| 03 septiembre, 2017
Así como hemos recogido lo primero lo hacemos también con el desmentido del arzobispado.
Uno comenta lo que lee. Si después se acredita que lo leído no respondía a la realidad pues lo recogemos también sin el menor problema.
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http://www.revistaecclesia.com/no-verdad-puigdemont-amonestara-al-cardenal-omella/
Si Omella desmiente algo que ocurrió, mejor que haga las maletas y se vaya a su tierra.
Querido don Paco Pepe. Muchas gracias por sus palabras. Algo tienen que ver en la recuperación del climax de la condición, aunque el asunto va para largo. Me alegré con sus bodas de plata recientes. Que el Señor les colme, a su encantadora esposa y a usted, de bendiciones y gracias.
Atarazanas: Veo con gran alegría su recuperación del arrechucho pasado y su vuelta al Blog, que se siente honradísimo con su presencia que une valentía y seny. Pues aquí queda su participación a la que añado que tengo gran consideración por su criterio.
Don Paco Pepe, lo que diga el servicio de prensa del arzobispado de Barcelona, en manos de secesionistas irredentos, tiene menos credibilidad que el desmentido de la CIA y los avisos a los mossos. Ya sabe, aunque el comunicado de la CIA hablaba de la Rambla, no especificaba ni el día, ni la hora, ni si era furgoneta, furgón o trailer, ni el sujeto que conducía el móvil. Un comunicado así, con tantas deficiencias, no es creíble afirman los secesionistas. Lo mismo pasa con el comunicado del arzobispado. Hay que salir y echarle un capotazo a Puigdemont. Hay que decir que existen relaciones cordiales entre Puigdemont y la Iglesia. Hay que apagar ese fuego. Ya estaban tardando demasiado reclamaban desde la Generalidad. Y, fieles al dios nacionalista, los secesionistas del servicio de prensa han evacuado una nota que no sólo contiene faltas de ortografía, sino medias verdades. No fue en la sacristía, sino en la entrada, apunto como pista.
Se bajó los pantalones Novell, se los ha bajado Omella. Los perdió presuroso el arzobispo Pujol. Aquí la gallardía evangélica brilla por su ausencia.
Antonio: Usted puede pensar lo que le dé la gana que eso es cosa suya. Pero no tiene el menor derecho a señalarme lo que debo hacer. Aunque usted se lo crea. Yo no publico noticias. Simplemente comento noticias publicadas. ¿Me va a negar ese derecho? Y si me lo negara fácilmente comprenderá lo que me importaría su negación. No puedo, creo que también fácilmente lo comprenderá, comprobar si la noticia comentada responde a la verdad o no. Se publicó y yo la comento. Si luego se acredita que es falsa, lo manifiesto inmediatamente con lo que deja de tener el menor valor, si alguno tuviere, mi comentario. Creo que es un modo honestísimo de proceder. Y no puedo tener otro. ¿O es que se cree usted que puedo llamar a Puigdemont para preguntarle si abroncó a Omella o a Omella si fue abroncado? ¿Cree que si les llamo por teléfono se me pondrían para darme las explicaciones procedentes?
Las noticias falsas son los interesados quienes tienen que desmentirlas. No yo que no fui quien la publiqué.
¿Le queda clarito?
«Uno comenta lo que lee». Pues no Sr. Francisco, uno antes de comentar debe informarse de si lo que lee es cierto. El daño de ciertas críticas a veces no se puede reparar.