Tengo enorme admiración, y veneración, por San Ignacio de Loyola. Uno de los santos más gloriosos de nuestra Santa Madre Iglesia. Todo lo que se haga en su memoria y en su culto no es que me parezca bien, es que lo encuentro escaso.
Manresa fue una etapa decisiva en su vida de santidad y justo es que se recuerde aquello cuanto se pueda y más. Muy bien todo. Y que treinta y cinco personas, 35, quieran honrar su fiesta con una caminata nocturna a la santa cueva. Mi felicitación a todos los participantes. Y mi deseo que les aproveche mucho espiritualmente.
Pero eso es una ridiculez de noticia. Casi tantos, en algún día veraniego 24 y alguno más, nos reunimos como familia en la misa dominical de nuestra aldea. Me quedaría asombrado si un medio se hiciera eco de ello y que otro, de más relevancia eclesial, lo recogiera. Eso no es nada y sólo indica que esa caminata, de momento, es absolutamente irrelevante. Dios quiera que en años sucesivos puedan contarse por centenares y hasta millares.
Y ya lo que me parece de aurora boreal es que los caminantes, o peregrinos, treinta y cinco, en una marcha nocturna puedan admirar el paisaje de la ruta. Bastante harán con mirar a sus pies para no darse un tropezón.
Seguro que San Ignacio verá con gozo a esos treinta y cinco y les bendecirá desde el cielo. Pero tampoco es cosa de exagerar.
http://www.regio7.cat/manresa/2017/07/29/35-persones-segueixen-petjada-sant/427053.html#
Los jesuitas han convertido el complejo de Manresa en una especie de centro zen new age. Repulsivo.
Pues ná. Otra noticia de relleno de las que echan mano los medios cada vez que vienen las épocas de estío, que es cuando menos acontecimientos resaltables hay.
Una anécdota jesuítica-catecumenal. Se cuenta que al P. Arrupe le invitaron los neocatecumenales a una cena y, antes de la misma, se pusieron a cantar repetidamente y a hacer oraciones. El P. Arrupe ante esta larga experiencia «oracional» y viendo lo normalito de las viandas exclamó: «pues tampoco es para tanto». Efectivamente es posible que dijera algo parecido ante esta noticia.
Por lo que leo en ese medio local y en las rrss del Ayuntamiento de Manresa, se trata de una iniciativa de dicho ayuntamiento, con motivo de las fiestas de San Ignacio de Loyola, aunque no es un acto religioso. No creo que haya que darle mayor importancia. El ayuntamiento convoca una caminata nocturna, que requiere inscripción, y se agotan las 35 plazas.
Pero no llevan burro, como San Ignacio camino de Manresa. No es pequeño inconveniente si uno desea identificarse con el santo exsoldado de Loyola, dado que –como él mismo cuenta– fue el trotecillo providencial de su pollino el que salvó «in extremis» a un moro de Pedrola de morir acuchillado por el celo ignaciano herido, pues el mahometano se había atrevido a dudar en su presencia de la perpetua virginidad de María. Espero que éstos no acierten a cruzarse por esas tierras con la monja trabucaire Caram. Porque sin burro…