MÉJICO OTRA VEZ

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La «ciudad de los ángeles»: Puebla fifu

MÉJICO OTRA VEZ

Hace unos días apareció en la Capilla del Santo Cristo un nuevo sacerdote y poco a poco su presencia fue creciendo; empezó escuchando Misa, luego concelebró con el P. Pedro y finalmente celebró solo. Hace unos días se presentó, pero como estoy cada día más sordo, no entendí casi nada; por eso, a la salida acudí a un par de amigas que gozan de salud auditiva, Estela parca y medida y María, mucho más expresiva, que me informaron: el sacerdote no venía a reemplazar al fraile, sino que era un argentino, que vivía en Puebla, Méjico, que estaba de vacaciones viviendo en la residencia de al lado.

Al día siguiente lo abordé, porque quería recordar mi estadía hace muchos años cuando me invitaron y me “explotaron” los responsables de la Universidad Popular Autónoma de Puebla (UPAEP). Pero de todo lo que vivimos entonces con mi mujer, no queda nada. 

Esa universidad católica, ortodoxa, tradicional, desapareció y bajo nombre hoy se cobijan todas las porquerías de nuestro tiempo: la educación sexual, la teoría del género, el putimonio y en estos días el Estado de Puebla, ha dado acogida al aborto.

El sacerdote acogido en la capilla del Santo Cristo se llama Fernando Fabián Laferrara, pertenece al clero diocesano de Puebla de los Ángeles y colabora con la obra “Hogares nuevos, obra de Cristo”. Y cuando le preguntamos la razón por la cual había emigrado a esa ciudad, nos contestó por orden de la Virgen de Guadalupe, sin dudar.

Entendemos que habría que matizar la respuesta: en la elección de muchas cosas incluso más importantes que el lugar de domicilio, la Virgen, modelo de imitación de Cristo, no ordena, sino que sugiere, aconseja, invita. 

Empezaremos el recuerdo de nuestra estadía en Puebla por quienes gestionaron esa invitación el matrimonio Garza Delgado; el marido, Miguel, admirador de la gesta cristera, colaboró en nuestra cátedra de Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia, fundada por el recordado Santiago de Estrada e incluso escribió un artículo titulado “México y la guerra de los cristeros en “Universitas” revista de la UCA n°68, 1983, que me regaló con la siguiente dedicatoria que dice: “Para Bernardino Montejano, mi amigo. Contigo he aprendido muchas cosas: gracias. Hasta siempre. Noviembre 10 de 1983”. 

Corría el año 1983 cuando llegamos con mi mujer a Puebla, ciudad entonces de unos 400.000 habitantes, y allí empezaron las exigencias: cursos, conferencias, viajes; en ellos estuvimos en el más pequeño de los Estados del país, Tlaxcala, cuyos habitantes todavía pagan el hecho de que sus ascendientes fueran un día aliados de Hernán Cortés, Guanajuato, hasta que un día llegamos a Córdoba, para dictar una conferencia invitados por el Centro Empresarial Córdoba-Orizaba, con un título increíble: “Experiencias ideológicas del empresario para evitar la argentinización económica”. Al entrar en el lugar de la disertación, que era el Hotel Fortín de las Flores, asombrado por la exuberancia de la vegetación, le pregunté al empresario que caminaba a mi lado ¿cómo es acá el régimen de lluvias? Y la respuesta fue muy clara: “empiezan el 1° de enero y acaban el 31 de diciembre”. Pero las lluvias no duraban todo el día, sino eran como un riego matutino o vespertino, seguidas o anticipadas por un sol radiante y bastante calor.

Como no estábamos muy lejos del mar, mi mujer insistía con sus quejas y deseos: “quiero pisar la arena caribe”, algo imposible en ese viaje. Una amiga, cuando le comenté el episodio me dijo: “mal hecho; si fuera yo te hubiera dejado y hubiera pisado la arena”. Pero no advertía que yo jamás me hubiera casado con ella por respeto a sus generosas dimensiones físicas.

Volvimos por fin al hotel en la maravillosa plaza y uno de esos días tuve que hablar con un hombre bastante tonto, que mientras se acariciaba sus bigotes proclamaba: “Acá en México, somos todos machos” a lo cual le contesté: En la Argentina, somos mitad machos y mitad hembras y lo pasamos bastante bien”, lo cual no le gustó nada. Hoy este machismo tiene hoy su castigo: los gobierna una mujer que además es judía y zurda, la herencia que les deja un siniestro personaje llamado López Obrador.

Como todas las cosas humanas tienen su término, volvimos a la Argentina sanos y salvos, contenta mi mujer que se había salvado de sucumbir, por comer verduras crudas lavadas con agua contaminada que mata y respecto de la cual los locales están vacunados naturalmente, porque al tomarla de chiquitos, se inmunizan o se mueren.

Antes de concluir quiero agradecer a una distinguida mexicana Rebeca Conde que recopiló y anilló las notas que aparecían en los diarios durante nuestra estadía:

 En “El Sol de Puebla”: “La Universidad: ni Mercado ni Partido”. Subtítulo: El alumno no debe pasar por pagar o por alinearse en lo ideológico, sino por saber. Contra la demagogia y el facilismo: Dr. Montejano. “Crisis de valores en la Educación”. Subtítulo: “El laicismo ha convertido a la humanidad en masa amorfa de hombres enajenados y manejados”. 

En “El Heraldo”: “La crisis de la Universidad ligada al problema educacional”; “Ruptura entre Cultura y el Evangelio, drama de los tiempos actuales: Montejano”; “Universidad ideológica caída de la verdadera Universidad”; “Sin teología no hay Universidad”.

Buenos recuerdos de tiempos más sanos, bajo el amparo de la Virgen de Guadalupe que nos cuida, desde entonces todas las noches, desde su retrato en la cabecera de la cama conyugal.

Buenos Aires, julio 21 de 2024.    Bernardino Montejano.

 

 

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