Hoy he ido a misa en la parroquia de San Juan Fisher en Palos Verdes (Los Ángeles). Hora, 12.30. La iglesia, moderna, hace tres años todavía estaba en construcción aunque muy adelantada, llena en más de tres cuartos de su capacidad. La misa, larga, una hora y algún minuto. La celebró, respetuoso con la rúbrica, un vicario, vietnamita. Ya es curioso que en un viaje anterior una misa que oímos cerca de Iosemity la celebrara también otro sacerdote filipino. Concelebraron con él dos sacerdotes negros que eran visitantes. La iglesia tiene un párroco, dos vicarios y un párroco emérito. Todos los días hay confesiones en horas señaladas. Los asistentes eran blancos en su totalidad. Y de todas las edades. Desde niños a mayores. Todos seguían la misa con gran atención. Arrodillados desde el prefacio al Pater, La comunión casi masiva y muy mayoritariamente en la mano. Cerca de los sacerdotes y de los ministros extraordinarios que la repartían otros ministros extraordinarios con un cáliz en las manos lo ofrecían para que bebiera quien se acercara a ellos. Calculo que un 25% lo hacía sólo con el Corpus. Al final el sacerdote, lo cocelebrantes y los monaguillos, un joven y una joven, salieron procesionalmente, antes que los fieles, y el vicario en la puerta de la iglesia saludaba a quienes se acercaban a él.
Mi misa en Palos Verdes (LA)
| 04 abril, 2016