| 03 julio, 2015
Un amigo que estuvo en la fiesta de la nunciatura me dijo haber oído rumores nuevos sobre futuros nombramientos. Y eran los siguientes. El secretario y portavoz de la CEE a Jaén, conservando secretaría y portavocía. García Beltrán a una archidiócesis vecinísima con lo que ello implicaría. Y que un obispo del sur está alegando razones familiares salmantinas para que le den Burgos. Pobre Burgos.
No tiene ello más fundamento que el de comentarse en algún corrillo y haberlo oído. Lo que sea se sabrá si sale. Y si no sale pues un rumor más de los muchos que circulan.
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Rumores, rumores y más rumores que a nada conducen. No considero bueno que este blog se haga eco de tales cosas.
De momento, la realidad es la que es: en Burgos está de obispo Gil Hellín, en Granada, Martínez Fernández, y Ginés García y Adolfo González son los obispos de Guadix y Almería. Considero muy probable que el primero vaya a una diócesis mayor (que no más «importante»), máxime teniendo en cuenta que en los próximos años habrá un importante movimiento de obispos (sobre todo en el bienio 2019-2020, en que renunciarán los arzobispos de Toledo, Tarragona, Zaragoza, Madrid, Valencia y Sevilla). Pero nada más.
Se dice por Añastro que un conocido vicario episcopal de Málaga será nombrado obispo en unos meses. Inesperadamente, pero cierto. Y no tiene nombre de marca de coche. Más bien de arcángel.
Las buenas amistades con ciertas personas influyentes de la Curia en Roma hacen milagros.
Lo que le faltaba al episcopado español. El portavoz de la CEE, defensor de blasfemos. Hemos perdido el norte.
Y si monseñor García Beltrán es nombrado arzobispo de Granada, ¿Quién le sucedería en Guadix?
Tiempo ha se temía que la diócesis más antigua de España fuese absorbida por la sede metropolitana. ¿Entonces don Ginés Ramón se sucedería a sí mismo (en Guadix)? ¿Y cuál sería el nuevo destino del actual arzobispo de Granada?
Indudablemente es don Bernardo Álvarez Afonso, obispo de Tenerife. Ahora mismo ningún otro obispo que rija diócesis españolas lleva el nombre del santo abad de Claraval. Lo que no sabemos es para qué diócesis se lo pide preconciliar.
Burgos se la pide Casimiro.
Cigüeña, los nombramientos personales de obispos
entran en la categoría de lo «anecdótico»,
tomado este término como «Suceso circunstancial o irrelevante» (RAE).
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Lo sencial del nombramiento episcopal
es actuar sucesión apostólica en la Iglesia,
como lo esencial de la elección del papa
es actuazar la sucesión del ministerio petrino.
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En ambos casos, de forma distinta pero complementaria,
el punto central es la confirmación de la fe católica
transmitida en la Iglesia ininterrumpidamente
desde los Apóstoles
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El papa jesuita ha banalizado
el ministerio petrino desde el comienzo de su pontificado.
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1-Tuvo la «gran ocurrencia» de utilizar a un
papparazi y a la desprestigiada revista de los
jesuitas,»La Civiltà Cattolica»
para comenzar su ministerio.
El Cañonazo de Porta Pinziana,
sustituye a las campanas de san Pedro,
en el nuevo rito bergogliano.
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2- Descaradamente y con hipócrita desfachatez
se puso a socavar la continuidad del magisterio pontificio,
en temas de matrimonio y sexualidad,
que estaban ya formalmente establecidos
por Juan Pablo II y Benedicto XVI,
y explicados con toda claridad en el Catecismo,
tomando abierta posición en respaldo de
la propuesta rupturista de Kasper.
Kasperazo sinodal con la fortísima
reacción eclesial contraria a esa ruptura.
Se abre el gran lío y el hostipal de campo.
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3- Despues del interludio gris de la «Evangelii gaudium»,
nos suelta el tomatazo de la Laudata sia,
que logra para la Iglesia de Jesucristo
el liderato en «el cuidado de la casa común»,
a costa de una larvada renuncia a lo esencial
del anuncio del Evangelio: Jesucristo es Señor
para gloria de Dios Padre. Los gemidos de la creación
son gritos de la maldad del pecado, del cual
el Hijo de Dios nos ha redimido.
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El papa jesuita está actuando como aventurero irresponsable.
Dificilmente puede confirmar a los fieles en la fe de la Iglesia.
Y esto parece que ni lo entiende ni le importa.
Venga aplausos y fanfarria mediática.
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Hay un descarte social injusto, sí.
Pero más injusto y dañino es
*el descarte de la Verdad doctrinal,
*la prevaricación magisterial y la rupturacon la tradición eclesial,
*la renuncia a defender la identidad específica del cristianismo
frente a propuestas religiosas y naturalistas variopintas.
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Si en todo esto tenemos al papa jesuita
como «Gran Maestre»
¿Qué pueden hacer los pobres obispos?
O sea, que al de Almería le encantaría que le dieran Burgos. Y que el de Guadix va a Granada. Ni chicha ni limoná. Yo me pido de obispo a don Bernardo. Adivina, adivinanza. Yno es Bernardo Schuster, por supuesto.