En la parroquia de Santa María de los Álamos que me pareció oír que está en Vallecas. La iglesia no es grande y me pareció digna. Los fieles de una edad media no demasiado alta. Personas mayores, de mediana edad y jóvenes.
Celebraron el párroco y el capellán de las Misioneras Eucarísticas que fundó el santo obispo Manuel González. Deben tener la casa generalicia cerca porque estaban presentes bastantes. No voy a decir que deshabitadas porque creo que su fundador las quiso sin hábito. Iban sin embargo uniformadas. Hasta en el corte de pelo general que no daba la impresión de peluquería.
Sorprendente, en la actual sequía vocacional, el número de religiosas jóvenes. Notable. Naturalmente las había mayores e incluso ancianas pero no daba la menor impresión de congregación agonizante. Muy reconfortante verlas. El coro, compuesto sólo de misioneras eucarísticas, unas cuantas, no creo que tuviera una media de edad superior a los cuarenta años. Tal vez algo menos. Todas las que he visto comulgando lo hicieron en la mano. Los fieles mitad y mitad aproximadamente. Lo que dice bien del párroco. Se ve que ahí no hubo un imbécil adoctrinando a unos fieles ignorantes con la estupidez esa de que los adultos comulgan en la mano porque en la boca sólo se da de comer a los niños muy pequeños, o que la higiene lo recomienda para evitar enfermedades. Y acepto plenamente la comunión en la mano pero como opción libre y voluntaria de los fieles. No porque un maestro ciruela se lo haya impuesto.
Los dos celebrantes eran sacerdotes de edad todavía joven aunque no parecieran recién ordenados. El celebrante principal, que fue el capellán, dijo, no leyó, una homilía muy sencilla pero excelente en el día del Corpus e incluso didáctica para fieles que tuvieran una escasa formación. Contó una anécdota que me pareció hermosa y formativa. La madre de un niño Dawn lo preparó para que hiciera la primera comunión y cuando pensó que estaba suficientemente preparado acudió con él al párroco para pedirle que se la administrase. El párroco hizo lo que debía hacer que es una somera indagación sobre la preparación del niño. Lo llevó a la iglesia y mostrándole el crucifijo le preguntó:
-¿Sabes quién está en la cruz?
El niño respondió inmediatamente:
-Jesús.
Luego le señaló el sagrario y volvió a preguntarle:
-¿Y sabes quien está ahí?
El niño volvió a decir:
-Jesús.
Entonces el párroco le dijo:
-¿Cómo puede estar en los dos sitios?
A lo que el niño respondió sin vacilar:
-Es que en la cruz parece que está pero de verdad no está y en el sagrario parece que no está y es donde está de verdad.
No necesitó preguntarle más para admitirle a la comunión seguramente asombrado de la maravillosa catequista que había sido su madre.
El párroco llevaba alzacuello. El capellán no lo sé pues el cuello del alba lo ocultaba. En algún momento me pareció que también.
El coro, repito que compuesto exclusivamente de religiosas, cantaba bien. Se veía que lo tenían ensayado. ¿Tachunda chunda? Pues un pelín sí. En algún momento. Y con algún canto que sólo conocían ellas. Pero soportable.
Lo que más me llamó la atención de la misa fue la homilía y el ver que las hijas del Obispo del Sagrario Abandonado, San Manuel González, gozan de buena salud. Por lo que he visto hoy.
Gratamente vi cómo siendo una parroquia nueva, había buen gusto. Reproducción del apostolado de El Greco en las paredes laterales y en lo que sería el retablo del altar mayor, otros cuadros de El Greco. Una buena solución cuando no se pueden tener ni obras buenas ni originales.
Llamame… Pepe jejeje. No, es broma. Llamame cansino Paco Pepe, pero el «Pero soportable» no me mola para cosas de Iglesia. Hay que aspirar a más.
La casa general de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret (MEN) está en la calle Tutor de Madrid, cerca de la calle Princesa. Antes fue la casa de otra congregación que ha desparecido.
Las MEN nunca llevaron velo.
La Curia está en Moncloa, en la calle Tutor.