MILEI y CHIN
Más de una vez durante la campaña electoral, el candidato libertario afirmó que no haría negocios con China comunista. Al pedirle aclaraciones manifestó que los negocios eran resorte de los particulares que podrían comerciar con quienes quisieran, con absoluta libertad, incluso con Brasil o China.
El actual régimen chino no es una dictadura sino una tiranía en sentido estricto, con una minoría dirigente que medra y se enriquece a costa de un océano de esclavos, mediante un “capitalismo de amigos” que en realidad son cómplices, de un poder personal arbitrario que pretende ser perpetuo.
Esa tiranía, ese régimen de ignominia, buscó disolver a las familias mediante la imposición de la política del hijo único para romper toda base orgánica de la sociedad política, y transformar ese material en una suma de individuos. Solamente la visión afiebrada de un tal Sánchez Porongo pudo ver allí una aplicación de la doctrina social de la Iglesia. Nada más contrario a esa doctrina y a la mejor tradición china heredada de los viejos reyes y de Confucio.
Con esta China, con ese régimen anudaron los gobiernos argentinos kirchneristas múltiples lazos de dependencia que ahora Milei deberá romper si quiere preservar a la Argentina de un “abrazo de oso”.
Damián Nabot publicó en “La Nación” del 3 de junio de este año, con motivo de la visita a China del diputado Kirchner, un artículo titulado “El viaje a China” con un sugestivo subtítulo: “Máximo festeja la ayuda del régimen de Xi, pero debería cuidarse de ella”, debido a la dependencia a niveles inéditos de la Argentina al gigante asiático.
Esta es la herencia que recibe Milei y que no puede aceptarse con beneficio de inventario. Un legado de pérdida de soberanía, de pactos ocultos, de intereses secretos, de sumisiones, que deberán salir a la luz para empezar a encarar la cuestión.
Mientras las ratas abandonan el barco y Alberto Fernández, la mentira encarnada, el nuevo sofista, se refugia en la España de su amigo Sánchez, el perdedor Massa, travesti de la política, encuentra un lugar en los Estados Unidos de Biden, acá se queda Brujilda para poner en práctica su divisa, opuesta al mandato de Cristo: “Amaos los unos a los otros como yo los amo” que se resume en l a norma: ”Jodeos los unos a los otros como yo los jodo” y también se quedan los problemas generados por cuatro años de pésimo gobierno.
Y entre ellos, la invasión china, con deudas rodeadas de opacidad, con compañías foráneas que “controlan gran parte de la producción primaria, con avances significativos en el litio y con una base espacial en Neuquén que opera prácticamente sin control”, mientras tenemos una dependencia financiera cada vez mayor con ella.
Recuerda Nabot en su artículo que el entonces presidente Néstor Kirchner, fue honrado con el doctorado honoris causa por la Universidad de Fusan, lo que se puede comparar con el doctorado “trucho” otorgado a Menem por la Universidad Austral, vinculada al Opus Dei.
En tren de competir en elogios a la tiranía, con un tal Sánchez Porongo, Máximo Kirchner destacó en la misma Universidad su admiración “por lo que hizo China en materia de educación y como incorpora cada vez más jóvenes al sistema educativo”, cuando en realidad en lo que se destaca es en la feroz represión ante las quejas de los estudiantes.
China no regala nada. Compra materia prima y nos vende valor agregado e impone condiciones a su financiamiento, como contratistas y proveedores propios. Aumenta la deuda con China y como advierte el profesor de la Universidad Nacional de Rosario, Eduardo Daniel Oviedo, la Argentina no es solo el principal deudor del FMI, sino uno de los más endeudados con el país asiático. El problema es que la oscuridad que rodea a los préstamos impide cuantificarla con precisión.
Esperamos que el nuevo gobierno nos libere de las nuevas cadenas, que nos aprisionan a una tiranía que muestra lo peor del capitalismo y lo peor del comunismo. Que Dios nos ayude.
Bernardino Montejano
Pues, Milei, está atado de manos a menos que se convierta en el fujimori argentino, le convendría suspender la constitución por diez años y deshacerse de todo el congreso argentino y gobernar con una junta de gobierno al término de esos diez años, con la economía saneada, y las promesas electorales cumplidas, convocar a elecciones y una vez instalado el nuevo gobierno entregarse a las autoridades si hubiera hecho todo bien y los argentinos estuvieran contentos y progresando no pasaría más de un día en la cárcel.
Muy cierto. Nadie regala nada, pero China paga en efectivo, aunque luego venda los productos elaborados con esas materias primas. Otros venden los productos y encima se llevan las materias primas sin pagar. Y de dependencia, es igual ¿o acaso las bases useñas son más transparentes que las chinas?
Lo único que cabe es vender al mejor precio posible y procurar que no haya sumisión a nadie. Pero es muy difícil, como sabemos de sobra en España.