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No has buscado ni a sabios ni a ricos

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NO HAS BUSCADO NI A SABIOS NI A RICOS
Buenos Aires, marzo 2 de 2016.
Señor Párroco de la Iglesia Nuestra Señora de Luján
Pbro. Martín Bracht
Presente.
Ya hemos hablado personalmente acerca del tema, y Ud., sin ningún argumento, me dijo que la cantaba porque como no tenía buen oído, la podía
entonar porque era “pegadiza”.
Como el último feligrés de la Parroquia me apenó que el día 26 de febrero Ud. entonara el canto de “Pescador de hombres”, seguido de una
feligresía que no tiene idea de su perverso contenido, con lo cual lo considero con dolor un irresponsable o un mentiroso, propagandista de los errores que
paso a denunciar.
En primer lugar, Reverendo, Cristo llama a todos los hombres, a los sabios y a los brutos, a los ricos y a los pobres; no efectúa esa discriminación
injusta, propia de resentidos, que Ud. contribuye a difundir.
Empecemos con los sabios. Mucho antes de su vida pública Jesús los busca, cuando sus padres ansiosos lo encuentran sentado en medio de los
maestros y “todos los que lo oían estaban maravillados por su inteligencia y sus respuestas” (Lucas, I, 47). ¿Qué significa la parábola de los talentos?
Quien recibe cinco y devuelve otras tantos, o sea en primer lugar más inteligencia, más dones, ellamado “siervo bueno y fiel, en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré”. Lo mismo sucede con quien recibe dos y lo devuelve doblado. En cambio el que recibe la mitad de lo anterior, y lo entierra, al más bruto incapaz hasta de hacer un plazo fijo en un Banco y restituir lo recibido más sus intereses, el Señor lo llama “siervo inútil” y su destino son las “tinieblas de
fuera” (Mateo, 25, 20, 21, 30).
Cristo busca a un gran sabio como Gamaliel, nieto del famoso Hillel, quien durante décadas enseña en Jerusalén y de quien son aquéllas palabras
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célebres recogidas por los Hechos de los Apóstoles: “desistid de meteros con esos hombres; pues si proviene de hombres esa empresa o esa obra, se
disolverá, pero si proviene de Dios, no podréis disolverla” (5, 38/39).Poco tiempo después ese sabio, hombre recto, maestro de San Pablo,
buscado por Cristo, según algunos, abraza en forma secreta el cristianismo y muere nueve años después de Jesús.
Vamos ahora con los ricos. No negará, Reverendo, que Cristo busca al joven rico, pues el episodio se encuentra en los tres sinópticos: “Ven y
sígueme” (Mateo 19, 16/22)  “solo quieres que yo te siga” canta “Pescador de
hombres” pero este joven no está incluido. Según Marcos: “Jesús, fijando en él la mirada, lo amó y le dijo… ven y sígueme” (10, 17/22). Lucas relata el
final del asunto: el rechazo a la convocatoria: “se puso muy triste, porque era muy rico” (18, 18/23).
Continuemos con Mateo, o Leví, el de Alfeo, sentado en su despacho de cobrador de impuestos, a quien Jesús le dice: “Sígueme. Él se levantó y lo
siguió” (Mateo, 9, 9; Marcos, 2/14). Lucas agrega algo interesante: “un publicano llamado Leví, le ofreció en su casa un gran banquete… y ante la
pregunta de los hipócritas ¿por qué coméis con los publicanos y pecadores? Les responde Jesús: “No necesitan médicos los sanos, sino los que están mal.
No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores” (5, 27, 29, 32). Los publicanos eran muy ricos, además de cipayos, porque participan
en el cobro de los impuestos de los ocupantes, de los cuales se quedan con una parte y muchos de ellos incluso prepotentes y ladrones.
Pero, también Jesús lo busca a Zaqueo, “jefe de los publicanos y rico”, y nos dice, refutando por anticipado la letra del cantito imbécil: “Hoy ha
llegado también la salvación a esta casa, porque también este es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba
perdido” (Lucas, 19, 1/10). Busca al más rico, porque no discrimina en orden a la salvación.
En el momento más triste, Jesús muerto, abandonado por casi todos los apóstoles, nos dice San Mateo: “Al atardecer vino un hombre rico de
Arimatea, llamado José, que se había hecho discípulo de Jesús. Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Entonces, Pilato dio orden de que se lo
entregaran” (27, 57/58). Como se reza en un Via Crucis, “José de Arimatea era rico, pero las riquezas no poseían a José de Arimatea”.
Marcos agrega un juicio valorativo: José de Arimatea, miembro respetable del Sanedrín, que esperaba también el Reino de Dios, tuvo la
valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús” (15, 42/43). Juan agrega en su Evangelio: “fue también Nicodemo, aquél que
anteriormente había ido a verlo de noche” (19, 39). Cabe agregar que éste también integra el Sanedrín en la Cámara de los Ancianos.
O sea son dos hombres ricos, con cierto poder y nombradía, que no
solo responden a la búsqueda de Cristo, sino que no la abandonan ni siquiera
muerto.
Ahora consideremos un error gravísimo en el cantito que Ud. promueve: “Tú, necesitas mis manos”; Dios no necesita mis manos, mis
brazos, ni mi inteligencia. Le contesto con un texto de San Ireneo, que se encuentra en laLiturgia de las Horas, que Ud. leerá y meditará todos los días,
correspondiente al sábado después de Ceniza: “Si nos mandó servirlo no es porque necesite de nuestros servicios, sino para que nosotros alcancemos así
la salvación… Dios no necesita de nadie, el hombre en cambio, necesita de lcomunión con Dios” (Contra las herejías”.
Finalmente, “en mi barca no hay oro ni espadas”; Ud. sabe que a veces la espada abre el camino a la Cruz. Esto huele a indigenismo resentido. Le
contesto con Pío XII, respecto al descubrimiento y colonización de nuestra América: «Era la hora de Dios, cuando en la cofa más alta de la nave
campeaba siempre una cruz, y cuando junto al descubridor no faltaba nunca el misionero” (17/11/1955).
Por todo esto le pido que no se haga el otario, que me conteste si tiene algún argumento, y si no lo tiene que retire el cantito n° 100, del Cancionero
de la Parroquia.
Si en un plazo razonable no tengo respuesta haré de esta una carta pública y se la enviaré a muchos. En ese “año de la misericordia”, más en
plena Cuaresma, una de sus obras es enseñar al que no sabe.
Reciba mis cordiales saludos
Bernardino Montejano
Comentarios
11 comentarios en “No has buscado ni a sabios ni a ricos
  1. Vale, la canción en sí es mala y tirando a cursi (algo que, por cierto, no nos vino tras el concilio, si uno ve los Catecismos de los años 50 le entran ganas de vomitar ante lo hortera de los dibujitos, todos llenos de mejillas sonrosadas y sonrisas beatíficas), pero de ahí a calificarla de «perversa»…pues como que no. Y sí, a Juan Pablo II le gustaba mucho.

  2. Fulgencio ha dicho esto : «No has buscado ni a sabios ni a ricos, se puede traducir por no me llamaste a mí por sabio o por rico, sólo quieres mi amor. En fin, que se le pueden sacar tres pies al gato si se quiere» Estoy muy de acuerdo con Fulgencio.
    A mi la canción no me encanta. Nada. Prefiero que no canten nada o si hay que poner música que pongan algo de Bach o de Hendel. Ahora bien, hacer un estudio profundísimo sobre trozos del Evangelio en que se demuestra que Jesús buscó a sabios para algo, me parece sacar las cosas de quicio. Yo creo que no se debe ver en esta cancioncilla más que una manera sencillita de decir que Jesús quiere mi Amor y me brinda su Amor en tanto en cuanto soy su Hijo aunque sea pobre ( en dinero o en poder humano o en salud o en equilibrio psíquico o en amistades) o sea rico. Porque, si se mira con detalle, todos somos pobres. Unos porque son ignorantes, otros porque no tienen paz interior, otros porque tienen problemas familiares graves, otros porque tienen soledad. La canción no me gusta, pero de ahí a decir que es pura Teología de la Liberación o que cuando dice «Tú necesitas mis manos » es un error terrible y que se lea a San Irineo, hay un abismo. Yo esa frase la interpreto como «Yo quiero que tengas tu corazón abierto a mi Amor y a mi Evangelio, quiero que te dejes querer por Mi » Todo se puede mirar de mil maneras. Esta canción no me gusta, pero no la veo como la ve Bernardino MONTEJANO. No veo por ningún lado indigenismo resentido. Veo una cancioncilla de muy baja calidad musical y con 5-6 frases sin malicia ninguna

  3. Peor fue ver a Osoro y su interminable procesión de pelotas avanzar revestidos a pleno sol por entre un mar seco de sillas vacías, mientras el coro atacaba la estrofa «…por el desierto bajo el soooool…», de Cesáreo Gabaráin. Fue en la clausura diocesana del Sínodo de la Sinodalidad. Una imagen terrible y profética…

  4. Tonterías las justas. Ya vale!! Otras cosas, comportamientos, otras ideas y otros cantos si que son un cáncer en y para la Iglesia. Es un canto popular. A quien no le guste que no lo cante y punto. Lo prefiero mil veces a otros cantos nada litúrgicos y que han intoxicado la liturgia.

  5. Pues a San Juan Pablo II, que sabía bastante español, le encantaba esta canción. Hay vídeos de él cantándola en sus viajes a España

  6. Todavía con ese autor, tu me has mirado a los ojos, no puedo ni pensarlo porque veo al degenerado pensando en un alumno. Así están,

  7. Yo creo que es sacar de quicio la canción. Una canción es al fin y al cabo un poema y como saben los lectores en la poesía se conceden ciertas licencias por mor del estilo lírico. No has buscado ni a sabios ni a ricos, se puede traducir por no me llamaste a mí por sabio o por rico, sólo quieres mi amor. En fin, que se le pueden sacar tres pies al gato si se quiere, pero me parece que esta cuestión sin importancia no merece más comentarios.
    Buen día a todos.

  8. Cesáreo de Garabáin es el autor de ésa y otras ridículas canciones que hemos tenido que soportar durante años.
    Son propias del aire sentimentaloide y afeminado al que ha sido sometida la Iglesia en las últimas décadas.

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