Ayer, a las 20 horas, despedimos a Don Nicolás y a Don Fernando que marchan a sus nuevos destinos en la archidiocesis haciéndole a la parroquia un roto que no será fácil recomponer. Caná es iglesia de abarrotes pero como el de ayer no lo había visto nunca. Desalojar el templo llevó muchos minutos, a la calle no se llegaba nunca.
Sería interesante conocer el número de comuniones que se repartieron y el montante de la colecta recogida. Seguro que ambas cifras sorprenderian a todos por su magnitud.
Ambos sacerdotes pudieron comprobar lo que sin duda suponían grande pero difícil que creyeran que iba a llegar a tantísimo. Se lo merecían porque los dos fueron óptimos sacerdotes que se ganaron el cariño de toda la parroquia.
Para ellos tuvo que ser un gozo comprobar tan masiva demostración de afecto y gratitud, los cananeos, supongo que empezando or Don Jesús Higueras, imposible no sentir su marcha. Y alguno hasta tal vez piense si no habrá alguien que quiera acabar con la gallina de los huevos de oro.
Personalmente, y habiendo conocido y tratado a no pocos sacerdotes, puedo decir que como estos dos enormes pedazos de cura, escasos más. No les olvidaré mientras viva.
Qué el Señor les cuide y les sonría siempre.
Es justo que estos buenos sacerdotes presten servicio en otros lugares de la Diócesis de Madrid y que se les envíe a barrios pobres donde las Parroquias están casi vacías.
A don Nicolás lo mandan de rector a la UESD, donde ya era vicerrector. A don Fernando lo ascienden a párroco.
He asistido ocasionalmente a misas en Cana y he podido escuchar a estos sacerdotes en algunas ocasiones son magníficos y la parroquia está evidentemente viva a reventar siempre y con una feligresía excelente. Pero más allá de esto mi duda es si tiene sentido valorar estas celebraciones, y otras como las peregrinaciones o las audiencias papales de los miércoles, por si se llena más o menos el lugar donde se celebra el acto. Creo que es un error importa más que el que vaya lo haga bien preparado y realmente interesado en lo que va a participar más allá de que sean 10 100 1000 o millones de personas. Son celebraciones religiosas no conciertos de rock. Por supuesto lo mejor para la parroquia sus feligreses y estos sacerdotes.
Tiene usted, al menos, parte de razón. Pero también es cierto que el Señor dijo que «por sus frutos, los conoceréis». Que una parroquia esté a rebosar de fieles, desde luego, mal indicio no es.
Y el hecho de que a Su Santidad Francisco no vaya a escucharle ni el apuntador, pues qué quiere que le diga… Tampoco es un indicio para despreciar. A mí me parece francamente sintomático.
Recibí ejercicios espirituales de Don Nicolás hace algunos años. E quedó un gran recuerdo. Imagino que será un magnífico rector para San Dámaso.