no dependían del obispo. Ni espárragos navarros. Que tantos hemos disfrutado con aquellos queridísimos amigos. Nunca se me olvidará aquello de los de abril para mí, los de mayo para el amo y los de junio para ninguno. Qué ceguera la de los tres arzobispos desaprovechando a un sacerdote más que notable. Que algunas dificultades tendría porque toda persona excepcional las tiene. Pero que desconocieron el papel episcopal de padres y la hoy tan mencionada y sin embargo tan  desconocida misericordia.

Mi nombre ha aparecido muchísimas veces en el Siempre P’Alante que tan mío considero. Si sale, una vez más, en el glorioso número ochocientos sólo puedo considerarlo un honor.

Queridísimo, admiradísimo y en alguna ocasión algo enfadado conmigo José Ignacio. Con enorme afecto y mayor reconocimiento por lo que has hecho, por lo que haces, un grandísimo abrazo.

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Comentarios
5 comentarios en “En el número 800 de la revista navarra Siempre P’Alante
  1. Gracias a usted, y al Padre don Jesús CALVO, he podido conocer esta excelente revista, y a este extraordinario Sacerdote, creo que es Canónigo, un auténtico Monseñor.
    Para mi es un honor leer esta estupenda revista, de la que tanto aprendo.
    Solamente desearles larga vida, a los 3, a don José de la Cigoña, al Reverendo Monseñor, y a la revista.
    Bueno, en realidad a los cuatro, incluido el Padre don Jesús CALVO.
    Cordiales saludos.

  2. Gracias a este post he conocido el Siempre P Alante.
    El que no lo haya leído que lo busque en la web. Es un milagro que exista algo así.
    Pep

  3. También mi felicitación de D. José Ignacio Dallo por la increíble hazaña de que el Siempre P’alante haya llegado a los ochocientos números. Y eso frente a incomprensiones y maniobras torticeras de todo tipo. Cuando parece que la verdadera Navarra está casi desaparecida, él es un verdadero navarro, ejemplo para quienes quieran saber cómo era la España más verdaderamente católica.

  4. El sacerdote D. José Ignacio Dallo Larequi es simplemente un sacerdote solamente católico sin interconfesionalizar ni pizca. A los también seglares católicos, solo católicos, suelen llamarnos ultras o fanáticos o inmovilistas u obstinados o faltos de caridad porque hogaño caridad quiere decir gozar del amor indiscriminado.
    Incluso nos dicen cismáticos, menos mal que no heréticos probablemente porque todas las herejías están permitidas y tratadas como el último grito teosófico hasta en templos que solo fueron católicos y ahora son salones multiusos supuestamente religiosos, por clérigos desacralizados que se han pasado a la pastoral de curas que ya no se tienen por sacerdotes sino que se consideran presidentes párrocos de comunidades cada día más exiguas.
    Y sin embargo sabemos que «Quien persevere hasta el final, ese sera salvo». Por más novelerías que se inventen los vaticanistas conciliares. esa es la cosa. Si se asegura que «Dios perdona a todos, perdona siempre y lo perdona todo» ya no hacen falta sacerdotes que se pasan a pastores, ni obispos indiferenciados indistintos, ni siquiera obispo-papa de Roma. ¿Qué objeto tienen? ¿Solo aparentar y disertar de sus pareceres?
    Los católicos solo católicos queremos y veneramos a nuestros sacerdotes sin impregnación interconfesional de la interreligiosidad. Los defenderemos a capa y espada porque es nuestro derecho y son los nuestros.
    Desde que en tiempos del obispo Cirarda fue maltratado y marginado D. José Ignacio Dallo por oponerse a las llamadas Comfesiones o Penitencias Colectivas con supuesto valor de Sacramento Litúrgico, ha corrido mucha agua no potable por el rio Arga y el Tiber y el Jordán con una tremenda descomposición de la Fe y Moral católica hasta llegar a la presente desbandada y perplejidad SACRAMENTAL aunque siga recitándose el CREDO Católico formulista , aunque no parece que por mucho tiempo más.
    Es toda una historia de decadencia de la sobrenaturaldad que implica la Religión Católica confesada y vivida cada día, única verdadera de la Iglesia de proclamación y de hecho y que en estos nuestros días suena casi a blasfemia confesarla, por contraria e incompatible al Ecumenismo Interconfesional.
    En esa actitud de fortaleza navarra de ánimo, ha permanecido fidelísimo este sacerdote solamente católico y por eso marginado de misión eclesiástica parroquial por sus arzobispos conciliaristas, aunque su sacerdocio y apostolado queda grabado en letras de oro en la revista Siempre P´Alante. Que el Señor le pague su honradez y su veracidad en palabras y hechos de sacerdote consagrado en el Sacramento del Orden Sagrado.

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