Muere por coronavirus el primer obispo

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El obispo Moreschi, pastor misionero de una diócesis nueva y pobre en Etiopía, es el primer obispo muerto por coronavirus

Italiano, misionero y salesiano.

https://www.religionenlibertad.com/mundo/111848288/El-primer-obispo-muerto-por-coronavirus-es-un-misionero-que-vio-su-diocesis-multiplicarse-por-12.html

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Angelo Moreschi SDB, era vicario apostólico de Gambella (Etiopía)). Tenía 67 años.

Descanse en paz

 

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  1. 28 de marzo de 2020
    El Obispo Athanasius Schneider comenta sobre el final de la celebración pública de la Misa

    El Obispo Athanasius Schneider acaba de dar una entrevista importante a Diane Montagna, publicada anoche por The Remnant.
    Responde a sus preguntas sobre el cese casi global de la celebración pública de la Misa, y sobre las órdenes dadas a los sacerdotes por muchos obispos de no impartir los sacramentos a los fieles. Habla de todo esto en la perspectiva de las muchas profanaciones de la Sagrada Eucaristía y la falta de fe en la Presencia real que ha invadido la Iglesia durante cincuenta años. No duda en relacionarlo con los anuncios del Apocalipsis. Es un llamamiento a la penitencia y a la fe en este momento de «dictadura sanitaria» .

    ¿Deben los sacerdotes obedecer las órdenes que se les dan y cerrar sus iglesias? No, responde el Obispo Schneider, quien los invita a la «creatividad» para celebrar públicamente la misa, respetando las precauciones higiénicas relacionadas con la epidemia del coronavirus. JS Diane Montagna: Excelencia, ¿Cuál es su impresión general sobre la forma en que la Iglesia maneja la epidemia de coronavirus? Obispo Schneider:

    Tengo la impresión de que la mayoría de los obispos reaccionaron apresuradamente y con pánico al prohibir todas las Misas públicas y, lo que es aún más incomprensible, el cerrar las iglesias.
    Estos obispos reaccionaron más como burócratas civiles que como Pastores. Al centrarse con una demasía exclusiva en las medidas de protección higiénica, perdieron la visión sobrenatural y abandonaron la primacía del bien eterno de las almas.

    La Diócesis de Roma suspendió rápidamente a todas las misas públicas para cumplir con las directrices del gobierno. Los obispos de todo el mundo han tomado medidas similares.
    Los obispos polacos, por otro lado, pidieron que se celebraran más misas para que las reuniones de fieles fueran más pequeñas. ¿Qué opina de la decisión de suspender las misas públicas para evitar la propagación del coronavirus?

    Mientras los supermercados estén abiertos y accesibles y las personas tengan acceso al transporte público, no hay ninguna razón plausible para prohibir que las personas asistan a misa en una iglesia.
    Lo mismo, si no mejor, se podrían garantizar medidas de protección higiénica en las iglesias. Por ejemplo, antes de cada misa, los bancos y las puertas podrían desinfectarse, y todos los que entrasen en la iglesia podrían desinfectarse las manos.
    También se podrían tomar otras medidas similares. Podríamos limitar el número de participantes y aumentar la frecuencia de la celebración de misas. El ejemplo de la visión sobrenatural en tiempos de la epidemia dada por el presidente de Tanzania, John Magufuli, debería inspirarnos. El presidente Magufuli, católico practicante, dijo el domingo 22 de marzo de 2020 (domingo de Laetare): en la Catedral de San Pablo en la capital tanzana de Dodoma: «Me dirijo a vosotros, mis hermanos cristianos e incluso a los musulmanes: No tengáis miedo, no dejéis de reuniros para glorificar a Dios y alabarlo. Por eso, como gobierno, no hemos cerrado iglesias ni mezquitas.
    Al contrario, siempre deben estar abiertas para que la gente pueda buscar refugio en Dios. Las iglesias son lugares donde las personas pueden buscar la verdadera curación, porque ahí es donde reside el Dios verdadero.
    Refiriéndose a la Eucaristía, el presidente Magufuli también dijo estas palabras alentadoras: “El coronavirus no puede sobrevivir en el Cuerpo eucarístico de Cristo; pronto se quemará. Por esta razón no entré en pánico cuando recibí la Sagrada Comunión, porque sabía que con Jesús en la Eucaristía, estoy a salvo. Ahora es el momento de fortalecer nuestra fe en Dios. (El discurso del presidente Magufuli se puede ver en swahili aquí ).

    ¿Cree que un sacerdote actuaría de manera responsable al celebrar una misa privada en presencia de unos pocos fieles laicos, mientras toma las precauciones de salud ?

    Sería responsable, y también meritorio; esto constituiría un acto pastoral auténtico, siempre que el sacerdote tome las precauciones sanitarias necesarias.

    Los sacerdotes están en una posición difícil en esta situación. Algunos buenos sacerdotes son criticados por haber obedecido las instrucciones de su obispo de suspender las misas públicas (mientras continúan celebrando una misa privada).
    Otros buscan formas creativas de escuchar confesiones mientras buscan preservar la salud de las personas. ¿Qué consejo le daría a los sacerdotes para vivir su vocación en estos tiempos difíciles?

    Los sacerdotes deben recordar que por encima de todo sons pastores de almas inmortales. Deben imitar a Cristo, quien dijo: «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. Pero el mercenario, y el que no es pastor, a quien las ovejas no le importan, ve venir al lobo, abandona a las ovejas y huye; y el lobo se deleita y dispersa a las ovejas. El mercenario huye porque es mercenario y no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen pastor, y conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí «(Juan 10, 11-14).
    Si un sacerdote observa todas las precauciones de salud necesarias de manera razonable y muestra discernimiento, no es necesario obedecer las instrucciones de su obispo o del gobierno que le ordena suspender la misa para los fieles.
    Tales directrices son pura ley humana, mientras que la ley suprema en la Iglesia es la salvación de las almas. Los sacerdotes en tal situación deben ser extremadamente creativos para asegurar a los fieles, incluso para un grupo pequeño, la celebración de la Santa Misa y la recepción de los sacramentos. Tal fue el comportamiento pastoral de todos los sacerdotes y mártires confesores en tiempo de las persecuciones.

    ¿Es legítimo para los sacerdotes desafiar la autoridad, en particular la autoridad eclesiástica (por ejemplo, si se ordena a un sacerdote que no vaya a visitar a los enfermos y moribundos)?

    Si una autoridad eclesiástica prohíbe que un sacerdote vaya a visitar a los enfermos y moribundos, no puede ni debe obedecer. Tal prohibición constituye un abuso de poder. Cristo no le dio al obispo el poder de prohibir la visita de los enfermos y moribundos.
    Un verdadero sacerdote hará todo lo posible para visitar a una persona moribunda. Muchos sacerdotes lo hicieron incluso cuando eso significaba poner sus vidas en peligro, ya sea en caso de persecución o en caso de epidemia. Tenemos muchos ejemplos de tales sacerdotes en la historia de la Iglesia.
    San Carlos Borromeo, por ejemplo, dio la sagrada comunión con sus propias manos en la lengua a los moribundos infectados con la peste.
    En nuestro tiempo, tenemos el ejemplo conmovedor y edificante de sacerdotes, especialmente de la región de Bérgamo, en el norte de Italia, que se infectaron y murieron porque cuidaban a fieles moribundos con coronavirus. Un sacerdote de 72 años con coronavirus murió hace unos días en Italia después de abandonar el respirador, que necesitaba para sobrevivir, y permitir que se lo administraran a un paciente más joven. No visitar a los enfermos y moribundos es un comportamiento que es más propio de un mercenario que de un buen pastor.

    Su Excelencia pasó sus primeros años en la iglesia subterránea soviética. ¿Qué punto de vista o perspectiva le gustaría compartir con los fieles laicos que no pueden asistir a Misa y, en algunos casos, ni siquiera pueden pasar un tiempo ante el Santísimo Sacramento porque todas las iglesias de su diócesis están cerradas?
    Animaría a los fieles a hacer frecuentes actos de comunión espiritual. Podrían leer y contemplar las lecturas diarias de la misa y todo el ordo de la misa. Podrían enviar a su santo Ángel Custodio a adorar a Jesucristo en el tabernáculo en su nombre.
    Podrían unirse espiritualmente a todos los cristianos que están en prisión a causa de su fe, a todos los cristianos enfermos y postrados en cama, a todos los cristianos moribundos que se ven privados de los sacramentos. Dios les colmará de muchas gracias en este tiempo de privación temporal de la Santa Misa y del Santísimo Sacramento.

    El Vaticano anunció recientemente que las liturgias de Pascua se celebrarán en ausencia de los fieles. Aclaró además que está estudiando «medios de implementación y participación que respeten las medidas de seguridad implementadas para prevenir la propagación del coronavirus». ¿Cuál es su opinión sobre esta decisión?

    Dada la estricta prohibición de las reuniones masivas por parte de las autoridades del gobierno italiano, es comprensible que el Papa no pueda celebrar las liturgias de la Semana Santa en presencia de un gran número de fieles.
    Creo que el Papa podría celebrar las liturgias de la Semana Santa con dignidad y sin acortarlas, por ejemplo, en la Capilla Sixtina, (como era costumbre de los Papas antes del Concilio Vaticano II), con la participación del clero (cardenales, sacerdotes) y de un grupo selecto de fieles, a quienes se aplicarían de antemano medidas de protección higiénica. No vemos lógico prohibir el fuego nuevo, la bendición del agua y el bautismo durante la Vigilia Pascual, como si estas acciones tuvieran el peligro de propagar un virus.

    Excelencia: ¿Qué revela la gestión de la Iglesia en la epidemia de coronavirus sobre el estado de la Iglesia y en particular de su jerarquía?

    Revela la pérdida de una visión sobrenatural. En las últimas décadas, muchos miembros de la jerarquía de la Iglesia se han visto inmersos principalmente en asuntos seculares, interiores y temporales y, por lo tanto, se han vuelto ciegos ante las realidades sobrenaturales y eternas. Sus ojos están llenos del polvo de las ocupaciones terrenales, como dijo una vez San Gregorio Magno (ver Regula pastoralis II, 7).
    Su reacción ante la epidemia del coronavirus revela que otorgan más importancia al cuerpo mortal que al alma inmortal de los hombres, olvidando las palabras de nuestro Señor: «De qué le aprovecha al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma? »(Marcos 8, 36).

    El cardenal Vincent Nichols declaró recientemente que tendremos una renovada hambre de la Eucaristía después de la desaparición de la epidemia del coronavirus. ¿Está de acuerdo con eso?

    Espero que estas palabras se verifiquen en muchos católicos. Es una experiencia humana común que la privación prolongada de una realidad importante inflama los corazones de las personas que la anhelan. Esto se aplica, por supuesto, a aquéllos que realmente creen y aman la Eucaristía.
    Tal experiencia también ayuda a reflexionar más profundamente sobre el significado y el valor de la Sagrada Eucaristía. Quizás los católicos que estaban tan acostumbrados al Santísimo que llegaron a considerarlo como algo ordinario y común, experimentarán la conversión espiritual y ahora comprenderán y tratarán la Sagrada Eucaristía como extraordinaria y sublime.

    El domingo 15 de marzo, el Papa Francisco fue a rezar ante la imagen de la Salus Populi Romani en Santa Maria Maggiore y ante el milagroso Crucifijo que se encuentra en la iglesia de San Marcelo al Corso. ¿Cree que es importante que los obispos y los cardenales realicen actos similares de oración pública para el fin de la epidemia del coronavirus?

    El ejemplo del Papa Francisco puede alentar a muchos obispos a realizar actos similares de testimonio público de la fe y oración, y a mostrar signos concretos de penitencia, implorando a Dios que ponga fin a la epidemia.
    Podríamos recomendar que los obispos y sacerdotes crucen regularmente sus ciudades y pueblos con el Santísimo Sacramento en la custodia, acompañados por un pequeño número de clérigos o fieles (uno, dos o tres), de acuerdo con las regulaciones gubernamentales.
    Tales procesiones con el Señor Eucarístico transmitirían a los fieles y a los ciudadanos el consuelo y la alegría de no estar solos en el momento de la tribulación, de saber que el Señor está verdaderamente con ellos, que la Iglesia es una madre que no tiene ni olvidados ni abandonados a sus hijos.
    Podría ponerse en marcha una cadena global de custodias que llevasen al Señor Eucarístico por las calles de este mundo. Tales miniprocesiones eucarísticas, incluso si son realizadas sólo por un obispo o un sacerdote, implorarían la gracia de la curación física y espiritual, y de la conversión.

    El coronavirus apareció por primera vez en China poco después del Sínodo de la Amazonía. Algunos medios creen firmemente que es un castigo divino después de los episodios de la Pachamama en el Vaticano. Otros creen que es un castigo divino tras el acuerdo entre el Vaticano y China. ¿Cree que cualquiera de estas posiciones es sostenible?

    La epidemia del coronavirus es sin duda, en mi opinión, una intervención divina para castigar y purificar al mundo pecador y también a la Iglesia. No debemos olvidar que Nuestro Señor Jesucristo consideró los desastres físicos como castigos divinos. Leemos, por ejemplo: «Al mismo tiempo, había unos pocos hombres allí que le contaron lo que les había sucedido a los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con la sangre de sus sacrificios. Y hablando, les dijo: ¿Creéis que estos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque sufrieron tales cosas? No. Pero si no hacéis penitencia, todos pereceréis por igual. O como ésos dieciocho sobre los que cayó la torre de Siloé, y a quienes mató: ¿Creéis que su pecado era mayor que el de todos los habitantes de Jerusalén? No. Pero, os digo: Si no hacéis penitencia, todos pereceréis por igual.»(Lucas 13, 1-5)

    La adoración del ídolo pagano de la Pachamama dentro del Vaticano, con la aprobación del Papa, fue ciertamente un gran pecado de infidelidad respecto al Primer Mandamiento del Decálogo
    Fue una abominación. Cualquier intento de minimizar este acto de veneración no puede resistir el aluvión de las evidencia y la obviedad. Creo que estos actos de idolatría fueron la culminación de una serie de otros actos de infidelidad en relación con la salvaguarda del depósito divino de la Fe por parte de muchos miembros de alto rango de la jerarquía de la Iglesia en en las últimas décadas. No tengo certeza absoluta de que la aparición del coronavirus sea un castigo divino por los eventos de la Pachamama en el Vaticano, pero considerar esa posibilidad no sería descabellado. Ya al ​​comienzo de la Iglesia, Cristo reprendió a los obispos (los «ángeles») de las iglesias de Pérgamo y Tiatira debido a su connivencia con la idolatría y el adulterio.
    La figura de «Jezabel», que sedujo a la Iglesia para llevarla a la idolatría y al adulterio (véase Apocalipsis 2, 20), también podría entenderse como un símbolo del mundo de hoy, con el que coquetean muchas personas con responsabilidades dentro de la Iglesia.

    Las siguientes palabras de Cristo siguen siendo válidas para nuestro tiempo también: «»Mira, a ella voy a arrojarla al lecho del dolor, y a los que adulteran con ella, a una gran tribulación, si no se arrepienten de sus obras. Y a sus hijos, los voy a herir de muerte: así sabrán todas las Iglesias que yo soy el que sondea los riñones y los corazones, y yo os daré a cada uno según vuestras obras.»
    Cristo amenazó con castigar, y llamó a las iglesias a la penitencia: «Pero tengo algo en contra tuya: Es que hay hombres allí que insisten en enseñar … para hacerlos comer la carne sacrificada a los ídolos y hacerlos caer en fornicación … Haz penitencia ; de lo contrario, vendré a ti pronto y lucharé contra ellos con la espada de mi boca.»

    Usted citó los Evangelios y el Libro de Apocalipsis. ¿Cómo trata Dios al pueblo elegido en el Antiguo Testamento para darnos una mejor comprensión de la situación actual?

    La epidemia del coronavirus ha causado una situación dentro de la Iglesia que, que yo sepa, es única, es decir, una prohibición casi global de todas las misas públicas. Esta situación es en parte análoga a la prohibición del culto cristiano en casi todo el Imperio Romano durante los primeros tres siglos.
    Sin embargo, la situación actual no tiene precedentes, porque en nuestro caso, la prohibición del culto público fue pronunciada por los obispos católicos, incluso antes de las órdenes gubernamentales correspondientes.

    En cierto modo, la situación actual también se puede comparar con el cese del culto sacrificial del Templo en Jerusalén durante la cautividad de Babilonia del pueblo escogido de Dios.
    En la Biblia, el castigo divino se consideraba una gracia, por ejemplo: “Bienaventurado el hombre que es castigado por Dios. Por lo tanto, no rechacéis la corrección del Señor. Porque es Él quien hiere y da el remedio; Él golpea, y sus manos sanan. «(Job 5, 17-18), y:» A los que amo, los retomo y los castigo; tened, pues, celo, y haced penitencia.» (Ap. 3, 19).
    La única respuesta adecuada a la tribulación, los desastres, a las epidemias y otras situaciones similares, es que son todos instrumentos en manos de la divina Providencia para despertar a la gente del sueño del pecado y de la indiferencia respecto a los mandamientos de Dios y la vida eterna. Se trata de la penitencia y la conversión sincera a Dios.
    En la siguiente oración, el profeta Daniel da a los fieles de todos los tiempos un ejemplo del justo estado mental que deberían tener, y cómo deberían comportarse y orar en tiempos de tribulación: «Todo Israel ha transgredido tu ley. y se apartó para no escuchar tu voz … Inclina, Dios mío, tu oído y escucha; abre tus ojos y mira nuestra desolación y esta ciudad en la que se ha invocado tu nombre; porque no es por nuestra justicia que humildemente presentamos nuestras oraciones, sino confiando en tus abundantes misericordias. Escúchanos, Señor; cálmate, Señor; estate atento y actúa; no te demores, Dios mío, por Tí mismo, porque tu nombre ha sido invocado sobre esta ciudad y sobre tu pueblo ”(Dan 9, 11,18-19).

    San Roberto Belarmino escribió: “Ciertas señales sobre la venida del Anticristo … la mayor y la última persecución; y el sacrificio público (de la Misa) cesará por completo ”(La profecía de Daniel, páginas 37-38).

    ¿Cree que lo que evoca allí es lo que estamos presenciando actualmente? ¿Es éste el comienzo del gran castigo profetizado en el libro de Apocalipsis?

    La situación actual ofrece suficientes motivos razonables para pensar que estamos en el comienzo de un tiempo apocalíptico, que incluye castigos divinos. Nuestro Señor se refirió a la profecía de Daniel: «Cuando, por lo tanto, veáis la abominación de la desolación, de la cual habló el profeta Daniel, instalada en el lugar santo, el que lee, que entienda» (Mt 24,15).
    El libro del Apocalipsis dice que la Iglesia tendrá que huir al desierto por algún tiempo (ver Apocalipsis 12:14). El cese casi completo del sacrificio público de la misa podría interpretarse como el vuelo a un desierto espiritual.
    Lo que es lamentable en nuestra situación es el hecho de que muchos miembros de la jerarquía de la Iglesia no ven la situación actual como una tribulación, como un castigo divino. es decir, como una «visitación divina» en el sentido bíblico.
    Estas palabras del Señor también se aplican a muchos miembros del clero en medio de la actual epidemia física y espiritual: «No supiste el momento en que fuiste visitado.» (Lucas 19, 44). La situación actual de esta «prueba de fuego» (cf. 1 Pedro 4,12) debe ser tomada en serio por el Papa y los obispos para llevar a una profunda conversión de toda la Iglesia. Si esto no sucede, entonces el mensaje del relato de Søren Kierkegaard también se aplicará a nuestra situación actual: “Se produce un incendio detrás de escena de un circo. El payaso aparece e intenta advertir al público. Todos creen que se trata de una broma y se ríen. Él lo repite, nos reímos aún más fuerte. Así, el fin del mundo ocurrirá en medio de vítores y todos pensarán: ¡Qué chiste tan bueno! »

    Excelencia: ¿Cuál es el significado más profundo de todo esto?

    La situación del cese de la celebración pública de la Misa y la Sagrada Comunión sacramental es tan única y tan grave que se puede descubrir detrás de todo un significado más profundo.
    Este evento ocurre casi cincuenta años después de la introducción de la comunión en la mano (en 1969) y una reforma radical del rito de la misa (en 1969/1970) con sus elementos protestantes (oración del Directorio) y su estilo. de celebración horizontal, centrada en la educación (momentos de libertad, celebración en círculo cerrado y hacia las personas).
    La práctica de la comunión en la mano durante los últimos cincuenta años ha llevado a profanaciones involuntarias y voluntarias del Cuerpo Eucarístico de Cristo en una escala sin precedentes. Por más de cincuenta años, El Cuerpo de Cristo ha sido (la mayoría de las veces involuntariamente) pisoteado por los pies del clero y los laicos en las iglesias católicas de todo el mundo. El robo de hostias consagradas también ha aumentado a un ritmo alarmante. La práctica de comulgar directamente con las propias manos y dedos se está volviendo más y más como el gesto por el cual uno toma la comida ordinaria.
    Para muchos católicos, la práctica de recibir la comunión en la mano ha debilitado la fe en la Presencia real y en la transubstanciación, la fe en el carácter divino y sublime de la santa Hostia. La presencia eucarística de Cristo se ha convertido, con el tiempo, inconscientemente, para estos fieles en una especie de pan o símbolo sagrado. Ahora,

    Los inocentes y los culpables soportan juntos esta tribulación, ya que en el misterio de la Iglesia, todos están unidos como miembros: «Si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él.» (1 Corintios 12,26).
    El cese actual de la santa misa pública y la santa comunión podría ser entendido por el Papa y los obispos como una reprimenda divina por los últimos cincuenta años de profanación y trivialización de la Eucaristía y, al mismo tiempo, como una llamada misericordiosa a la auténtica conversión eucarística de toda la Iglesia. Que el Espíritu Santo toque el corazón del Papa y de los obispos y los exhorte a promulgar normas litúrgicas concretas para que el culto eucarístico de toda la Iglesia pueda purificarse y orientarse nuevamente al Señor.

    Se sugiere que el Papa, junto con los cardenales y obispos, realice un acto público de reparación en Roma por los pecados contra la Sagrada Eucaristía y por el pecado de actos de veneración religiosa a las estatuillas de la Pachamama.
    Una vez que termine la tribulación actual, el Papa debe promulgar normas litúrgicas concretas, en las que invite a toda la Iglesia a volverse nuevamente al Señor en la forma de celebrar, es decir, celebrantes y fieles, vueltos en la misma dirección durante la oración eucarística.
    El Papa también debería prohibir la práctica de la comunión en la mano, porque la Iglesia no puede continuar tratando al Santo de los Santos en la pequeña Hostia consagrada de una manera tan minimalista y exponiéndola al peligro.

    La siguiente oración de Azarías en el horno de fuego, que cada sacerdote dice durante el rito del Ofertorio de la Misa, podría inspirar al Papa y a los obispos a acciones concretas para reparar y restaurar la gloria del sacrificio eucarístico y el Cuerpo eucarístico del Señor: “Con espíritu de humildad y con ánimo contrito, seamos aceptados por Tí, Señor: y que nuestro sacrificio tse realice ante ti hoy de tal manera que Te sea agradable, Señor Dios. Porque los que confían en Tí nunca se confundirán.
    Y ahora nos volvemos a Tí con todo nuestro corazón, te tememos y buscamos tu rostro. No nos avergüences; mas trátanos según tu clemencia y según la abundancia de tu misericordia. Renuévanos con una de tus maravillas, y glorifica tu nombre, oh Señor!»(Dn 3, 39-43, Septuaginta).

  2. Sorprendente que, entre tantos centenares de obispos italianos de edades inverosímiles, muera uno tan joven, pero está visto aquello de que «matrimonio y mortaja del cielo baja».

  3. Mejor sustituya Eritrea por Etiopía. Gambella está al oeste de Etiopía. Eritrea, al norte. Gambella además es un vicariato apostólico de rito latino mientras que las cuatro circunscripciones eclesiales de Eritrea pertenecen a la Iglesia de Eritrea.

    1. Es correcto lo que explica D. Antonio Lasierra. Gambella es un vicariato apostólico en Etiopía creado en 2009 por Benedicto XVI. Antes, fue prefectura apostólica desde 2000. El único vicario y prefecto fue el difunto mons. Moreschi. Area: 50,000 km² Población: 26,545 Católicos (3.7% of 720,000 total) (2017) 14 parroquias, 15 sacerdotes (11 diocesanos, 4 religiosos), 9 laicos religiosos (4 brothers, 5 sisters), 7 seminaristas (2017).
      Eritrea no posee otras circunscripciones más que las 4 diócesis de rito sui juris eritreo.

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