Los maristas, fundados por Champagnat van a celebrar su segundo centenario. Y tan contentos. Pero, ¿a celebrar qué? Porque no he visto a nadie, del interior de Ciempozuelos no tengo experiencia, hacer fiesta por un cáncer terminal y de desenlace inminente.
Los maristas han conocido uno de los descalabros mayores que han vivido últimamente los institutos religiosos. Superando casi incluso a los más masacrados por la línea de mando imperante.
En 1973 eran todavía, no tengo a mano datos anteriores pero seguro estoy de que los hubo más altos, 8.181, con 858 centros abiertos. El 1 de enero de 2015 apenas quedaban 3.346 alojados todavía en 705 centros. Lo que da a menos de 5 maristas por centro y eso sin tener en cuenta el overbooking que se produce en las casas de recogida de ancianos. De los 3.346 existente hace dos años, que hoy seguramente apenas superarán los tres mil, casi la mitad están inútiles para todo servicio. Y no pocos aproximándose a ello. Eso desaparece irremisiblemente. Y con activa participación de Emilio Turú, actual superior general.
Entiendo que es muy molesto presentarse como el enterrador de una aventura y más si fue gloriosa. Pero lo que hay es eso y vendernos burras averiadas como si fueran potros pura raza pues ni lo compra nadie y sólo deja al vendedor como un tramposo. Usted, Emilio Turú, sólo tiene en sus cuadras mulas viejas y resabiadas y algún caballejo desnutrido y con querencia a lo peor. Por supuesto que estoy hablando more literaria. Seguro que todavía quedan santos hermanos maristas. Aunque en inminente peligro de extinción. Por la edad.
Lo poco que había se le va entre las manos y aceleradamente. Lo de «darnos la oportunidad de un nuevo comienzo» ni usted se lo cree. Y menos todos los asesinos de lo que ya existía. No hay nuevo comienzo, todo agoniza. Y, además, lo que usted quisiera recomenzar, es lo que se muere. ¿Para eso vale la pena algún comienzo? ¿Entre todos la habéis matado y ahora nos vendéis la burra de que queréis resucitarla? Lo que queréis es que la agonía dure lo más posible porque mientras tanto los cargos, por poquísimo que sean ya, los disfrutáis.
Tú, Turú, y tararú, no tienes el menor futuro que construir. Sólo el sepelio final. ¿Es posible que ante la que está cayendo sobre los maristas puedas seguir riendo? No soy ningún especialista en depredadores africanos. Pero me parece recordar haber leído algo de las hienas que más o menos decía así: son feísimas, se aparean poco, los grandes protagonistas de la sabana las tienen a raya, comen carroña… y sin embargo, se ríen.