Ni Mas ni Colau en la toma de posesión de Omella

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Me parece indicativo y positivo. Al catalanismo y al perroflautismo no les gusta el nuevo arzobispo. http://www.libertaddigital.com/espana/2015-12-26/artur-mas-planta-a-omella-en-la-misa-de-presentacion-del-arzobispo-1276564508/ No creo que Omella se haya llevado un disgusto por esas ausencias. Hasta es posible que se alegrara. Lo que representa el uno ha dinamitado desde dentro la Iglesia catalana. Lo que la otra es anticlericalismo puro y duro. Pues muy bien que no estuvieran. El progrecatalanismo es ya un cadáver al que sólo falta enterrar. Ojalá sea el nuevo arzobispo su enterrador.  Aunque su pontificado va a ser necesariamente corto, los últimos de aquello desaparecen con velocidad acelerada. Ya hay muchísimos más en el otro mundo o con dodotis que en activo. Y los que todavía permanecen tienen ya en su gran mayoría los días contados. Los muy pocos que no están en puertas de irse se debaten entre la insuficiencia neuronal de un Novell o la consideración de pasarse al disimulo no vayan a poner en riesgo sus lentejas. El arzobispo Vives, a quien tenían por abanderado de su causa y daban, seguramente también el copríncipe, como el triunfador en la sucesión de Barcelona, se ha quedado colgado de la brocha. Y sin alternativa. Porque es mucho más lucido el coprincipado que la archidiócesis de Tarragona. Y arzobispo ya lo es. Si como se dice Taltavull va a ser el gran colaborador de Omella quedan también frustradas las aspiraciones de unos cuantos a ser obispo auxiliar. El nombramiento del aragonés desbarajustó unas ilusiones hoy ya afortunadamente marchitas. Omella tiene ante sí una tarea muy difícil. Recuperar al menos algo una archidiócesis arruinada por una política eclesial suicida en la que lo que más se cotizaba era lo peor. Y además Barcelona arrastraba por su peso al resto de las diócesis al abismo. Pero eso no era obligado. El obispo de Tarrasa ha demostrado que se puede cambiar a mejor. El de Vich hace lo que puede en ese sentido aunque seguramente, de momento, con menos resultado. Tortosa está por ver pero está ya en mejores manos de las que estaba. El de Lérida por ahora es una incógnita aunque me temo, ojalá me equivoque, que natura ha dado poco. Tarragona está ya en sus finales y algo ha mejorado pese a miedos y síndromes de Estocolmo. Del resto mejor no hablar aunque el silencio sobre Solsona con un desastre mental de obispo como el que tiene sea imposible. La opción Omella, una vez descartada la que parecía óptima, es por lo menos esperanzadora que en estos tiempos no es poco. Del arzobispo dependerá que la esperanza llegue a granar. El preinicio y el inicio permiten la esperanza.

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